La hostilidad frente a los medios de comunicación, alentada por ciertos dirigentes políticos, y el deseo de los regímenes autoritarios de exportar su visión del periodismo, amenazan a las democracias.
“La promoción de la seguridad de los periodistas y la lucha contra la impunidad no deben limitarse a adoptar medidas después de que hayan ocurrido los hechos. Por el contrario, se necesitan mecanismos de prevención y medidas para resolver algunas de las causas profundas de la violencia contra los periodistas y de la impunidad”.
Así lo establece El Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre la Seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la Impunidad. La importancia de combatir la impunidad de actos contra periodistas o trabajadores de medios de comunicación es que la falta de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena (un concepto muy claro de impunidad) fomenta la repetición en forma crónica de violaciones de derechos humanos que deja a las víctimas y a sus familiares, indefensos.
El Plan de Acción llama a prevenir, proteger, investigar, juzgar y sancionar penalmente a los responsables de estos crímenes. Son obligaciones de todo Estado, mediante sus órganos responsables, concretamente, la Fiscalía General y la Policía Nacional Civil.
Crímenes como el de la periodista Karla Turcios impactaron en el 2018. Hay otros casos que no han conmocionado tanto, pero sí denotan la persistencia de serios problemas a trabajadores de medios de comunicación, como amenazas y el desplazamiento interno (una figura negada por el Estado Salvadoreño, pese a que ha sido ratificada por Naciones Unidas).
Debe existir desde el Estado un compromiso firme, no retorico de protección a periodistas. Pero la tendencia de ciertos funcionarios a descalificar a la prensa, atribuir a los medios la responsabilidad de las cifras de criminalidad no abona a ese deber. Tampoco aportan los candidatos que en tiempos de campaña se declaran emboscados en ciertas entrevistas, o que se sienten cómodos en los medios que les son afines o complacientes; o los que potencian a sitios principalmente en redes sociales, que no fomentan la tolerancia y el sano debate de ideas, sino el fanatismo.
El abuso del poder del Estado para afectar el trabajo de la prensa ha dejado claros ejemplos en Venezuela, Colombia, Bolivia, Argentina, México, Brasil, Honduras, Guatemala. El caso más reciente y que retrata el autoritarismo que muchos han estereotipado solo está en el ADN de las dictaduras de derecha, es la crisis que desde abril pasado vive Nicaragua.
Como ha dicho Reporteros sin Fronteras, el arresto de directivos de 100% Noticias es el último episodio de una amplia ofensiva gubernamental contra las organizaciones defensoras de los derechos humanos, la oposición y la prensa independiente. La semana pasada fue Confidencial el medio de comunicación que estuvo en el punto de mira de las autoridades; la policía antimotines saqueó sus oficinas.
Por eso, la hostilidad frente a los medios de comunicación, alentada por ciertos dirigentes políticos, y el deseo de los regímenes autoritarios de exportar su visión del periodismo, amenazan a las democracias.