El Salvador es un país que, día con día, se convierte en el centro comercial más grande del mundo. Una ciudad poco atractiva culturalmente al turismo. Me indigno más, que los periódicos refuercen noticias confirmando el “desarrollo” que los centros comerciales y los edificios de apartamentos significan para el país.
No niego que las actividades económicas que pueden generar los centros comerciales, sin embargo, los centros comerciales también nos convierten en sociedades consumistas y alienadas por productos que ni siquiera son locales, eso sin mencionar cuántos salvadoreños y salvadoreñas reciben un salario justo y responsable. Además, cuantos centros comerciales se han construido en zonas boscosas, destruyendo la poca biodiversidad con la que contamos y haciendo de nuestro país una zona de estrés hídrico, de contaminación (entre ellas la visual) entre otras consecuencias, que a los gobiernos municipales como central, poco parece importarles.
En mi estancia en México, he tenido la oportunidad de recibir compatriotas, algunos, me han preguntado: ¿dónde podemos visitar un centro comercial? No niego, que crecí bajo ese enfoque, salir un fin de semana y darte una vuelta en un centro comercial, aunque sea a “vitriniar”, porque así nos han educado. Los empresarios saben que El Salvador es un país rico en remesas, solo en el año 2019, El Salvador había recibido US$4, 159.3 a septiembre de 2019, según el Banco Central de Reserva, una cantidad importante de remesas para gastarse en centros comerciales. Aun así, seguimos siendo uno de los países más pobres y desiguales en el mundo.
Es increíble que muchos salvadoreños y salvadoreñas no sepamos apreciar aún nuestra propia cultura, ni tampoco cuidar nuestros recursos naturales. Los centros comerciales han invadido nuestro sistema económico y social, no diversifican nuestra economía y generan beneficio solo a las grandes cadenas, basta con 2 centros comerciales y encontrará los mismos supermercados y las mismas tiendas. Si usted no me cree, vaya usted a Plaza Mundo un fin de semana y encontrará el centro comercial repleto de personas un food court a desbordar con marcas extranjeras por doquier y el mismo supermercado que dice que vende más baratos que todos y que además de estar en la mayoría de centros comerciales del país, lo encuentra usted en cada esquina.
Estando en el exterior he aprendido a valorar más mi país y mi cultura, por ello, envidio mucho México. Me gustaría que pudiéramos explotar nuestra historia, nuestra cultura, así como México, no es comparable, es cierto, ninguna cultura lo es, solo es diferente. Sin embargo, eso no significa que como salvadoreños y salvadoreñas no podemos tener la capital más cultural en Centroamérica.
¿Fue San Salvador la ciudad donde se inició la lucha por la independencia centroamericana? ¿fue Prudencia Ayala la primera mujer en aspirar a la presidencia en el siglo XX en toda América Latina? ¿Quién fue Roque Dalton, Salarrué, Farabundo Martí, Arturo Castellanos, Consuelo Suncín? Porque no hay museos que exponen esta y otras realidades que merecen ser informadas a toda la sociedad salvadoreña. ¿Cuántos museos se abren el año en vez de centros comerciales, cuántos emprendedores poseen su marca en un centro comercial?
En El Salvador nos enseñar a comer la Pizza Hut y MacDonald´s antes que la yuca frita y la sopa de pata. En El Salvador, nos enseñan que es mejor comprar en Zara y en Bershka que en las tiendas locales de artesanías. En El Salvador, nos enseñan a bailar la música electrónica que el Xux. En El Salvador nos enseñan que es mejor visitar un centro comercial un fin de semana para divertirnos, que visitar el Museo Dr. David J. Guzmán. Así, el Asco en El Salvador.
