Las últimas médidas propuestas en materia de seguridad de incrementar la pena a menores de edad por sus delitos y de crear grupos paramilitares de autodefensa, son medidas de desesperación y al corto plazo, que no solo violan los derechos de los menores y por ende los Derechos Humanos, sino también negarían lo firmado en los Acuerdos de Paz, referido a la extinción de los grupos paramilitares.
Si bien la inseguridad es grave, y nos afecta a mujeres y hombres, la vivencia de la seguridad ciudadana, no es lo mismo para las mujeres que para los hombres. Tampoco afecta de la misma manera a las clases sociales. Los hombres sufren más violencia contra el patrimonio, por ejemplo y las mujeres sufren más la violencia contra las personas.
Muchos delitos se dan al interior del hogar contra las mujeres, por sus compañeros de vida, en este sentido, la relación con el victimario es personal, no impersonal como en el caso de la violencia contra los hombres. Si bien es cierto, que las cifras absolutas de homicidios son más altas para los hombres, los feminicidios de las mujeres que fueron de 575 en el año 2015, según el Observatorio de ORMUSA, nos indican que al menos hay una muerte de mujer cada día. Y que el 45,21% son de muertes de niñas, adolescentes y jóvenes. Que más mujeres que hombre sufren la violencia sexual pues unas 1,728 denuncias fueron interpuestas ante la PNC sobre casos de violación, estupro y violación de menor incapáz. De la violencia no se salvan ni las mujeres de los grupos delictivos, muchas están expuestas a la violencia de sus cónyugues y ex-cónyugues y a los códigos de sus pares pandilleros.
¿Que significaría un enfoque de seguridad desde las mujeres?. En primer lugar políticas de seguridad ciudadana basada en los Derechos Humanos y de las humanas, que incorpore el enfoque de género y tome en cuenta situaciones basadas en la clase, la diversidad humana y sexual. Que se comprenda de parte de las instituciones y de la sociedad, que la violencia contra las mujeres, es resultado de las relaciones de poder desigual entre mujeres y hombres, en la sociedad patriarcal salvadoreña, donde las mujeres ocupan un lugar subordinado y sufren discriminación. Que se ponga en primer lugar la prevención, el combate a la exclusión en vastas extensiones del territorio nacional.
En esta prevención, cabe el trabajo cultural de la deconstrucción de estereotipos en que se basa lo femenino y lo masculino en este país, por ejemplo: en las mujeres la sumisión y en los hombre la violencia. Que se haga una reflexión sobre el significado de los Acuerdos de Paz, para la población salvadoreña. Que se valoren las diferentes percepciones que se tienen de la violencia, tomando en cuenta a mujeres, hombres, niñas o niños, transexuales, etc. y que se tomen medidas integrales a nivel económico, de participación, de prevención de la violencia contra niñas, niños, mujeres y hombres. Que se dedique presupuesto a a atención de casos de violencia contra mujeres, niñas y adolescentes. Que se combata la trata y la explotación sexual de niñas, niños y mujeres. Que se promueva una crítica al adultismo y autoritarismo. Que se investigue la violencia y sus diferentes manifestaciones y se tomen las medidas pertinentes en cada territorio. Que se combata la impunidad judicial. Todo eso, y no medidas absurdas y violatorias a los Derechos Humanos es lo que necesitamos, desde una perspectiva de las mujeres.