Por supuesto hay quienes condenan la democracia haciendo memoria de que la mayoría condenó a Jesús en lugar de condenar a criminales.
También los hay quiénes por ser graduados de universidades afirman que su voto debería ser equivalente a cuatro sin título ej.: un albañil, un carpintero, un trabajador del campo y un soldado.
En el primer caso se les olvida que la voluntad de Dios era entregar a su hijo para salvar a la humanidad. No fue una mala campaña publicitaria la que condujo a Jesús a ser crucificado.
Aristóteles decía, la democracia es el gobierno de los pobres y por eso los mejores, debemos trabajar para que la mayoría nos elijan.
En el segundo caso los que piensan que su voto vale más que el menos capacitado académicamente, se les olvida que son humanos y que entre ellos hay egoístas, evasores de impuestos, explotadores y personas sin escrúpulos, igual que en los no titulados.
En El Salvador desde la independencia las pocas familias han gobernado y decidido el destino de la mayoría, lastimosamente su visión solo alcanzó para su enriquecimiento y claro se preocuparon para que no faltara mano de obra para cultivar y cosechar sus latifundios, oponiéndose a financiar el sistema educativo del país.
Durante más de cien años los que se creyeron los mejores lograron que sus empleados fueran electos para gobernar y además su egoísmo provocó dos guerras que acabaron con la vida de más de 100.000 personas.
La primera guerra en 1932 casi hace desaparecer nuestra raza original y con la segunda intentaron eliminar la generación 1946 – 1964, de haberlo logrado las derrotas electorales de febrero 3 2019 y 28 2021 no hubiesen sido posibles; pues eliminada esta generación la concientización del pueblo no se hubiese dado.
La concientización popular, es la responsable del histórico y trascendental resultado electoral en El Salvador en febrero de 2021.
El viejo sistema de engaño en el que el pueblo elegía a los empleados de los explotadores dejaría de funcionar.
La unidad de “conciencia” dictaba que poner fin a la explotación, abusos, mala salud, educación, inseguridad, corrupción y miseria, debían terminar, si un futuro de paz y prosperidad se deseaba lograr.
Y la única posibilidad para hacerlo era democrática y pacíficamente ejerciendo el derecho al voto.
Las dos inútiles guerras, dejaron como lección que sirvieron para eliminar la oposición a los explotadores y ellos volvían a consolidar su poder.
Derrotarlos parecía imposible pues controlaban el gobierno, el sistema electoral, la prensa y el billete para sobornar, pagar plumas y gatilleros. Los fundadores de ARENA en mayoría sucumbieron a los dólares, el FMLN guerrillero fue desplazado por el partido y este se vendió.
Vencerlos publicitariamente era imposible.
El trabajo que los derrota se venía desarrollando por décadas y por miles de individuos quiénes concientizaban familiares, vecinos, amigos y extraños de la necesidad de un cambio de estructura, si el progreso se deseaba alcanzar.
Esta labor finalmente unifica a la masa suficiente y el 3 de febrero del 2019 en las urnas, se pone fin al bipartidismo.
Electo el nuevo presidente y su gabinete con sus acciones y obras fortifican la conciencia al priorizar en sus acciones al pueblo, a pesar del sabotaje que el poder judicial y legislativos en manos de los explotadores llevan a cabo.
Llega el 28 de febrero del 2021 y se debe elegir a nuevos miembros de la asamblea legislativa. Y la conciencia popular fortalecida se convierte en una victoria electoral sin precedentes en la historia de El Salvador.
Nuevas Ideas obtiene la mayoría simple y calificada en la Asamblea Legislativa, pudiendo entonces sin alianzas aprobar presupuesto, elegir magistrados de la Corte Suprema, fiscal general y corte de cuentas.
Un paréntesis, dos preguntas. ¿Cuántos votantes, cree el lector, que sabían que el voto masivo daría poderes adicionales al presidente? ¿Escucharon durante la campaña solicitar votos, para ganar la mayoría calificada en la asamblea?
Es aquí donde la ignorancia política es evidente en quiénes creen que la razón de su derrota fue Nayib Bukele. Ignorando las décadas de inseguridad, mala educación, mala salud, malos servicios, enriquecimiento ilícito y gobiernos corruptos, factores que crean “conciencia en el pueblo” y motivan a ejercer el voto para demandar la reestructuración del gobierno, esencial para vivir una vejez en paz y forjar un futuro promisorio para hijos y nietos.
Un nuevo El Salvador.
(*) Ernesto Panamá es Escritor