sábado, 13 abril 2024
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Estados Unidos, un saqueador de mierda

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Estados Unidos le roba a nuestro paí­s a mano armada, y como imperio secular dirige casi todas las jugadas geopolí­ticas en Honduras y el mundo. Por una visión provinciana alimentada por la mentira oficial de los mass media y por tantos dispositivos que operan en la superestructura mundial, muchos hondureños incluso quienes militan en la izquierda idealizan el modelo de la democracia romántica estadounidense de lucha de los derechos civiles como perfecta y arquetipo de cualquier proyecto social, pero en sus aseveraciones soslayan las perversidades del sistema, cuyas estructuras complejas y difusas hacen difí­cil comprender el espectro de poderes que se ponen a funcionar para tirar un brochazo de humanidad a su codicia exacerbada, a su pervertida polí­tica exterior, a su proteccionismo económico, al control corporativo mundial, y a las guerras que bajo excusas risibles causan miles de muertes que no merecen minutos de silencio en el escenario del culto mundo occidental, porque son parte de los perjuicios colaterales del progreso de la evolucionada civilización de fusiles, marines, drones y Hollywood.

Paradójicamente las remesas extranjeras son las que sostienen la economí­a hondureña. Sin embargo, estas son producidas por el sudor de los trabajadores hondureños vulnerables en el mercado laboral por su condición de indocumentados, y como contraprestación se relativizan los miles de billones de rentas que se llevan las multinacionales, fuera de los estudios elementales de la plusvalí­a marxista. Sin embargo, sin subjetividades y con el rigor de los números es preciso hacer un estudio comparativo entre los beneficios que recibimos de Estados Unidos, y los perjuicios que sufrimos a causa de su dominio, y nos enteraremos que Estados Unidos nos roba el paí­s a punta de pistola y de diplomacias de buitres.

Las remesas enviadas a Honduras por los nacionales que viven en el exterior, principalmente de Estados Unidos, restándole las sumas de los exiliados económicos en España, y otros paí­ses europeos, crecieron un 9.9% en el primer semestre del año 2015 hasta alcanzar 1472 millones de dólares.

Las cifras oficiales confirman que en el perí­odo que va de 1998 al 2015, solamente en 2009 las remesas familiares tuvieron una disminución de US$ 302 millones, equivalente al 11% con respecto al año anterior. En todos los otros años la constante ha sido el crecimiento, en dos dí­gitos en los primeros ocho años (1998-2006) y de un dí­gito de ahí­ en adelante, a una media de 6.5%. En el perí­odo de 18 años en total (1998-2015) las remesas han crecido 16 veces, pasando de 220 millones de US dólares (en 1998) a 3,700 millones de US dólares (estimado en el 2015). Las estadí­sticas anteriores demuestran que si comparamos los montos anuales de remesas en relación a otros indicadores macroeconómicos claves ““como son inversión extranjera, cooperación, maquila y exportaciones ““ las remesas continúan siendo el mayor estabilizador económico del paí­s como generador de divisas. Resulta irónico como en la vieja tradición de pugna entre el capital y el trabajo, el de nuestros compatriotas se impone a la triste timidez del empresariado que con prepotencia se presentan como los bastiones relevantes de la economí­a y se creen con derecho de mandar en el paí­s cuando su aportación es de pigmeos.

El Banco Central de Honduras reveló que la deuda pública de Honduras con el Fondo Monetario Internacional, con el Banco Mundial, con el Banco Interamericano de Desarrollo y con otros financieros ligados a corporaciones y holdings de Estados Unidos ha crecido en un 90% en los últimos años. La deuda Pública pasó de 4,800 millones en 2010 a una cifra de 9,000 millones en 2015 y hoy ronda los 15 millones de dólares. Además, el pago de intereses de la deuda externa, es la segunda fuente de egresos del gobierno central de Honduras, y representa el 30% del presupuesto aprobado para el funcionamiento de la administración central durante el perí­odo 2015-2018.

Las implicaciones de estos números disminuyen las cifras que se destinan para salud y Educación, y no podemos atribuir como un descuido el hecho de que no hayan medicinas en los hospitales, pues esto es lo resultante de un gobierno atado al pago de intereses de una deuda que nunca se pagará, porque el saqueo de intereses permanentes y usurarios es la principal preocupación y reclamo de los Estados Unidos, representados en esos organismos, al gobierno de Honduras. Además, para el pago de servicios de la deuda externa es que a exigencia de los organismos de crédito se han despedido masivamente empleados en la Empresa Nacional de Energí­a Eléctrica, Hondutel, Sanaa y la Dirección Ejecutiva de Ingresos creando desempleo, y dejando a miles de hogares sin ingresos.

Las exoneraciones fiscales, incluyen la inversión extranjera directa, los organismos internacionales, las maquilas, las comidas rápidas, los call center, las fundaciones y asociaciones extranjeras que sumadas todas dejan de pagar 23 mil millones de lempiras anuales. La legitimación de estas exoneraciones es que traen empleos al paí­s, pero estas empresas pagan menos que las pequeñas y medianas empresas, repatrí­an las utilidades a sus paí­ses de origen y tratan a sus empleados como esclavos. Sólo de imaginar esta clase de privilegios da escalofrí­os porque estas exoneraciones representan el 42% de la recaudación de impuestos totales, razones suficientes para afirmar que una simple tienda de abarroterí­a beneficia más al paí­s que una maquila, que un restaurante de McDonald, o uno de Burguer King o un Pizza Hut que de por sí­ representan la cara culinaria del imperio, aunque ya se haya estudiado los graves desequilibrios que estas comidas rápidas causan a la salud humana.

La principal base militar estadounidense en Honduras es la base de Palmerola en Comayagua, la base Soto Cano. Desde ahí­, se urden conspiraciones y se trasladan presidentes defenestrados. Allí­ establece su estrategia el Comando Sur para la región centroamericana, incluso para los ataques al sur de América Latina. Los esfuerzos nimios de los gobiernos por crear un Aeropuerto Internacional se han tropezado con amenazas veladas y con golpes de Estado.

Además una empresa Estadounidense consiguió a través de Serna y la Procuradurí­a General de la República, la Concesión de la Zona de la Mosquitia para realizar estudios sobre la existencia de petróleo en la Zona. Hemos sido testigos como con el pretexto de luchar contra el tráfico de drogas se ha llevado a crear conflictos internos para desmovilizar comunidades enteras en Auka y otras zonas de la mosquitia;y como agentes de la DEA asesinaron a 5 misquitos incluyendo menores y una mujer embarazada en un operativo nocturno; como utilizaron el supuesto descubrimiento de una ciudad antigua, ya antes inventariada y conocida públicamente en el patrimonio hondureño, para hacer toda clase de publicidades tercermundistas con National Geografic. Además, Estados Unidos tiene una base militar en Islas del Cisne, en Puerto Castilla y en San Pedro Sula y entrena a los soldados hondureños en temas de contrainsurgencia para eliminar cualquier brote de subversión que linda con el reclamo de derechos sociales.

En la última década del siglo XX, el gobierno local abandonó las inversiones públicas en la agricultura, en crédito rural, asistencia técnica, garantí­a de compra de los productos seguros para la producción, a petición del consenso de Washington con la excusa de que ahora es el mercado quien debe resolver toda clase de asuntos, y abandonaron a los campesinos al azar de sus destinos individuales, aumentando todaví­a más los niveles de pobreza y de desigualdad social. Los programas de ajustes estructurales implementados por el repunte del neoliberalismo y el consenso de Washington que buscaban eliminar la intervención del Estado en los asuntos públicos, y promover los procesos de privatización de bienes y servicios, son los que en el fondo promueven las reformas institucionales, y de las polí­ticas públicas del Estado en el sector agrario.

El punto de quiebre de la experiencia en el Valle del Bajo Aguán lo constituye La Ley para la Modernización y Desarrollo del Sector Agrí­cola del Paí­s, puesto que formula un marco legal confuso que favorece al mercado del fondo de tierras que pertenece al sector reformado. Con la compra de la deuda del ferrocarril nacional a los bancos ingleses de la Goldman Sachs, Estados Unidos toma en concesión las mejores tierras costeras de Honduras para el enclave bananero y al sol de hoy no han sido devueltas.

Hacia finales de la década de los veinte, la United Fruit Company empezó a experimentar con la producción de palma africana en Honduras, pero serí­a hasta los años setenta cuando el cultivo se consolida gracias a la inversión del Estado y los préstamos del BID.

En la década de 1990, en el contexto de la contrarreforma agraria, la producción empezarí­a a pasar a empresas privadas con un significativo apoyo de las instituciones financieras internacionales. Por ejemplo, en 2009, alrededor del momento cuando inicia el “boom” de los agro combustibles, la IFC invirtió $30 millones en el emporio palmero de la Corporación Dinant, la que además disfrutaba de financiamiento por parte del BID, del Banco Mundial y del BCIE (aunque algunos de estos créditos luego fueron cancelados, al igual que sucedió con el ya mencionado caso del préstamo de la DEG). Dinant también recibió créditos de carbono bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto para el cambio climático.

La Escuela Agrí­cola del Zamorano es un ejemplo de la primera y antigua ciudad modelo en Honduras. Allí­ esta zona privilegiada está libre de impuestos. Con una velada polí­tica de investigación el zamorano pareciera ser socia o adoptar la prácticas nefastas de Monsanto, y siembra en las comunidades vecinas semilla mejorada, creando su propio banco de semilla, que inexorablemente va a ser patentada como privada e intentará borrar del mapa del futuro a las semillas originarias, y privará para tragedia de estos pueblos a los campesinos y a la gente que sobrevive en la pobreza del acceso al alimento barato. Cualquiera puede constatar cómo esta transnacional ha cercado la carretera que conduce a Gí¼inope, quitándole el derecho de servidumbre a decenas de comunidades. Las ciudades modelos que crearán Estadounidenses serán ciudades Estados que atomizarán el paí­s, y restaran fortaleza al Estado nacional dejándolo incluso sin identidad territorial que es la última soberaní­a que conservaban los estados bajo el pacto social y constitucional.

Los proyectos mineros dominadas por empresas estadounidenses tienen como ventaja económica inconmensurable una ley de minerí­a que le da igual valor al oro, a la plata, al cobre, una boberí­a en pleno siglo XXI de la postmodernidad que nos recuerda a los indí­genas del renacimiento y la Colonia que cambiaban el oro por cuentas de vidrio.

Lo Rí­os que según la constitución de la República son de todos los hondureños han sido concesionados a empresas internacionales ligadas al capital transnacional Estadunidense, y se han embargado por 50 años y algunos por 100 años, y ningún Congreso Nacional tiene la facultad de comprometer al Estado por el siguiente perí­odo constitucional según el artí­culo 205 de la Constitución de la República, pero mientras más se regala, la constitución sigue siendo de papel crepé.

A nivel religioso las sectas evangélicas dominan el panorama nacional apoderándose del espí­ritu de la mayorí­a de hondureños, decantándose por una moral individual al que le importan poco los problemas sociales y las preocupaciones colectivas. En cada pueblo, ciudad, vemos diseminados miles de templos de sectas evangélicas, y como joyas arquitectónicas los templos de los mormones se imponen a las modestas viviendas hondureñas en un claro mensaje de superioridad, y ostentosidad de la cultura estadounidense de consumo al tenor de las denominadas teologí­as de la prosperidad. Las parvadas de mormones y testigos de Jehová, y miembros del cuerpo de Paz llevan información de inteligencia importante al gobierno estadounidense sobre la situación en Honduras.

La USAID en Honduras funciona para lograr crear acciones de guerra de Cuarta Generación, para lo cual ha creado diversos mecanismos y organizaciones de inteligencia, como son la Central de Inteligencia de Americana (CIA), las acciones del Pentágono, con sus marines, las operaciones del Servicio Secreto y el FBI, para imponer la Ley Patriota, pero a nivel de acciones civiles han creado la USAID.

La USAID, es la institución estadounidense encargada de distribuir la mayor parte de la ayuda exterior de carácter no militar. Es un organismo independiente aunque recibe directrices estratégicas del Departamento de Estado. Actúa directamente o a través de agencias subsidiarias, su objetivo central es el de reforzar la polí­tica exterior estadounidense, “cooperando con” los paí­ses receptores en las áreas económica, agrí­cola, sanitaria, polí­tica y humanitaria. Fuera de esta fachada presentada por los EEUU, esta agencia ha sido objeto de duras crí­ticas, siendo acusada frecuentemente. De la misma manera se muestra la Fundación Nacional para la Democracia, de trabajar en colaboración con la CIA o de realizar actividades propias, de la misma CIA en diversos escenarios, como son la desestabilización de gobiernos no alineados con las polí­ticas de Estados Unidos usando distintos medios.

Las propias autoridades del organismo han reconocido su apoyo a fuerzas polí­ticas opositoras a gobiernos de América Latina, incluso en aquellos en que los regí­menes son democráticos. De esta manera el Pentágono se encarga de las acciones tradicionales militares, el Departamento de Estado ejerce la diplomacia y la USAID penetra, infiltra y controla a las poblaciones civiles. La USAID funciona para promover a los intereses económicos y estratégicos de Estados Unidos en casi todo el planeta. La historia de USAID se remonta al Plan Marshall de reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial y al “Punto cuatro” del Programa de ayuda a los paí­ses pobres de la Administración Truman. Depende directamente de la Secretarí­a de Estado del gobierno norteamericano. Desde 1961, es la agencia principal de intervencionismo directo de EE.UU en nuestros paí­ses.

Las comercialización de combustibles por parte de la Exxon Mobile, la Texaco y la Shell nos roba al año más de 60 millones de dólares, y el Departamento de Estado expresó su desagrado cuando en el gobierno de Zelaya se les quitó ese negocio de buitres a estas afortunadas empresas, que roban con la persuasión engañosa de los números que crecen en sus ganancias y bajan en nuestros bolsillos.

La justicia hondureña está sujeta a los dictados de los Estados Unidos que extradita a quien quiere y sobre todo a los enemigos geopolí­ticos. A algunos porque aunque están implicados en lavado de activos, las razones se extienden a las discordancias geoestratégicas; y mientras que en otras instituciones financieras y bancarias que están metidos al negocio del lavado de Activos, no les hace ninguna clase de extradición a sus dueños porque estos bancos son necesarios para sus intereses, y para los intereses de sus lacayos del gobierno que siguen realizando sus graves defraudaciones y siguen haciendo funcionar el saqueo estructural del paí­s. Además, las extradiciones terminarí­an con las finanzas y la banca hondureña. La oligarquí­a hondureña que ha florecido a la luz del negocio de las drogas y el lavado de activos, reza por dobles turnos a la patrona de los militares para que sus nombres no aparezcan en las nuevas extradiciones, señal muy clara de que el derecho penal internacional ha desplazado a la ufana oligarquí­a nacional que está atada a las decisiones y antojos de Washington. Esto demuestra que el papel de clase dominante la juega el imperio.

En conclusión nuestro destino de mierda se debe a la culpa de un saqueador de mierda.

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Milson Salgado
Milson Salgado
Analista y escritor hondureño, abogado y filósofo; colaborador y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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