Las abrumadoras cifras de la expansión del COVID-19 revelan el peligro en que está el mundo. De China, donde en diciembre se reportaron los primeros pasos, prácticamente no hay lugar en el mundo en el que no haya contagiados y muertos, así como otras tragedias de las cuales no se comenta mucho, como las depresiones mentales y la ansiedad de la población global, así como algo que incidirá en el futuro: la pérdida del empleo de millones de personas.
No cabe duda de que, como diría nuestro Santo Óscar Romero, "la serpiente pica al descalzo", es decir, el golpe mayor lo sufren los sectores más pobres y vulnerables. Sin embargo, la crisis se tornará generalizada; nadie se escapará a ella.
Muestra de esto es la confirmación de que en Nueva York, donde los casos reportados de contagiados superan los de cualquier otra nación del mundo, en su mayoría las víctimas son las personas de origen hispano y afroamericanos, que se encuentran en estratos bajos de la sociedad de la primera potencia mundial, en la actualidad la más abatida por el COVID-19.
En El Salvador, el caso de los contagiados no se puede sacar una cifra aun de a cuál estrato social pertenecen. La mayoría de los casos positivos son personas regresaron al país desde el extranjero; es lo que se sabe por el momento.
Sin embargo, la Emergencia Nacional y la Cuarentena Nacional ordenada y aprobada por el Estado, ha golpeado ya duramente el empleo nacional y la sobrevivencia, en especial a los cerca del 75 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) que se encuentran en la informalidad.
El gobierno anunció una ayuda de 300 dólares por hogar para 1.5 millones de familias, y las filas para obtener esos recursos fueron interminables; importó más la necesidad que el posible contagio. Se develó nuestra realidad cruda. Y muchos reclaman haber quedado afuera de los listados.
Hoy más que nunca El Salvador debe potenciar el espíritu de servicio y solidaridad en nuestra sociedad, y no debemos permitir que afloren los egoísmos, las miserias humanas y la insensibilidad.
Muchos, en primer lugar, los empleados del sector salud, están en las primeras líneas de atención de la Pandemia. Damos a ellos nuestro aliento y gratitud.
A nuestros tomadores de decisiones les recomendamos en todo momento buscar la unidad dentro de la diversidad, el conocimiento y la experiencia, el intercambio nacional e internacional, la rectificación en caso de necesidad y justicia social siempre, para que nuestra nación se salve, y por pequeña que sea, ayudemos también a salvar el mundo.