El Cenar, como lo conocimos, hace ya muchos años que cumplió su ciclo histórico. Se puede asegurar que lo cumplió con saldo positivo. La generación de talentos, la obra producida, el polo de desarrollo cultural que siempre fue, está a la vista. Pero ya no volverá a ser lo que era. La vista vuelta hacia la realidad de nuestro país y la situación política-social que atraviesa en este momento, nos hace comprender que las instituciones, en cuenta el Cenar, debe de sufrir cambios. Pero la pregunta es: ¿cuáles cambios?
Aquí mis reflexiones.
La experiencia tan exitosa del Cenar debe ser analizada y capitalizada. Además de que tenemos que corregir los grandes errores de las esferas oficiales, como el abandono que sufrió la institución, que llegó al punto de clausurar el bachillerato.
Es muy importante retomar el nivel de educación formal, no solo de bachillerato; la necesidad de abrir los niveles superiores ha sido una necesidad muy sentida en nuestra población. Existe la licenciatura en artes plásticas en la UES, diseño gráfico y artes aplicadas en otras. Pero también es necesaria una formación superior en teatro, música y danza.
Aparentemente, por lo que dicen las autoridades de Cultura, es que se ampliarán las labores del Cenar hacia las comunidades. O sea que ofrecerán la educación no formal, lo que es un encomiable esfuerzo. Pero seguirá la ausencia de la educación formal y, con ella, incluso la especialización, como es el arte terapéutico, la promotoría, la docencia y otras.
Demás está decir que no estamos hablando de cosas fuera de los requerimientos lógicos de un país civilizado. Nuestro espejo no es una sociedad con grandes recursos. La mirada la tenemos que poner en Costa Rica, un vecino nuestro que ha sabido priorizar la educación y la cultura. El Conservatorio Castella fue fundado en 1953 y continúa hasta la fecha. Ofrece la formación desde el kínder hasta el bachillerato. Son incontables los alumnos de todas las ramas, salidos de sus aulas, no necesariamente dedicados al arte, pero sí con sensibilidad social. Igual, todas las universidades ofrecen las carreras artísticas, además de sus niveles de diplomado y especializaciones en academias independientes. Los resultados están a la vista.
Para llegar a eso, es necesario empezar por comprender qué es de lo que estamos hablando. La importancia de la educación artística y de un profesional que se desarrolle en un lenguaje estético propio de nuestra gente.
Pero además de la profesionalización –o a la par–, la divulgación es tan importante como la experiencia del arte, que equivale a decir, educar en valores humanísticos. De aquí la necesidad de que todos los estudiantes de las ramas del saber, de todas las carreras y oficios, tengan la oportunidad de recibir el arte, sea como práctica o como público. Que el arte se acerque a la comunidad. Esa es la forma que saldremos de esa postguerra interminable, que se ha convertido en otra guerra y que nos está causando tanto daño.
Son tres los niveles necesarios para tomar en cuenta, por las actuales autoridades. La divulgación, que entiendo, ya está en los planes de Cultura; la educación en los niveles educativos generales y la profesionalización.