viernes, 12 abril 2024

Coherencia y transparencia en la polí­tica

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En  toda circunstancia del quehacer humano, la transparencia se logra a base de coherencia. Coherencia y transparencia son inobjetables señales de honestidad. Coherencia y transparencia en lo personal, familiar, social y, con mayor énfasis, en el accionar de los polí­ticos. Coherencia y transparencia en el decir y el hacer en beneficio del paí­s.

De la coherencia/transparencia derivan otros atributos, como la credibilidad y la confianza, haciendo un todo ideal -la honestidad- que, sin duda, llevarí­a a los entes polí­ticos, y al polí­tico mismo, a fortalecer su condición como tal, porque motivarí­a la participación ciudadana y, consecuentemente, generarí­a una efectiva rendición de cuentas, cuyos resultados, además de satisfacer las demandas de la población, contribuirí­an al mejoramiento integral del paí­s.

Desafortunadamente, la falta de coherencia es, quizás, la mayor caracterí­stica que con mí­nimas excepciones- distingue a los partidos polí­ticos y, como expresión de ellos, a los diputados a la Asamblea Legislativa. Igual afirmación -siempre con las mí­nimas excepciones- puede hacerse de los órganos Ejecutivo y Judicial. El pueblo salvadoreño lo sabe. Con aparente aceptación y conformidad, no desconoce que, bajo falso ropaje democrático, a diario se atenta contra el bien común, en beneficio del interés personal y partidario.

No sorprende, entonces, que la coherencia/credibilidad sean las grandes ausentes en la Asamblea Legislativa; como tampoco sorprende que, con rechazo creciente, el soberano cuestione con un ¡basta ya! todo irrespeto a la dignidad e inteligencia de los salvadoreños, especialmente cuando, a nivel del pleno legislativo, los temas que debieran ser discutidos con altura y en función de paí­s, se vuelven verdaderos motivos de insulto, de verdades inexistentes y, lo peor, de falta total de coherencia/transparencia humana y polí­tica.

No se trata de negar o querer eliminar los pesos y contrapesos, los debates o el diálogo coherente, cuando son actos positivos, serios y productivos. No. Ellos son necesarios. Son el sustento y soporte de la verdadera democracia. Pero, de eso a la amenaza y los insultos -que siempre serán denigrantes- de unos polí­ticos contra otros, durante la transmisión de las plenarias por TV y otros medios de comunicación, hay enorme diferencia.

Además, el ser y quehacer de los polí­ticos -especialmente de algunos diputados- en los últimos años, no solo han sido claros ejemplos de incoherencia, sino acciones -hasta punibles a veces- porque lastiman la dignidad e inteligencia de los salvadoreños, aparte de constituir verdaderos saqueos a la cosa pública.

No hay espacio ya para que alguien se aferre -por ofensivo e improcedente- al obsoleto decir popular “hagan lo que yo digo no lo que yo hago”, tal como pareciera que ha sido la muletilla de algunos polí­ticos, al ignorar la necesaria coherencia que volverí­a transparente sus actuaciones, evitando los señalamientos de fallas y hasta de ilí­citos que, hoy por hoy, penden sobre algunos de ellos.  

Desde luego, como por ahora pareciera que casi todas son sólo denuncias -aunque la sociedad tiene su propio veredicto- si son inocentes, los funcionarios y sectores que aparecen cuestionados no tienen nada que temer, y esta es la mejor oportunidad para demostrar su inocencia. Y demostrar también que, en general, siempre han actuado con total honestidad.

Pero, todo parece indicar que, en algunos casos, les resulta cosa muy difí­cil de sostener y probar, porque ahí­ están, aunque todaví­a impunes, muchos señalamientos de recursos y dineros mal administrados y de total abuso y despilfarro, en el manejo de la cosa pública.

Mientras no se compruebe su inocencia, la población espera que la Fiscalí­a General de la República, haciendo honor a la justicia que juró defender -y con pruebas bien fundamentadas- resuelva positivamente los numerosos casos de  corrupción, no solo en aras de cumplir su juramento constitucional, sino también como muestra de haber asumido y actuado con coherencia y honestidad.

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Renán Alcides Orellana
Renán Alcides Orellana
Académico, escritor y periodista salvadoreño. Ha publicado más de 10 libros de novelas, ensayos y poemas. Es columnista de ContraPunto
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