martes, 7 mayo 2024
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La herencia española de los ricos criollos

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"La independencia de los pueblos de la Nueva Granada en 1810 se enaltece como el inicio de la república, (...) pero el error de estas versiones es caer en la independencia en sí, omitiendo un acontecimiento que regó las semillas rebeldes 29 años antes: Wilmar Castillo.

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Por Wilmar Harley Castillo.

La independencia de los pueblos de la Nueva Granada en 1810 se enaltece como el inicio de la república, junto a las ideas republicanas que motivaron a aguantar frio, hambre, enfermedades a un ejército insurgente descalzo contra otro armado con la última tecnología militar. Esto y más se consolidó en las versiones de la clase burguesa (heredera de los criollos ricos que ganaron política y económicamente en este traspaso de régimen) y en algunos sectores de izquierda, pero el error de estas versiones es caer en la independencia en sí, omitiendo un acontecimiento que regó las semillas rebeldes 29 años antes.

El levantamiento de los Comuneros de 1781-1782, fue el precedente de Simón Bolívar, Antonio Nariño, Policarpa Salvalarrieta y demás héroes y heroínas de la república colombiana. Este levantamiento fue motivado por los extremos impuestos de la corona (hasta el aire respirado en estas tierras era cobrado si usted no tenía alguna ocupación) que asfixiaban a los sectores comerciantes, artesanales y campesinos, además la esclavitud también fue blanco por parte de los pueblos indígenas que veían a Tupac Amarú comer en sus mesas o cultivar la tierra con su mismo azadón, a pesar de su asesinato por pretender reemplazar a Carlos III y restituir el imperio Inca.

Con esta breve introducción, quiero señalar en este artículo un aspecto que heredó la burguesía colombiana en particular, pero hace parte de la naturaleza burguesa mundial, la traición. Las Capitulaciones fue el nombre de la lista de 36 puntos que los Comuneros hicieron reconocer al virreinato granadino y convertirse en ley, allí se encuentra la cancelación de impuestos, el reemplazo de criollos por españoles en cargos públicos, la preservación de las armas comuneras, la administración de minas restituidas por los indígenas, la abolición de la esclavitud, entre otros puntos que esencial y abiertamente rompían con la hegemonía española.

En marzo se levanta la gente, entre junio y julio se negocia con la corona y en agosto del mismo año esta desconoce lo negociado y empieza la persecución contra el movimiento comunero. ¿No nos recuerda algo? Desde el momento de conocer las Capitulaciones, el arzobispo Antonio Caballero y Góngora, la real audiencia, el mismo virrey Manuel Antonio Flórez, se enfilaron en firmar los acuerdos con la comunerada para después castigarlos por su rebeldía y enseñarle así al resto de criollos, indígenas y negros lo que les pasa si vuelven a pensar si quiera que estas tierras no son de Carlos III.

El pacificador de mentes y corazones: Antonio Caballero y Góngora

Resalto a este representante de la iglesia católica en la Nueva Granada por ser la figura diplomática que frenteó las negociaciones con la comunerada. Se mostró como un aliado de sus pretensiones, siempre escuchando y aconsejando a sus interlocutores con la calma y paciencia de un padre amoroso. ¡Mentiras! Su papel fue el de infiltrarse en la confianza del adversario, poner la capa de legitimidad a las negociaciones, hacer creer a la dirigencia comunera que la corona cedía a sus intereses, mientras se reorganizaba el ejército real, los montajes judiciales, las penas de muerte y el plan de restablecimiento de la colonia junto a la persuasión de las comunidades de las zonas de los comuneros (lo que ahora se conoce como los departamentos de Santander, Norte de Santander, Boyacá, Cundinamarca y Caracas, Zulia de Venezuela) de no rebelarse contra la corona para evitar ir al infierno y rechazar las capitulaciones.

Juez, testigo y verdugo: La real audiencia

Como cuerpo encargado de cogobernar con el rey y virrey, también ejercía como vigilante de la ley y su cumplimiento, además de imponer las penas respectivas si alguien violaba esa normatividad. En este relato, la real audiencia promulgó las órdenes para enjuiciar y castigar con la muerte, la cárcel y el exilio a una parte de la dirigencia comunera y demás miembros como parte del levantamiento, dentro del plan de desconocimiento de las Capitulaciones. Los casos de José Antonio Galán y Francisco Berbeo serán los ejemplos para explicar mejor esta parte.

En el movimiento comunero convivieron los criollos adinerados y los que solo tenían su fuerza de trabajo. El negro Galán hizo parte de los segundos pero como comunero, impulsó la rebelión desde el municipio de Facatativá (Cundinamarca) hasta el municipio de Honda (Tolima), inspirando a las comunidades a levantarse contra la corona y reuniendo gente a su paso para combatir. Pero no fue su arrojo en la batalla su única faceta ejemplar, la honestidad y respeto por el adversario también arrancó suspiros, ya que por su paso por los pueblos no robó plata ni objetos de valor a los españoles a pesar del bochinche, por el contrario, devolvió ordenadamente lo que alguno de sus compañeros tomó sin previa autorización. No obstante, Galán fue sentenciado a muerte (descuartizamiento y puesta de sus miembros en plazas públicas) bajo montajes judiciales que nunca fueron comprobados, entre esas el robo de plata española, incesto con su hija y otras calumnias que solo fueron inventadas para justificar su caza y asesinato.

Por el contrario, Berbeo fue un representante de la naciente burguesía criolla en el movimiento comunero, llegando a ser su capitán general. Su tajada en las capitulaciones, fue pedir el puesto de corregidor en el Socorro y San Gil con plena autonomía política y económica (hasta sueldo de mil reales se puso), para ser desconocido y cancelado dicho punto el 02 de abril de 1782. Este personaje también será recordado por argumentar que su papel en el movimiento comunero fue por obligación de un pueblo airado y que gracias a su mando, la insurrección hubiera terminado en el pillaje y la anarquía. 

La traición como estrategia 

Para desmontar la rebelión en las mentes y corazones de la muchedumbre protagonista y espectadora, restablecer el orden señorial y desaparecer a los liderazgos, los españoles impulsaron cuatro acciones: 

Movilización de tropas militares a la capital Santa Fé: con el fin de defender este centro de poder y devolver a la corona la administración de las minas de sal de Zipaquirá que habían sido recuperadas por los indígenas de Nemocón durante la comunerada. 

Apagar el fuego de las gentes por medio de monjes capuchinos: quienes fueron los peones de Antonio Caballero y Góngora en esa jugada explicada arriba. 

Prisión y asesinato a liderazgos comuneros: Las muertes de Galán, su hermano, Alcantuz, y otros rebeldes fue la cereza del pastel, ya que previamente se empezó con arrestos y exilios a otros miembros comuneros (sobre todo residentes en Santa Fé) que fueron considerados influyentes en futuras rebeliones en contra de la corona, por lo que debían ser arrestados y llevados a Cartagena o al continente africano, rápidamente. 

Borrar las capitulaciones firmadas por parte de la real audiencia: todo lo acordado fue solo papel con tinta utilizado para desmovilizar a un movimiento insurreccional que se regó a departamentos como Antioquia, Chocó, Nariño, Tolima, Huila y parte de Venezuela. 

La pretensión real de esta estrategia integral fue la preservación del régimen español sobre la Nueva Granada por medio de la traición. Con esto se demuestra la herencia recogida por la oligarquía colombiana, nuestraamericana y del mundo en materia de resolver conflictos con los pueblos, que se puede sintetizar en: incumplir, matar y preservar. El orden de los factores no altera su pillaje de clase. 

Referencias: 

Los Comuneros. Manuel Briceño. Bogotá. Panamericana Editorial, 2010.

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Wilmar Harley Castillo
Wilmar Harley Castillo
Comunicador social, especialista en Política Pública para la Igualdad. Columnista y comunicador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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