Por Padre Antonio Molina
P. Luis Coto, fuiste Obispo para todo el Clero no solo de la Arquidiócesis sino de todo el País. Obispo sin serlo, no necesitaste mitra ni báculo para merecer tanto cariño, admiración y respeto.
Qué sacerdote tuvo problemas, dificultades y sufrimientos sin que tú no le ayudaras? Fuiste
hermano, amigo, compañero de todos nosotros. Tenías tantos dones, y los pusiste al servicio de todos. Dejas una herencia, y sin duda nos harás mucha falta. Cómo olvidar tu solidaridad en mis 5 años 10 meses y 10 días en que, acusado falsamente, cargué muertos que no maté?
Fuiste el primero en defenderme, amaste la verdad y la justicia. Has sido un cura que, por tu testimonio, te ganaste el respeto y admiración de todos. Nada que señalarte, integro, honesto, casto, transparente, hombre cabal.
En el cielo te darán los honores que la tierra te negó. La inmensa mayoría del Clero te miramos como el hermano mayor. Lleva nuestros saludos a Mons. Romero y al P. Rutilio, a ellos de manera especial pues fueron de nuestro mismo presbiterio.
Y si podés, Luis, habla con el mero mero, y que no olviden a los pobres de nuestro País, a esos que dedicaste tu Ministerio. Así te conocí en Dolores, Apulo en aquella Semana Santa de 1987. Hasta siempre, Luis. Recibí del Señor el premio de los servidores fieles y solícitos, y descansa en Paz. Gracias por todo, Luis. Te saluda tu amigo, como vos siempre me dijiste: Toño Molina