Por: Wilmar Castillo.
El padre Camilo Torres Restrepo no deja de descansar en cada 15 de febrero donde se conmemora su asesinato a manos del ejército colombiano, cuyas razones políticas son la almendra de las actividades alrededor de esa fecha. Entre otras cosas, se está pasando en las salas de cine de Colombia un nuevo documental sobre Camilo, realizado por la documentalista colombiana Marta Rodríguez junto a Fernando Restrepo, figura importante en este género audiovisual en el país y me atrevo a decir que a nivel mundial también, por lo que compartiré algunas críticas a este documental que ha despertado suspiros y preguntas.
Camilo dejó este mundo el 15 de febrero de 1966, así que 58 años después hay muchas personas que no supieron de la existencia de este líder social con sotana, por lo que el documental “Camilo Torres Restrepo, el amor eficaz” desempolva la figura y el legado de Camilo a las jóvenes generaciones que por alguna razón desconoce este episodio de la historia colombiana. Con el clásico recuento de su trayectoria política y académica en medio de un contexto histórico también explicado por medio de imágenes de archivo de otros documentales de Marta y otros directores, presenciamos una narrativa propia de los sectores que bebemos de Carlos Marx para contar y analizar la historia. Una manera fresca de exponer la narrativa tradicional de la izquierda colombiana.
En la conversación que Marta tiene con Camilo durante el film, deja ver su desacuerdo con a la decisión de irse pa´l monte a desarrollar una lucha armada a la que el cura era completamente ajeno, pues como dijo Marta “tus manos estaban hechas para dar amor, no para disparar un arma”. Su crítica también apunta a la ingenuidad de Camilo de creer que el pueblo en su mayoría iba a seguir su ejemplo insurgente basándose en una supuesta voluntad popular de ir hasta las ultimas consecuencias por la revolución social colombiana, exponiendo además de la ingenuidad del cura revolucionario sobre su amado pueblo, un afán por hacer la revolución y que sería en corto tiempo pero la realidad de los 60 era otra a pesar de la efervescencia social y política que vivía el país con las autodefensas campesinas, el Frente Unido (movimiento político que impulsó Camilo) y el contexto de guerra entre conservadores y liberales que aún persistía.
Esta conversación ficcional entre la directora con la supuesta voz de Camilo me despertó más de un suspiro, pues dio la posibilidad de imaginar que era él quien realmente hablaba y de manera franca y crítica abordaba su corto activismo político y académico. Este plus del documental gana importancia por compartir más reflexiones acerca de la necesidad de cambios estructurales en Colombia, acerca de la lucha armada en nuestros días, retoma el rasgo asesino de la oligarquía criolla contra sus adversarios, al igual que ahonda en las raíces teóricas y teológicas que encarnó Camilo y los curas que siguieron su ejemplo a partir de 1966.
Sin embargo, hay un leve amargor en lo dicho por Marta. El documental no pasa desapercibido las movilizaciones durante el régimen del expresidente Iván Duque y el Paro Nacional del 2021 como contexto de la vigencia del pensamiento de Camilo, la documentalista reproduce el hecho que matan a los liderazgos sociales y a cualquiera que critique el orden de cosas en este país, manchando así de desesperanza el hilo conductor de la historia de luchas populares hasta la actualidad. Mi punto no es ignorar esta realidad histórica que caracteriza a la clase rica colombiana de matar a quien se le atraviese en sus planes, que de hecho es un rasgo de su ser oligarca aquí y en cualquier parte del mundo, pero el énfasis que le dá la directora genera un corto circuito entre la narración.
Al mismo tiempo se va enganchando el mensaje de inspiración y vigencia que aún tiene la figura de Camilo, sus ideas, sus análisis sobre la realidad del país y los objetivos de revolución que compartió hasta su último resuello. Estas dos caras del documental deja cierta ambigüedad en la intencionalidad de los dos directores con respecto al cura, o tal vez quisieron decir ¿que a pesar de los riesgos de la lucha social es necesario alcanzar esos objetivos comunes de transformación? Personalmente me inclino por el mensaje ambiguo.
Estoy de acuerdo con la y el director en que Camilo no debió precipitarse en combatir en la guerrilla en el momento inicial del Frente Unido, porque logró reunir diferentes tendencias de la izquierda y a diversos sectores de la clase popular alrededor del sueño de transformación social. Me sumo también a la postura del padre jesuita Javier Giraldo (que también sale en el documental) de por lo menos respetar a quiénes deciden emprender la lucha armada así no se esté de acuerdo con esta. Es decir, el problema con la incorporación de Camilo fue por el momento y no por la lucha armada en sí, es más, me atrevo a decir que Camio hubiera logrado ayudar a coordinar mejor a los grupos armados de tendencia revolucionaria con el Frente Unido y los demás procesos organizativos de la época.
Agradezco a Marta y Fernando por compartir una creación audiovisual que combina la reflexión, la memoria, el pensamiento crítico y el debate de manera creativa, demostrando su vigencia en estos días de levedad, felicidad despreocupada, hiperindividualismo (1), acumulación por despojo e irrupción de fascismos contemporáneos. Ojalá las pocas o muchas personas que fuimos a las salas de cine o alquilaron el documental por la página de Marta (2) nos animemos a producir creaciones que no dejen morir la reflexión y el pensamiento crítico a partir de la memoria de personas que dejaron huella por su ejemplaridad y consecuencia con los ideales comunes de vida digna y transformaciones estructurales.
Notas:
