Durante su llegada este martes proveniente de Roma, Italia, el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez, hizo una breve parada en Olocuilta, La Paz, luego de aterrizar en El Salvador. Ahí aseguró, entre otras cosas, que se comprometería a investigar el asesinato de monseñor Joaquín Ramos, ocurrido el 25 de junio de 1993 en la periferia Olocuilta; un caso que en la etapa inicial mostró muchas irregularidades.
“Hago la promesa ante el país entero que ese recuerdo lo vamos a retomar y ese hecho se va a investigar porque a él le debemos la gloria como mártir de nuestra iglesia junto con monseñor Romero”, dijo Rosa Chávez.
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Ramos fue asesinado cuando regresaba del aeropuerto de El Salvador. Él era obispo y vicario castrense.
Al respecto, no hubo investigación judicial sino únicamente una investigación iniciada por Tutela Legal del Arzobispado. Según el cardenal Rosa Chávez, hay suficiente información para retomar las investigaciones y llevarlas al ámbito penal para evitar la impunidad del magnicidio en un hecho que para la Iglesia Católica tiene muchas sospechas.
De acuerdo con un texto del teólogo Jon Sobrino, publicado por UCA Editores en 1996 en la revista quincenal “Cartas a las iglesias”, desde su nombramiento como vicario castrense, Ramos no fue del agrado de los altos militares, quienes preferían a monseñor Freddy Delgado.
El texto expresa que tanto las declaraciones del expresidente Alfredo Cristiani como las del Ministerio de Defensa fueron apresuradas, inexactas o erróneas, y pusieron la investigación en una pista falsa.
Asimismo, sostiene que existió pasividad y negligencia por parte de los organismos oficiales para iniciar las investigaciones.
“Tutela Legal por su parte, en su informe del 26 de junio, concluía que los autores del asesinato no tenían intenciones de robo y eran sabedores de que atentaron contra la vida de las personas en el vehículo”, expresa el documento publicado por la UCA.
Jon Sobrino aseguró entonces lo siguiente: “no conocimos a monseñor Ramos, Qincho para sus amigos. De él nos queda la imagen de hombre bueno y sencillo, de sacerdote que quiso ayudar a todos, y también a los militares, como personas con sus problemas y sus familias”.
El escrito también expresa que Ramos estudió en el Seminario de San José de la Montaña cuando era rector el padre Amando López, uno de los seis jesuitas asesinados en la UCA en noviembre de 1989.
“Vamos a retomar el proyecto (investigación) están de acuerdo todos los obispos. Es una deuda pendiente. En nuestro país no se investigó este magnicidio”, dijo Rosa Chávez en Olocuilta.
El mismo papa Juan Pablo II calificó en su momento como “bárbaro asesinato” dicho crimen. Fue el segundo obispo asesinado en 13 años, junto a monseñor Oscar Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980.