Los 222 millones de euros que el jeque catarí propietario del Paris Saint Germain, Naser Al-Khelaifi, entregó al Barcelona, han hecho de Neymar el futbolista más caro de todos los tiempos. La cifra dobla lo que el Manchester United pagó el año pasado por Paul Pogbá, y establece un récord difícil de superar.
Pero más allá de la calidad del delantero brasileño, y del debate sobre si un futbolista vale o no esta cantidad de millones, lo cierto es que estamos presenciando una gigantesca operación de márketing con ramificaciones políticas de gran importancia, en la que el estado catarí, el mayor productor mundial de gas natural licuado, se juega su futuro y su prestigio justo cuando más acorralado está por el resto de países del mundo árabe.
Al estado catarí, acusado de financiar el terrorismo y sometido a fuertes sanciones, le quedaban muy pocas opciones. Su astuta jugada han sido estos 222 millones para traer a Neymar, muy poco, si se compara con los 5,000 millones de euros que Catar pagará a Italia por la construcción de siete buques de guerra o con los 12,000 millones de dólares que abonará al pentágono estadounidense por 36 aviones de combate F-15. Y todos estos pedidos han sido encargados apenas unos días después de que el pasado 5 de junio, Arabia Saudita, Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Egipto rompieron sus relaciones diplomáticas con Catar, al que acusan de apoyar a islamistas radicales, de desestabilización en la región y de acercarse al Irán chiita, gran rival del reino saudita sunita.
Pero aun si es muy poco en realidad, el dinero pagado por Neymar tiene el potencial de generar grandes réditos publicitarios. Porque en el fondo, de eso trata todo esto, de desplegar una monumental estrategia de márketing para desviar la atención. "El fichaje (anunciado) de Neymar al PSG (propiedad de Catar) ha sido gestionado en la cúpula de Catar y ha servido, sobre todo, para desplegar una estrategia de comunicación que oculta a largo plazo el debate sobre cualquier otra cuestión, entre ellas la del apoyo al terrorismo", opina Mathieu Guidí¨re, profesor de geopolítica árabe en París. "Eso ha permitido desviar la atención y centrarla en un tema consensual, el deporte", añade.
Además de desviar la atención, la intención de Catar es mandar un mensaje nítido al mundo, en particular a sus vecinos árabes. Ni la crisis ni el bloqueo han podido descarrilarnos, este es el corolario. "Catar no ha capitulado, está luchando, y la firma de Neymar es parte de esto", dice Simon Chadwick, profesor de empresas deportivas en la Universidad de Salford (Reino Unido). Es una ofensiva muy inteligente, como reconoce este experto, "porque lo último que querría Arabia Saudita es ver cómo todo el mundo está hablando de Catar". Para Andreas Krieg, analista asociado en el King’s College de Londres, el inminente traspaso de Neymar "envía una señal muy fuerte (de Catar) al mundo deportivo" y es un acto de "desafío" hacia Arabia Saudí y su principal rival, los Emiratos Árabes Unidos.
No es fácil poner a Catar contra la pared. El emirato de 2.6 millones de habitantes, posee una gran riqueza gracias a sus reservas de gas y desempeña un papel creciente desde hace dos décadas en varios conflictos y cuestiones espinosas en el mundo árabe. Además, ha llevado a cabo una estrategia de influencia a través de gigantescas inversiones internacionales en el sector inmobiliario, los hoteles, la industria, el transporte aéreo, las finanzas, los medios de comunicaciones y el deporte.
Los principales símbolos de ese "poder blando" son los canales de televisión Al Jazeera y BeIn Sports, además de la aerolínea Qatar Airways que fue el patrocinador en la camiseta del Fútbol Club Barcelona hasta el año pasado. Entre tanto, Catar continúa también los preparativos para organizar la Copa del Mundo de fútbol en 2022, a pesar de las numerosas polémicas surgidas desde su designación como país organizador. En su único discurso desde el inicio de la crisis del Golfo, el emir de Catar, el jeque Tamim ben Hamad al Thani, insistió el 21 de julio en la necesidad de desarrollar las fuentes "de poder blando" de Catar a nivel internacional.
El fichaje de Neymar muestra al mundo que Catar tiene medios ilimitados para promover sus intereses. "Querían a ese jugador y usaron el dinero para comprarlo a cualquier precio", asegura. Pero tampoco hay que perder la perspectiva, por mucho dinero que tenga el estado catarí. Y es como explica Marc Ganis, presidente de la empresa de markéting Sportscorp, "la cantidad que se va a pagar por Neymar es sorprendente para todos los estándares". Incluso desde el punto de vista del negocio, "es un exceso", asegura.