viernes, 26 abril 2024
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La batalla de Venezuela es la batalla de la verdad y de la paz

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La reunión extraordinaria de la CELAC que se celebró hace unos dí­as en San Salvador a solicitud de Venezuela ha servido para oí­r aplaudir en nuestro paí­s a aquellos que Martí­ llamaba “pensadores canijos” por el supuesto “fracaso” de la cita del CELAC. Con ello han evidenciado que no están dispuestos a apoyar las ví­as pací­ficas -el diálogo entre el gobierno bolivariano y la oposición, apoyado por el Papa Francisco-, sino a

exacerbar la violencia

 

para derrocar al presidente Maduro, sin importar las muertes de personas indefensas. Es esa la filosofí­a del “daño colateral”, del “cálculo de vidas”, donde la vida humana es superflua.

Como una contribución de parte del gobierno de Maduro a una salida pací­fica a la crisis se da la convocatoria a una nueva Asamblea Constituyente. Este es un paso sumamente audaz de parte de la revolución bolivariana. Se está ofreciendo la oportunidad de someter el orden polí­tico revolucionario a la prueba más crucial, a la prueba más válida de todas: la de la voluntad popular, que será la que ratifique, rechace o corrija el texto constitucional del paí­s, reflejando, así­, el consenso social. Además, el referendo está diseñado para que participen, como miembros de la constituyente, representantes de todos los sectores sociales, incluyendo a la empresa privada. Pero este paso audaz, esta muestra de voluntad polí­tica para buscar un gran consenso nacional y frenar la situación de violencia, no ha bastado para que la oposición venezolana cambie de actitud y dé también, por su parte, una muestra de buena voluntad al cesar la violencia.

Este momento histórico es delicado para el paí­s sudamericano. Sobre él pende la amenaza de una escalada de guerra abierta, ya sea mediante la agresión de los elementos de la derecha fascista local o mediante una intervención desde el exterior. En este sentido, es una locura exacerbar la violencia. La oposición, dí­a tras dí­a, promueve agresiones, incendios, “guarimbas”, para provocar al gobierno bolivariano para que este responda de forma igualmente violenta. Sin embargo, este ha hecho acopio de una sensatez que algunos confunden con cobardí­a, pero que es responsabilidad por las vidas humanas.

 La oposición está jugando con cerillos sentados en el barril de pólvora que ella misma ha colocado. Una guerra civil promocionada por la derecha o una intervención militar norteamericana atentarí­an contra la paz en la región y estarí­an diciendo que ningún gobierno, por mucho que haya sido respaldado por su pueblo en las urnas, debe desobedecer a las cúpulas empresariales y a las oligarquí­as locales, porque le espera el mismo camino. Un camino en el que la OEA, por cierto, ha dado una triste contribución. Pero el camino de la paz y de la verdad en Venezuela lo apoyamos los hombres y mujeres que no queremos más guerras.

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Luis Alvarenga
Luis Alvarenga
Columnista

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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