El Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior organizó el seminario web sobre el coronavirus y la educación superior (09/07/2020), en el que se destacó que las universidades han volcado su mirada a la educación a distancia en arista virtual como parte de las medidas de emergencia tras la pandemia de covid-19, por lo que advierten la importancia de que la educación virtual debe contar con una política de Estado y no una aspiración desarticulada de las universidades.
Es una época de emergencia en donde la educación ha tenido que migrar abruptamente y adaptarse precipitadamente, debería aprovecharse para proponer un período sostenido de cambios, innovación y transformación ante desigualdades históricas. Ahora se trata de aprovechar la coyuntura para estimular un proceso continuo que enfrente las circunstancias y oriente una trasformación estratégica y sostenible.
La nota conceptual destaca los actores impactados por la pandemia en educación superior, los cuales se estiman en: 23. 4 millones de estudiantes (en el segmento CINE 5, 6, 7 y 8), un millón quinientos mil profesores, más de 300 mil trabajadores, 15 mil instituciones de educación superior y toda la acción de los gobiernos en el objetivo de garantizar el derecho a la educación.
Los impactos en cuanto al estudiantado: el fenómeno “coronateaching” conocido como migración abrupta de la educación presencial a una no presencial; los logros en los aprendizajes, los cuales se ven reducidos por las asimetrías preexistentes y que en condiciones óptimas deberían de ser similares; se percibe que la docencia online no tiene el mismo coste que la presencial, lo que ocasiona una fricción entre las familias y las instituciones privados. La evaluación es otro punto de fricción porque no esta armonizada con la mediación pedagógica, mucho contenido disponible poco aprendizaje; una razón fundamental es la ausencia de una efectiva planificación pedagógica virtual, su mediación virtual, las aplicaciones tecnológicas y el alineamiento estratégico de la evaluación.
Es importante destacar que “la implementación de la enseñanza remota de emergencia (ERE) o el coronateaching también se viene presentando como un fenómeno socio-educativo emergente con implicaciones psicológicas, tanto en profesores como en estudiantes. Así, se entiende el fenómeno como un trastorno de ansiedad generalizado por parte del actor educativo al sentirse abrumado(a) por recibir información excesiva a través de las plataformas educativas, aplicaciones móviles y correo electrónico sobre las actividades académicas a realizar en las materias o cursos bajo su responsabilidad, en el grado o nivel de estudio correspondiente. Ese paso súbito a la docencia virtual, así como la incertidumbre por el futuro, ha elevado el estrés y los trastornos de ansiedad, agravando esos trastornos por las medidas de aislamiento social y confinamiento por la pandemia” (Ramos, D.).
Por otra parte, se percibe en América Latina una mayor deserción e insatisfacción de estudiantes, se estima que el 20 % de los estudiantes no volverá al campus cuando las actividades presenciales se reemprendan. La movilidad estudiantil se contrae y supone pérdidas millonarias para los países desarrollados con mayor atracción académica como Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda.
La educación superior también se ve impactada por las asimetrías de ingresos, género, área geográfica y por el acceso al internet. Uno de cada 2 estudiantes en América Latina dispone de internet en casa. El acceso a internet en promedio de la región oscila en 45 % con una brecha mayor entre el área urbana y rural. Por ello, las universidades deben considerar más la tecnología móvil, ya que es cercana al 100 %. (Base de datos de la unión internacional de telecomunicaciones 2020). A esta realidad, se le adiciona que el 40 % de la fuerza laboral paso a teletrabajo, saturando la capacidad de enrutadores de Wi Fi en el hogar (aumento del 80 % de tráfico de subida).
En el caso del profesorado, el estudio hace referencia a la importancia de adaptarse al trabajo virtual y a la evidente falta de competencias. Se reconoce el esfuerzo docente durante la pandemia. También, se advierte de posibles cambios en los contratos y condiciones laborales. Una preocupación general es la suspensión de la investigación y extensión universitaria y la incertidumbre para los docentes sobre como evaluar las competencias que requieren verificación práctica como clínicas, talleres experimentales, etc.
Los trabajadores en los centros de educación superior tienen sus propios impactos por condiciones laborales, reducciones y percepción en evaluaciones. De forma similar, las universidades tendrán que adaptarse e invertir en nuevas tecnologías, modernizar sus sistemas y un nuevo modelo de trabajo, ajustar sus normativas y académicas, y los manejos financieros coyunturales por caída de ingresos y falta de liquidez.
Los gobiernos tienen la imperativa necesidad de garantizar el derecho a la educación y el derecho de acceso a internet. Esto implica la necesidad de mayores inversiones educativas, avanzar en la construcción de infraestructuras de conectividad ultrarrápidas que sirvan de palanca para el desarrollo nacional y mitigar las desigualdades de acceso a la enseñanza online masiva. Esto en un contexto de amplias demandas y necesidades educativas bajo un escenario complejo para toda América Latina, ya que se estima una fuerte caída de actividad económica (-9,1 % del PIB), el servicio de la deuda que supone erogaciones mayores, crecimiento de la deuda externa colocada a altas tasas de interés, disminución de la inversión externa, aumento de conflictos sociales, una población que envejece rápidamente (15,7 % al 2030) y que presiona servicios sanitarios y sociales. Esto abre la necesidad de mecanismos de concertación nacional, planes integrales y políticas de Estado.
En la región se coincide en que debe haber una mayor participación de actores claves en la educación como padres, docentes, estudiantes y la institucionalidad; una mayor autonomía en los aprendizajes, integración tecnológica, docentes conscientes de los vacíos tecnológicos y pedagógicos pero en un esfuerzo extraordinario para aprender, enfoques colaborativos, retroalimentación oportuna para tomar decisiones, entre otros.
Por consiguiente, pasamos del “coronateaching” a un proceso de repensar la educación superior y debemos entrar a rediseñar las instituciones educativas y la educación en su visión integral, no solo para una reapertura si no profundizar los cambios que se requieren.
La UNESCO, en lo inmediato y bajo el lema que nadie se quede atrás, menciona una estrategia de apoyo, salida y transformación. Se tiene que planificar para la continuidad educativa en la emergencia pero también en el diseño para reabrir y cambiar la educación superior. Se trata de desplegar mecanismos de soporte tecnológico, pedagógico y socioemocional. También, se tiene que recuperar o compensar las brechas y desventajas generadas en la emergencia del covid y los vacíos en los aprendizajes, por ello se debe evaluar formativamente lo que se ha aprendido y así intervenir.
La educación superior, al igual que todos los sistemas educativos, tendrán que recuperar las lecciones de la experiencia de continuidad educativa para mejorar la calidad de la; es decir rediseñar y reestructurar la educación superior.
La reflexión debe incorporar el rol de las universidades en la investigación científica sobre la pandemia en diversos campos, algunos de los cuales se encuentran en proceso, particularmente sobre la utilización de plasma, avances sobre tratamientos de la covid-19, la vacuna, control estadístico, la defensa de derechos humanos fundamentales, entre otros.
El Salvador tiene un gran desafío, ya que tendrá que enfrentar todas estas perspectivas con pocos recursos disponibles y sin política de Estado. La educación superior se concentra en el sector privado (cerca del 70 %) y tendrá un aumento de la deserción, un contexto adverso por el crecimiento del desempleo, disminución de los ingresos en los hogares e inestabilidad política. Siguen aumentando los impactos negativos por la pandemia y las medidas desarrolladas en la emergencia. El Salvador decrece: -8.6 % del PIB en 2020, el más alto de Centroamérica. Seguido por Nicaragua con -8.3 % del PIB. Costa Rica y Guatemala con los menores rezagos: -5.5 % y -4.1 % del PIB, respectivamente. El promedio de América Central es -6,2 % y América Latina -9.1 %. También, El Salvador ha sido el de mayor endeudamiento (CEPAL 2020).
Paralelamente, habría un probable aumento de los costes operativos y de inversión en las universidades, si atienden un rediseño de la educación superior, las necesidades tecnológicas de un modelo educativo hibrido (virtual, a distancia, semipresencial) y todas las necesidades insatisfechas para rediseñar la educación.
Las universidades y centros de educación superior de El Salvador están lejos de un rediseño estratégico, aun no salen del coronateaching y los impactos en todos los sectores; tanto por la poca inversión y planificación como por las condiciones económicas y sociales. Si la educación digital crece y se validan modelos más calificados internacionalmente, aumenta la expectativa a la interrogante: ¿Por qué estudiar en universidades nacionales si la oferta académica en línea de Estados Unidas, Europa y Asia serían mejores? Algo similar a la educación media, ¿por qué pagar los colegios privados locales, si puede acceder a una bachillerato internacional virtual de primer nivel?
Por otra parte, existe un contexto y tendencia local que afecta “el valor social de la educación” por tu baja tasa interna de retorno y el accionar de un grupo de políticos sin formación, los cuales están estimulando un ambiente adverso a lo educativo, particularmente de los grados académicos, quienes deliberadamente menosprecian a la ciencia y la academia.
Sin duda, debemos insistir en políticas de Estado por una educación de calidad que elimine las brechas y desigualdades existentes, incluyendo las brechas digitales y tecnológicas. Asimismo, debe aumentar la inversión en educación y en el corto plazo apoyar las iniciativas que subsidien la demanda educativa. Los nuevos tiempos demandan un aprendizaje autónomo, interactivo, creativo, reflexivo y crítico constructivo, colaborativo y en red, multidisciplinar e innovador. Y aunque el panorama aún es sombrío como la persistente tendencia del coronavirus, la esperanza en el potencial humano prevalece.
Fuentes.
Debora, R. (2020). El Coronateaching ¿Síndrome u oportunidad para la reflexión?. UNESCO
Quinteiro, J. (2020). El seminario web regional n°11. “El COVID-19 y la educación superior: Impacto y recomendaciones” (2020). UNESCO – Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC)
https://www.youtube.com/watch?v=zMmb9WxhYxk&feature=youtu.be
Informe sobre el impacto económico en América Latina y el Caribe de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). (2020). Estudio elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Naciones Unidas, 2020.
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45602/S2000313_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Nota: Tomado de Disruptiva