Por Carlos F. Imendia
Desde tiempos ancestrales, ya instaurados los nahuas en el valle de Quetzalcoatitan, influenciados también por otras culturas madre como la tolteca, zapoteca, los mismos mayas, etc. Las sociedades eran dirigidas por hombres con experiencia; y guiaban a los pueblos, como el caudillo Topiltzin Axhitl; así también Moisés guió al pueblo de Israel por el desierto hasta la tierra prometida en compañía de los ancianos hebreos inspirados por Yahveh, que después gobernaron Israel hasta la era cristiana.
Las culturas antiguas eran regidas por la gerontocracia, es importante desmenuzar esta palabra y extraerla del griego antiguo; de Gerontos, Anciano y Kratos, Gobierno. Según una definición académica exacta podemos decir que es el predominio de hombres de avanzada edad en la organización social y manejo de asuntos públicos en la sociedad. También se puede vincular el termino de gerontocracia y aferrarse al poder político.
Pero, volvamos a las sociedades nahuas, en las que según el académico de renombre Miguel León y Portilla, las sociedades nahuas en las que sus ramificaciones llegan al señorío de Cuzcatlan , en base a los Huehuetlatoalli o testimonios de la antigua palabra, los huehues o ancianos eran parte nuclear de las sociedades. Yec-huehue; el apreciado anciano y la Yec-Ilama o la apreciada anciana, epicentro del cencalli (la casa unitaria). Así como se desarrollaron las misma sociedad pipil con los calpullis o “conjunto de casas” donde se podía concentrar poder, decisiones y jurisdicción en todo el Tlatocayótl – Cuzhcatán.
Dentro de las sociedades existían los Huehuetzin e Ilamatzin ; reverenciado anciano, reverenciada anciana que por la experiencia y la solvencia moral amansada en la misma existencia podían ejercer funciones de gobierno, consejo, reprender , imponer castigo, a las generaciones más jóvenes. En la Huehueyótl, vejez, senectud, y divinizados en Huehueteotl; el dios viejo, rojo, del fuego, del tiempo, de los sabios. No había decisión que no fuese consultada en el oráculo de huehueteotl en los altos teocales de Cuzcatlan.
Esa línea, viene hasta nuestro días, y quizás no la percibamos, en la política, sobre todo, la presencia de los huehues de Cuzcatlan modernos, que para algunos se les recrimina de no querer soltar el hueso y perpetuarse en la política, y no dar paso a las inexperimentadas nuevas generaciones. No hace falta mencionarlos, pero diariamente los podemos ver o escuchar en los medios, resistiéndose a pasar al retiro y a oxidarse, una sociedad como la nuestra no puede prescindir de los huehues, siempre hay experiencia con la que los políticos emergentes deben apoyarse, pero enfocados en lo positivo.
También a nivel empresarial, cultural, institucional, hay huehues a los que muchos consultan y se dejan aconsejar. Estas generaciones de cristal, pueda que los sobresalte ese orgullo muchas veces estúpido, de creerse autosuficientes y torpemente creativos, cuyos resultados se resumen en burlas y carcajadas por parte de otros, y que no hay más opción que regresar con la cabeza baja a dejarse aconsejar en el Huhuetlatoalli.