Se habían experimentado cambios significativos en las condiciones del encarcelamiento: interrogatorios no violentos y menos frecuentes; dos comidas diarias; poder conversar en grupo cuando se estaba en el patio de la cárcel, así como en las celdas hasta las nueve de la noche; mayor tiempo para el aseo personal y lavar la ropa; asistencia médica y medicinas para situaciones de emergencia, así como para enfermos crónicos.
En la mayoría de interrogatorios el objetivo era obtener mayor información sobre aquellos aspectos ya identificados para fundamentar la acusación, parecía que estaban preparando los expedientes para enviarlos a la fiscalía militar; al 40 % de los reos no los habían llevado a interrogatorios en las últimas dos semanas. En la mayoría de los detenidos surgió la esperanza de salir libres en los próximos dos meses, ya que no habían participado directamente en actividades político militares.
Las dos comidas diarias, los ejercicios físicos y el mayor tiempo para el aseo personal habían mejorado las condiciones físicas y anímicas de los reos políticos. En las celdas se hacían charlas recreativas, que se repetían varias veces a solicitud de la audiencia: el profe contó en su celda “La guerra del futbol entre El Salvador y Honduras”; un arquitecto desarrolló el tema “El Arca de la Alianza como una batería electrónica extraterrestre”; “el rey se dedicó a contar partidas famosas de ajedrez con mucha gracia, explicando los pormenores de cada jugada; el profesor de educación física habló sobre el papel del deporte en el desarrollo de los niños; un historiador recreó las principales batallas de Chile contra Perú y Chile; un geólogo contó historias de la minería en el desierto de Atacama; un biólogo nos ilustró sobre las investigaciones de especies marinas realizadas en la Universidad de Concepción, por un profesor de origen salvadoreño; el dueño de un restaurante narró hechos de origen amoroso, empresarial, deportivos y de luto, ocurridos en su negocio. Las charlas tuvieron mucho éxito, mejoraron las relaciones entre los reos, así como con los custodios, ya que la mayoría de los que estaban de turno se pegaban a las rejas para escuchar los cuentos y hasta hacían comentarios.
Se volvió una práctica que en el patio, nos dispersábamos y hacíamos señas a las decenas de personas que se reunían en la parte alta del cerro en donde estaba ubicada la cárcel y que según nuestro entender se trataba de nuestros familiares. En una ocasión, ese grupo de personas desplegó una pancarta, en donde se lograba leer la palabra “íNIMO”, fue la última vez que los militares permitieron esa reunión de personas en el cerro.
Un custodio nos informó que algunos familiares, especialmente mujeres, se reunían en silencio frente a la prisión; que habían sido desalojados en varias ocasiones, pero que luego llegaban nuevamente. Uno de los reos, que fue a pasar consulta con el médico, que había sido contratado por el “rey de la droga” por dos horas diarias, informó que el galeno le había dicho que todavía había varios reos políticos en aislamiento, incluyendo un grupo guerrillero boliviano que fue capturado en tránsito hacia ese país; así también que la Cruz Roja Internacional estaba haciendo gestiones para hacer una visita a esa prisión.