lunes, 15 abril 2024
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El Quinquenio del Ofendido

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Hay “pobretólogos” que viven lujosamente mientras teorizan sobre las carencias de otros

TEGUCIGALPA – En pocos días empezará un nuevo período en la historia patria: la esperanza del cambio tiene ahora su oportunidad. Ha sido una larga espera, de siglos; por lo que es necesario que las expectativas sean superadas, lo que requerirá de una nueva manera de gobernar que sea incluyente, efectiva, autocrítica, proba y con estrategias claras.

Es larga la lista de retos que el nuevo gobierno heredará de las derechas. Sólo para citar un par: la pobreza y desigual distribución de la riqueza saltan a la vista; y la cuarta parte de la población viviendo en el extranjero grita la falta de oportunidades que dejó atrás.  La nueva administración debe eliminar los paradigmas que igualaron obras públicas con corrupción, salud y educación con demagogia, defensa con represión, cancillería con vanidades.

Como dijimos en la edición 73 de Contrapunto, esperemos que eso sea cosa del pasado. Ahora es el turno del ofendido, tomando las palabras del Poeta. ¿Cómo será ese turno? Un buen gobierno de izquierdas no sólo debe distinguirse de los de derechas; sino que también de algunos de izquierdas que han fracasado en otras latitudes.

Algunos afectaron libertades. Otros clamaron ser dueños de La Verdad, castigando disidencias. Hay quienes volvieron dúctil la ley, incluyendo la electoral. Están los que hicieron pactos hasta con caudillos derechistas corruptos. No olvidemos a quienes implantaron el culto a sus líderes. Ni a los que hicieron persecuciones religiosas. Tampoco a quienes controlaron la prensa. Y a los que trataron de dirigir la libertad creadora del artista o de coaccionar a los díscolos. Están los que pusieron apellido a la democracia. Algunos irrumpieron en otros países, para corregir supuestas desviaciones. Otros establecieron dinastías familiares. Y quienes violaron derechos humanos. Otros sojuzgaron a minorías étnicas. También están los administradores deficientes de la cosa pública, además de los que se enriquecieron con piñatas vergonzosas.

¿Cómo acercarse al gobierno honrado y justo, de las recomendaciones del Quijote a Sancho? ¿O un gobierno así sólo existe en sus desvaríos? ¿Deben las izquierdas entregar el estandarte del realizador de utopías?

Esperamos que la nueva administración honre con hechos los esfuerzos, persecuciones, destierros, cárcel, torturas, pobreza e incluso las vidas -pero especialmente los sueños-,  de tantas y tantos luchadores de las izquierdas salvadoreñas a lo largo de la historia.

Confiamos que sabrá evadir tanto al “fuego enemigo” como al del “amigo”, sin marearse por las alturas del poder o la soberbia,  ni dejarse engañar por los conversos de la última hora. Ojalá que no se crea La izquierda única, ni que se enrede en disputas intestinas.

El gobierno que tomará posesión deberá tener presente que ganó gracias a una combinación de electores. Además de su voto duro, también participó el no militante, donde había obreros, campesinos, profesionales, maestros, estudiantes, secretarias, empresarios de todo tamaño; en fin, todos los fatigados por la corrupción, el egoísmo y la incapacidad.

No debe olvidar tampoco que del otro lado quedó la otra mitad de votantes, donde no sólo está el derechista convencido, sino que también campesinos que aún tiemblan a la ya desaparecida policía de hacienda, así como alguna clase media engañada con mensajes de miedo a los “come-niños” o por alienación ideológica; y también personas humildes que transaron su voto por un delantal, una gorra o una camiseta. En fin, gente engañada a quien un buen gobierno podría quitar la venda de los ojos y,  con una administración incluyente, honrada y efectiva, lograr aumentar su caudal electoral en las votaciones por venir.

El nuevo gobierno debe trabajar para todos, pero priorizando a dos grupos: los olvidados por siglos -a sabiendas que muchos de ellos no votaron por él, por el miedo e ignorancia en que los han tenido soterrados-,  y una clase media que fue clave para su victoria. Deberá ejecutar políticas para mejorar las condiciones de vida de ambos conjuntos; lo que permitirá a éstos consumir más de lo producido o comerciado por micro, pequeños, medianos y grandes empresarios, creando un círculo virtuoso que favorecerá a todos.

Eso significa que el gobierno por iniciar debe empezar por combatir la pobreza, pero recordemos que ahora todos dicen hacerlo. Hasta Arena. Hay “pobretólogos” que viven lujosamente mientras teorizan sobre las carencias de otros, produciendo documentos que duermen el sueño de los justos en las mentirotecas oficiales.

Confiamos que la nueva administración sabrá diferenciarse de esos falsos profetas. El verdadero combate a la pobreza sólo puede realizarse con la participación de los interesados, por medio de más inclusión y auditoría social; pues sólo la conciencia y supervisión de la población pueden garantizar la legitimidad y efectividad de esos esfuerzos. La participación del movimiento social es básica para que el gobierno por estrenar no pierda su verdadero norte.

Le tocará actuar en difíciles condiciones en el entorno internacional, por la crisis que sufre el mundo. Ningún gobierno salvadoreño tuvo que enfrentar reto semejante. Eso lo obliga a ser creativo y efectivo, transparente e incluyente.

Bajo un cielo despejado, un barco de remos requiere para avanzar que todos los remeros boguen al unísono. De lo contrario la nave no adelanta o va a la deriva, o las corrientes marinas la llevan hacia destino incierto. Pero bajo un cielo huracanado y un mar bravío por la crisis, como la que sufrimos, el entendimiento entre los remeros es aún más fundamental.

El futuro gobierno debería buscar consensos con todos los sectores de la sociedad. Gracias a ello, en poco más de veinte años Irlanda pudo saltar desde la cola económica europea hasta el segundo ingreso per capita del mundo; pasó de ser un país de emigración por su pobreza a otro de inmigración por su bonanza. Pero cuando iniciaron el proceso, todos los grupos políticamente encontrados aceptaron sacrificios, pudiendo soportarlos porque juntos planearon cómo todos beneficiarían a mediano plazo, lo que efectivamente ocurrió.

Si todos los sectores del país se sientan a buscar honestamente la unidad en la diversidad para llegar a entendimientos y cumplirlos lealmente, el remado conjunto que de eso salga hará que la nave llegue a buen puerto. El mejor para todos y cada uno de los salvadoreños.

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José Arnoldo Sermeño
José Arnoldo Sermeño
Ph. D. y Maestría en Demografía, Licenciatura en Ciencias Sociales y Licenciado en Ciencias Naturales y Matemática. Ex funcionario de ONU, BCIE y SICA. Salvadoreño-hondureño y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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