martes, 7 enero 2025

Monseñor Romero y el Presidente Carter

¡Sigue nuestras redes sociales!

Revisaremos alguna de la correspondencia interna que produjo la carta de Monseñor Romero entre las altas esferas del poder ejecutivo estadounidense.

Por José Arnoldo Sermeño Lima.

El expresidente de los Estados Unidos James Earl Carter Jr. falleció el pasado 29 de diciembre, y sus honras fúnebres tendrán lugar el próximo 9 de enero. Internacionalmente ha sido reconocido por diversas gestiones pacifistas que realizó, entre las cuales se cuentan principalmente la defensa de los derechos humanos en varios sitios del planeta, haber logrado los Acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel, así como los tratados que devolvieron a Panamá el canal interoceánico. Asimismo, su administración alcanzó la segunda ronda de los acuerdos SALT y retiró el apoyo al régimen de Anastasio Somoza en Nicaragua, así como denunció los abusos de dictaduras militares en el Cono Sur, entre otros logros. Ya como expresidente, jugó un papel importante supervisando elecciones en diversos países del mundo.

Sus gestiones le hicieron merecedor al Premio Nobel de la Paz en 1992 por sus “incansables esfuerzos para encontrar soluciones pacíficas a los conflictos internacionales, hacer avanzar la democracia y los derechos humanos, y promover el desarrollo económico y social”, según lo reconoció el Comité que se lo otorgó. (1)

Sin embargo, al revisar la correspondencia interna entre autoridades políticas de su administración, y el rol directo del Presidente Carter con respecto a El Salvador, documentación que ahora es pública en internet, da la impresión que el caso salvadoreño no se diferenció de las decisiones que pudieron tomar cualquier otro presidente de los Estados Unidos; en todo caso, cuando le fue demandada por Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez.

Faltando sólo un poco más de un mes para que el prelado fuese asesinado el 24 de marzo de 1980, el 17 de febrero Monseñor Romero envió una carta al entonces Presidente Carter  -la que no vamos a reproducir acá, por ser ampliamente conocida-  pero que en síntesis expresaba su preocupación por haber leído la noticia que los Estados Unidos apoyarían económica y militarmente a la entonces Junta que presidía al gobierno salvadoreño. Esa misma fecha Monseñor hizo pública la carta al leerla en su homilía dominical: “Me preocupa bastante la noticia de que el Gobierno de Estados Unidos esté estudiando la forma de favorecer la carrera armamentista de El Salvador enviando equipos militares y asesores para ´entrenar a tres batallones salvadoreños en logística, comunicaciones e inteligencia´…En caso de ser cierta esta información periodística, la contribución de su Gobierno, en lugar de favorecer una mayor justicia y paz en El Salvador, agudizará, sin duda, la injusticia y la represión en contra del pueblo organizado, que muchas veces ha estado luchando por que se respeten sus derechos humanos más fundamentales”. (2)

Para que haya hecho pública esa noticia periodística es seguro que Monseñor la había verificado previamente, dado que estaba consciente de la campaña negativa que los principales medios periodísticos salvadoreños ejercían contra su arzobispado, como analizamos en otro artículo. (3)

Acá se revisaremos alguna de la correspondencia interna que produjo la carta de Monseñor Romero entre las altas esferas del poder ejecutivo estadounidense, tanto en Washington como en su representación en San Salvador y otras capitales latinoamericanas, correspondencia que -como ya se dijo- ahora está disponible en internet.

En ella podrá observarse que, a pesar del rol democratizador que jugó el Presidente Carter en el mundo, en el caso salvadoreño parece que pesó más el involucramiento de los “halcones” de su gobierno en el conflicto que ahí se desarrollaba, donde se violaron ampliamente los derechos humanos. Algunos dirán que posiblemente se deba al hecho que su período presidencial se extendió del 20 de enero entre 1977 al de 1981, cuando las acciones armadas aún no habían llegado a su clímax en El Salvador. Sin embargo, su período sí incluyó la fecha del asesinato de Monseñor Romero -24 de marzo de 1980-, así como también las etapas de violencia que lo precedieron y el agravamiento que se desencadenó como consecuencia del mismo. Ni uno ni otro hicieron que su gobierno se distinguiera como defensor de los derechos humanos, que en ese momento iniciaron un amplio período de agravamiento.

El 25 de febrero de 1980 -faltando solo un mes para el magnicidio- el Asistente del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, escribió al Presidente Carter: “A pesar de nuestros esfuerzos por convencerle (a Monseñor Romero) que apoye a la actual Junta de Gobierno, él ha continuado saliendo fuertemente en contra del presente gobierno y en favor de una alternativa izquierdista”. Carter escribió en la parte superior de la página: “Que Cy firme respuesta. J” (refiriéndose a Cyrus Vance, Secretario de Estado; mientras que firmó “J” por él mismo). (4) Contrario a lo expresado por Brzezinski, en nuestro recién citado artículo analizamos que todos los documentos elaborados por Monseñor muestran su defensa por los derechos humanos de todos los ciudadanos salvadoreños -independientemente de su color político-, y su crítica fue orientada a ambas partes participantes en el conflicto cuando violaban los Derechos Humanos.

En su respuesta a Monseñor, entre otras cosas, el Secretario de Estado Vance sostuvo: “La Junta Revolucionaria de Gobierno se ha mostrado moderada y reformista…Creemos que el programa de reforma de la Junta Revolucionaria de Gobierno ofrece la mejor perspectiva para un cambio pacífico hacia una sociedad más justa…La gran mayoría de nuestra asistencia contemplada en apoyo al programa de reforma de la Junta es económica. Planeamos poner a disposición de la Junta este año aproximadamente $50 millones de asistencia económica…Entendemos sus preocupaciones sobre los peligros de proporcionar asistencia militar, dado el desafortunado papel que algunos elementos de las fuerzas de seguridad han desempeñado ocasionalmente en el pasado…Estamos tan preocupados como usted de que la asistencia que brindamos no se utilice de manera represiva. Por lo tanto, cualquier equipo y entrenamiento que podamos proporcionar estaría diseñado para mejorar el profesionalismo de las fuerzas armadas para que puedan cumplir su función esencial de mantener el orden con un mínimo de fuerza letal…Usaremos nuestra influencia para evitar cualquier uso indebido de nuestra asistencia en formas que lesionen los derechos humanos del pueblo de El Salvador y reevaluaremos prontamente nuestra asistencia si se desarrollan evidencias de dicho uso indebido”. (5) (Son traducciones libres todas las mencionadas en este artículo).

Esa Junta supuestamente “moderada y reformista” -según el gobierno Carter- alentó un conflicto bélico que dejó un saldo de más de 75,000 personas torturadas, ejecutadas extrajudicialmente o desaparecidas forzadamente durante el conflicto armado interno en El Salvador entre 1980 y 1992, según estimaciones de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas, reportadas por Amnistía Internacional (6), más el éxodo que se aceleró desde entonces.

En el telegrama 1556 del 1 de marzo de 1980, la Embajada estadounidense en San Salvador incluyó revisiones a la propuesta de respuesta del Secretario de Estado a Monseñor (National Archives, RG 59, Central Foreign Policy File, D800108–0455). Una copia firmada por el Secretario Vance a Monseñor, fechada 11 de marzo, está archivada en la Biblioteca Carter. (7)

En un telegrama del 12 de marzo siguiente, el Departamento de Estado transcribió esa carta a la Embajada en El Salvador, indicando que estaban de acuerdo en que se informara al Arzobispo que los Estados Unidos tenían la intención de hacer pública esa respuesta pero que le ofrecían a él la oportunidad de hacerlo. Solicitaban a la Embajada que informaran al Departamento de Estado lo que Monseñor decidiera.

En el telegrama 1949, del 15 de marzo de 1980 -antes que la guerra civil entrara en toda su fuerza-, desde San Salvador la Embajada estadounidense confirmó haber entregado la carta al Arzobispo y reportó que él “dijo que ella representa un avance en el pensamiento de los Estados Unidos”. (8) En el telegrama 1953 del 17 de marzo -a una semana del asesinato- la Embajada reportó que, con respecto a la carta de Vance, en su homilía de la víspera “el comentario limitado del Arzobispo sobre la carta fue algo negativo”. (9) Sin embargo, veamos lo que fue calificado como “negativo” por la Embajada: lo que realmente dijo Monseñor en su homilía con respecto a la carta de Vance fue: “Tenía que informarles también que el nuevo embajador de Estados Unidos me visitó para traerme la carta de contestación del presidente Carter. Y, como es muy larga, pues, solamente quiero darles un resumen. Se expresa allí el reconocimiento de que sigue en pie la política de derechos humanos. Naturalmente, así lo creemos, pero siempre hemos dicho que como es política de derechos humanos puede no coincidir con la Iglesia, que no defiende los derechos humanos por política, sino por convicción religiosa…” Luego Monseñor agregó: “Me preocupa que la carta menciona ´la amenaza de la guerra civil´, poniendo como otra alternativa la reforma del Gobierno.  Creo que se pueden dar otras alternativas y yo quisiera decirle, a todos mis queridos hermanos, que no estemos tan impresionados por una próxima guerra civil. Hay tendencias a mantener esa psicosis y esta carta contribuye un poco a eso; pero creo que hay salidas todavía racionales que sinceramente tenemos que buscar.” (10)

Las presiones a los altos ejecutivos de la administración Carter para que los Estados Unidos se involucraran en el conflicto salvadoreño se habían acelerado desde hacía meses: en los archivos del Consejo de Seguridad Nacional se encuentra un memorando del ex agente de la CIA Paul Henze, fechado 18 de octubre de 1979 y dirigido a Brzezinski, señalándole que “el plan de acción encubierto de la CIA para El Salvador es bueno” y que (Robert) “Pastor siente que debería aprobarse lo antes posible, y que esperar hasta el día 25 sería demasiado tarde”. (11)

Aparentemente el Presidente Carter continuó su involucramiento en las acciones a tomar en El Salvador: “Washington, 27 de febrero de 1980, 17.15 a 18.00 horas. Secreto. La reunión tuvo lugar en la Sala de Situación de la Casa Blanca. No se ha encontrado el acta de la reunión. Pastor envió el resumen a Brzezinski en un memorando del 27 de febrero, solicitando que Brzezinski enviara las actas a Carter para su aprobación al amparo de un memorando del 28 de febrero de Brzezinski a Carter. Según el memorando del 28 de febrero, Carter aprobó el acta. Brzezinski envió una copia del acta a Vance, Brown, McIntyre, Jones y Helms en un memorando del 3 de marzo, señalando que el grupo de trabajo del Departamento debería dar seguimiento a los temas discutidos durante la reunión y proporcionar un informe antes del 7 de marzo. (Carter Biblioteca, material donado por Brzezinski, expediente temático, caja 32, reuniones—SCC 282, 28/02/80)” (12)

Antes del 24 de marzo de 1980, cuando se ejecutó el asesinato de Monseñor Romero, en las reuniones en Washington se hablaba francamente sobre el incremento del apoyo militar estadounidense al gobierno salvadoreño: “Washington, 13 de marzo de 1980. (Fuente: Biblioteca Carter, Consejo de Seguridad Nacional, Archivos Institucionales, Box 183, SCM 116, El Salvador, 13/03/80. Secreto). Una nota sin fecha y sin firma indica que Brzezinski llevó personalmente el resumen de conclusiones a Carter el 14 de marzo. (Ibíd.) En un memorando del 13 de marzo a Brzezinski, Pastor envió el resumen de conclusiones y un memorando de Brzezinski a Carter solicitando que Brzezinski firmara el memorando y enviara ambos a Carter antes del desayuno de política exterior de Carter del 14 de febrero. (Ver nota al pie 2, Documento 426) Pastor también escribió: “Quizás desee mencionar al Presidente varios puntos que le presenté en mi memorando de hoy. Estamos hablando de 36 entrenadores militares en El Salvador, cantidad mayor que el contingente cubano en Granada. El contingente militar cubano en Nicaragua es de 200, el doble que todos nuestros asesores militares en América Latina. Quizás también desee aclarar en el desayuno que seguiremos proporcionando helicópteros a El Salvador”. (Biblioteca Carter, Consejo de Seguridad Nacional, Archivos Institucionales, Box 183, SCM 116, El Salvador, 13/03/80). La referencia es a un memorando del 13 de marzo a Brzezinski y Aaron, en el que Pastor recomendaba que el mini-SCC debería volver a afirmar las decisiones de “enviar MTT a El Salvador; proporcionar helicópteros en régimen de arrendamiento sin costo y FMS a El Salvador; y asegurarnos de que el programa para Honduras esté progresando bien”. (Ibíd.) (13)

Incluso si los documentos secretos obviamente no precisan las decisiones tomadas en sesiones, sí muestran que el Presidente Carter las aprobaba: “434. Memorando del Asistente del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional (Brzezinski) al Presidente Carter, fechado después del asesinato de Monseñor: Washington, 1 de agosto de 1980. (Fuente: Biblioteca Carter, Asuntos de Seguridad Nacional, Brzezinski Material, Country File, Box 21, El Salvador: 8–11/80). Secreto. Enviado a la acción. Carter puso sus iniciales en la parte superior de la página y una mano desconocida escribió 5 de agosto debajo de su inicial. Pastor envió el memorando de Brzezinski a Carter y a Brzezinski en virtud de un memorando de cobertura del 25 de julio. (Ibidem.)” (11)

El gobierno salvadoreño para hacer frente al conflicto armado y a la crisis económica contó con el apoyo del gobierno de Estados Unidos de América, que de 1980 a 1988 proporcionó 3,348.5 millones de dólares en concepto de ayuda económica y militar. (11)


 Notas:

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

spot_img

También te puede interesar

José Arnoldo Sermeño
José Arnoldo Sermeño
Ph. D. y Maestría en Demografía, Licenciatura en Ciencias Sociales y Licenciado en Ciencias Naturales y Matemática. Ex funcionario de ONU, BCIE y SICA. Salvadoreño-hondureño y columnista de ContraPunto
spot_img

Últimas noticias