viernes, 10 mayo 2024

Cuando Trump baile la cumbia

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Cuando Trump baile la cumbia en alguna calle de Washington D.C. es porque habrá tenido una epifaní­a que al gobernar es más fácil destruir que construir, criticar que proponer soluciones bien pensadas, insultar que respetar al prójimo, buscar la ganancia personal que ser un buen servidor público, destaparse con una barrabasada en Twitter (como la demanda hecha en abril del 2017 de pedir un reembolso de un billón de dólares a Corea del Sur por equipo anti-mí­siles) que recordar a Celso Piña y su Ronda Bogotá.

Con una nube roja de escándalos que abruman a la Casa Blanca por la injerencia de Rusia en las pasadas elecciones, Trump ha terminado sus primero 100 dí­as en el poder haciendo pantalla con sus seguidores de la “National Rifle Association” (NRA) de que es un triunfador y que sus fracasos son noticias falsas y para quienes la cadena FOX emana bellas verdades.

La oposición a Trump está atrayendo a grupos divergentes que abarcan nuevos activistas llamados “indivisibles,” a grupos feministas demócratas de una nueva generación como Chelsea Clinton (la hija de Hillary), a republicanos de la vieja guardia ejemplificados por George Will, el comentarista republicano del “Wall Street Journal” y la cadena MSNB, a maestros y cientí­ficos que abogan por la protección del medio ambiente quienes han salido a las calles a marchar, a nuevos candidatos demócratas al Congreso como Jon Ossoff que se lanzó en un precinto del estado sureño de Georgia donde un candidato demócrata no ha ganado por 40 años.

No me sorprendí­ saber que el presidente de SACOC en Washington D.C., la mejor cámara de comercio de salvadoreños-americanos en los Estados Unidos, decidió cerrar las puertas de su negocio para unirse en una marcha en contra de Trump el primero de mayo del corriente año. Trump ha despertado el activismo de ir a las calles en un movimiento de oposición que aún no se solidifica como un nuevo movimiento pro defensa de los derechos civiles.

En sus primeros 100 dí­as como presidente, Trump no pudo establecer un proyecto legislativo. Sus seguidores no desean aceptar públicamente que Trump es un infortunio oportunista para su propio beneficio.

Hay dos áreas donde se vislumbra un oscuro futuro para la nación americana, y sin contar la falta de transparencia de Trump (y el conflicto creado por sus bienes e inversiones a nivel nacional y mundial) y su forma de desmoronar la credibilidad de la prensa, el sistema judicial, y la validez de puntos de vistas de un polí­tico como la senadora Elizabeth Warren de Massachusetts, cuyo reciente libro “This fight is our fight” (Holt 2017) es un llamado para la clase media en los EEUU de rechazar la quimera del trumpismo. Trump ha reconocido el gobierno autoritario de Turquí­a ya que tiene un complejo de edificios comerciales en Istanbul, y ha dejado de hablar mal de la China por las inversiones que tiene en ese paí­s. Trump ha incrementado su capital propio al seguir visitando su resort de Mar-a-Lago en la Florida, con gastos que ya exceden todos los gastos de los viajes por 8 años de la administración Obama.

La primera área es el medio ambiente. Trump está en un proceso de disminuir la influencia del gobierno de los EEUU a nivel mundial y nacional para la protección del medio ambiente con la excusa que lo hace para crear empleos. EPA, la agencia federal encargada de velar por el medio ambiente, ha quitado de su página web cualquier referencia al cambio del clima causado por los mono-carbonos. Trump ha pedido la derogación de normas que abren las puertas para que las billonarias compañí­as energéticas multinacionales como EXXON se expandan a niveles no antes vistos. La ganancia de empleos no se compara con ganancias corporativas. Trump acaba de abrir el írtico para la explotación de sus recursos, reviviendo una lucha de litigios entre el gobierno federal y diversas comunidades que quieren proteger el medio ambiente, como las comunidades Inuit en Alaska.

La segunda área es el tema migratorio. Las decisiones ejecutivas de Trump y del fiscal de la nación Jefferson B. Sessions III han hecho que el enforzamiento de la ley migratoria se vuelva ineficiente y costoso. Cortes federales han bloqueado el esquema de Trump de parar la inmigración de musulmanes de seis paí­ses del medio oriente, y su deseo de frenar a las “ciudades santuarios” como San Francisco ha sido legalmente bloqueado. El muro en la frontera con México sigue sin arrancar porque Trump nunca anticipó los costos billonarios para construirlo, y el hecho que el gobierno mexicano no quiere ser visto por su propia gente como un perrito faldero.

Una gran diferencia entre Trump y Obama es que el otrora estrella de “The Apprentice” es bullicioso para denunciar a los inmigrantes indocumentados, y ha empezado a hacer a la Mara Salvatrucha de su enemigo. Hollywood ha creado sagas de villanos sobre la mafia italiana, la yakuza del Japón, la mafia rusa, pero no ha tenido a la MS en su radar. Este año los medios en inglés han empezado a cubrir la racha de muertos causados por la MS en Long Island, Nueva York.

Los agentes de ICE (cuyo sindicato apoyó a Trump) tienen ahora rienda suelta para detener a un mayor número de extranjeros indocumentados con antecedentes criminales, pero el resultado ha sido otro. En la era Trump, ICE ha arrestado alrededor de un 50 por ciento de personas indocumentadas sin antecedentes penales.

El uso de una “mano dura” bullanguera ha creado un número nacional para reportar a inmigrantes criminales (que ha sido utilizado por activistas migratorios para reportar OVNIs), pero ha producido el estancamiento de procesos de deportación al limitar severamente la discreción de los fiscales de ICE para no seguir con procesos de deportación a extranjeros sin antecedentes criminales. Lamentablemente el Departamento de Estado pretende reducir plazas a nivel internacional, resultando en un proceso de demoras para los procesos consulares para emigrar a los Estados Unidos.

Trump ya empezó proyectarse para ganar en el 2020 haciendo uso de la prensa como el enemigo para los que lo apoyan, retando a la prensa a que lo investigue a fondo y probar que no puede bailar la cumbia porque tiene los pies embarrados en la miasma de la discordia.

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Edgardo Quintanilla
Edgardo Quintanilla
Columnista Contrapunto
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