El Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), organización internacional que impulsa la cooperación público privada, divulgó a finales de septiembre el Informe de Competitividad Global (ICG) 2016-2017, que se basa en el análisis de unos 110 indicadores para evaluar la competitividad en 138 naciones.
Independientemente del grado de credibilidad que según el criterio de cada quién se le conceda al ICG, queremos destacar que dicho informe incluye el seguimiento a indicadores que dan pistas sobre el comportamiento ético de las empresas, la orientación al consumidor. Por cierto, es llamativo que estos temas casi nunca aparecen en la difusión que sobre el ICG realiza la mayoría de los medios de comunicación tradicional en nuestros países.
Para tener una opinión del tema hemos analizado el ranking del ICG desde 2008 hasta el 2016; al respecto, vale la pena recordar que en el ICG 2016-2017 la posición 1 ubica el país más competitivo y la 138 es para el menos competitivo.
Pues bien, hemos revisado los datos para los siguientes países de América Latina y el Caribe: 1) Argentina, 2) Barbados, 3) Bolivia, 4) Brasil, 5) Chile, 6) Colombia, 7) Costa Rica, 8) Ecuador, 9) El Salvador, 10) Guatemala, 11) Honduras, 12) Jamaica, 13) México, 14) Nicaragua, 15) Panamá, 16) Paraguay, 17) Perú, 18) República Dominicana, 19) Trinidad y Tobago, 20) Uruguay y 21) Venezuela y los resultados no dejan de sorprender.
Al revisar el ranking del indicador “Comportamiento ético de las empresas” entre 2008 y 2016, se establece que éste va en caída libre, ya que dicho indicador mostró leves avances solo en 3 de los 21 países de la región, destacando el caso de Jamaica donde mejoró en 25 posiciones.
En el otro extremo, los países donde el comportamiento ético empresarial ha tenido mas deterioro en este período son: El Salvador, Brasil, Guatemala, Colombia y México, tal como se muestra en la siguiente tabla.
Como se observa en la tabla anterior, el promedio de la región sobre el comportamiento ético empresarial subió en 16.57 puntos entre 2008 y 2016, lo que significa que desmejoró en el período, situación que de alguna manera interpela la efectividad de iniciativas que, entre otros objetivos, promueven la responsabilidad social empresarial.
El deterioro de este indicador sin duda ha impactado en otros como el “grado de orientación al consumidor”, el cuál evalúa cómo las empresas tratan a sus clientes. De acuerdo al ICG, en los últimos 9 años, dicho indicador mejoró principalmente en Ecuador, Honduras, y Guatemala, y se deterioró en países como Brasil, Chile y Barbados, tal como se muestra en la siguiente tabla.
Aunque se tengan diferencias con la metodología seguida en el ICG, lo cierto es que sus resultados son una especie de “voz oficial” en materia de competitividad; el ranking revelado por el ICG refleja que, a pesar de los esfuerzos emprendidos para impulsar la responsabilidad empresarial y para fortalecer la legislación de protección al consumidor, en América Latina y el Caribe aún persiste un alto comportamiento empresarial no ético, lo que tensiona las relaciones de consumo en perjuicio de los intereses de los consumidores.
Así entonces, aún queda mucho camino por andar, y para avanzar mejor en esa ruta consideramos que será clave un diálogo franco entre la ciudadanía, la institucionalidad del Estado y los gremios de la micro, pequeña, mediana y gran empresa, a fin de identificar e impulsar estrategias en favor de la competitividad, así como políticas públicas y prácticas empresariales que aporten al desarrollo de una economía más inclusiva en nuestros países.
*Artículo también publicado en el blog “Consumo y Ciudadanía” (https://consumoyciudadania.wordpress.com Armando Flores es fundador y ex Director del Centro para la Defensa del Consumidor, ex Presidente de la Defensoría del Consumidor y ex Ministro de Economía en El Salvador.