Mi padre amó a Cuba con todo; con sus pasiones, sus amores y desamores; con sus humores y negros humores y casi nunca malos humores.
Resulta que después de su primer viaje a Cuba nos trajo, al regresar, de regalos a Roquito y a mi, pantalones, camisas y cachuchas de milicianos, con todo y sus insignias del "26 de julio", de un lado y del otro, banderas de Cuba.
Por esos días Cuba fue expulsada de la OEA y se le declaró por Washington, enemiga… Nunca la Revolución Cubana y EE.UU se reconciliaron… Pero el caso es de sobra conocido.
La cuestión es que nuestras tías y abuelas le quitaron a nuestros trajes las insignias porque ya a mi padre lo perseguían por haber ido a Cuba. Estuvo preso, desaparecido y exiliado.
Declaro solemnemente que lo que Roquito y yo hicimos, nada tiene que ver con nuestro poeta… jajajajaja
En esos días nos regalaron un pollito teñido de rojo y nosotros -que teníamos influencias exóticas- lo bautizamos como Fidelito.
Y jugábamos con él y los zapateros del taller de mi bisabuelo papá Yeye, hasta unas sandalias le hicieron a Fidelito.
Todos lo querían (de hecho en esa Zapateria Morales, de Sonsonate, algunos de los trabajadores eran simpatizantes del Partido Comunista).
El caso es que Fidelito se hizo gallo y como se hizo gallo ya no quería jugar con Roquito y conmigo ni con Jorge, ya un poco crecido en esos días. Entonces como todo gallo se hizo bravo y nos perseguía y nos quería picar…
Pero teníamos dos tías bisabuelas: Tíolin (Tía Olimpia) y la Tía Elenita (ambas hermanas de tío Chalo y de Papá Yeye). Ellas dos nos consentían tanto que cuando llegaba mi mamá le daban quejas: "Aí (diminutivo de Aída), estos niños se portaron mal y les tuvimos que dar dos toallazos y dos mantazos…" jajajaja
Pero el caso es que Tíolin y la tía Elenita cuando vieron que aquel gallo nos perseguía y nos picaba, poco les importó la política ni la ideología ni el romanticismo ni nada… Agarraron al gallo, le retorcieron el pescuezo y a la hora de almuerzo comimos Gallo en Chicha elaborado con todos los ingredientes de la Angelita Chue, nuestra bisabuela cocinera de la casona de los Morales de Sonsonate