FUDEM es una organización no gubernamental creada y dirigida por mujeres empresarias, realiza una magnífica labor en la prevención, educación y atención a la población de bajos ingresos con problemas de salud visual. He tenido la oportunidad de recibir sus servicios por más de diez años, al principio con anteojos de bajo precio y luego con operación de cataratas de mis dos ojos. Su sistema de atención médica visual es uno de los mejores que he conocido en América Latina.
Hace aproximadamente dos meses hice una cita y me presenté a la hora indicada, me dirigí a la caja para pagar el valor de la consulta, pero allí me dijeron que no debía pagar porque era parte del seguimiento médico para ver el resultado de mi última operación de cataratas; de la impresora surgió un documento con dos copias, una de ellas me fue entregada y me dijeron que esperara en la sala de espera hasta que me llamaran por mi nombre. Me senté, me puse a platicar con una señora campesina que estaba a mi lado, sobre la situación económica, a los diez minutos la llamaron para que se hiciera los exámenes visuales; continué conversando con una muchacha citadina que estaba preocupada por la falta de empleo, como a los quince minutos la llamarón; me puse a ver la televisión sobre los problemas de la visión por más de media hora; comencé a desesperarme y cuando la espera llegó a la hora y media, le pregunté a una de las empleadas sobre cuál era el problema por el cual no me llamaban (no vino el médico que me operó, tuvo que atender una emergencia, salió a almorzar, etc.); ella me pidió que le enseñara la copia del documento que me habían entregado, me dijo que me habían dado la copia que se envía al archivo para que busquen el expediente médico, como el expediente no había llegado al consultorio no me habían llamado; fue a conversar con su supervisora y a los cinco minutos me estaban llamando, pidiéndome las disculpas del caso. En esa ocasión me hicieron los exámenes de la vista y el médico que me había operado me dijo que no me podía quitar los puntos, porque los resultados no eran los mejores y me dio una cita para seis semanas después.
A las seis semanas me presenté, pagué la consulta, me aseguré que me dieran la copia del documento que me correspondía y me senté a conversar con mis vecinos en la sala de espera; todos mis vecinos fueron llamados, fuimos quedando muy pocos, y cuando había pasado una hora hablé con la misma empleada que me había atendido en la vez anterior, le enseñé el documento que me habían entregado, se lo llevó para adentro de la consulta; durante la hora siguiente ella salió a llamar a pacientes como diez veces, en algunas ocasiones me hizo una seña para que esperara, mostrando una expresión facial de sentir lástima de mí; finalmente me llamó y me dijo que no encontraban mi expediente médico, pero que su supervisora estaba haciendo las gestiones necesarias para que el médico me atendiera; a los cinco minutos me llamaron, me hicieron los exámenes de la vista y luego la enfermera conversó con las cinco personas que estaban sentadas esperando al lado de la puerta de mi médico, para explicarles el problema y cuando ellas estuvieron de acuerdo me pasaron inmediatamente con el médico; este me dijo que era muy raro que se extraviara un expediente en el archivo de pacientes; yo le expliqué que es muy difícil evitar el error humano; el médico me enseñó que en su computadora se encontraba toda la información que contenía el expediente y me explicó que todavía no se ha completado el proceso de automatización y que todas las tareas anteriores al de la consulta médica todavía se realizan con el expediente escrito en papel.
Mis felicitaciones sinceras a FUDEM, tanto al personal como a sus directivos, por el enfoque humano y la celeridad en la prestación de los servicios; lástima que yo sufrí la excepción a la regla.