Juan José Dalton ha lanzado, a través de Facebook, una excelente iniciativa, que es la de comenzar un ejercicio dialéctico entre gente pensante, que contribuya a salir de la crisis de ideología en que estamos.
Para enfrentar un problema, el primer paso es definir en qué estado se encuentra el problema a atacar. Se dice, y con razón, que plantear bien la pregunta, es el cincuenta por ciento de la solución.
Mi punto de vista es que, en estos momentos, la política está en un estado de postración. Las ideologías están en crisis profunda, El neoliberalismo, la religión laica moderna, ha tomado la vanguardia, incluso en los estamentos de la izquierda y el mercado es el único dios verdadero.
El siglo XXI nos encontró sin referente social y con todas las líneas políticas populares fracasadas. Ya, nombres como “pueblo”, “luchas populares”, “antiimperialismo”, casi desaparecen del léxico de los políticos de izquierda. En su lugar, aparecieron desteñidos conceptos como “población civil”, “empoderamiento”, y otros, deslindándose de las gloriosas épocas pasadas. Lo paradójico es que, por su parte, hay muchos antiguos compañeros de los tiempos duros que están enclavados en el pasado y siguen adorando a santones laicos, lo que, en ambos casos, les impide ver con claridad por dónde va la cosa en la actualidad.
Ya el mundo cambió, menos nuestras doctrinas políticas e ideológicas, que siguen viviendo en el siglo XIX. Si queremos sentar las bases para una nueva forma de conocimiento de la realidad, acorde con los tiempos que vivimos, tenemos que liberarnos de los discursos gastados y derrotados.
Hay que romper esquemas y, sobre todo, aquellos que han conducido a sectarismos y divisiones dolorosas, que hicieron fracasar nuestra lucha, una lucha hermosa, como ninguna en Latinoamérica, heroica y grandiosa, pero que fuimos nosotros mismos, que no supimos ser lo suficientemente abiertos y ecuménicos para saber que la lucha es de todos, los que la derrotamos. Eso de que manchamos la imagen de gente valiosa con epítetos de "burgueses", descalificando de facto cualquier pensamiento o idea, ya no puede ser.
Eso es parte del lavado de cerebro que nos hiciera la mentada "izquierda", una ideología, supuestamente laica, pero que huele a curas y rabinos por todos lados; maniquea, de bueno y malo, de correcto e incorrecto, y que acusaba a los que veníamos de la pequeño burguesía y la burguesía, de una especie de pecado original, que teníamos que expiar. Con eso yo no comulgo más.
Del pasado, no queda nada en pie. Revisemos: El frente amplio, terminó en la terrible dictadura de la burocracia soviética y la corrupción de los países socialdemócratas; el foquismo, murió junto con un guerrillero en la selva boliviana; la guerra popular prolongada, terminó con un empate que duró doce años, 75,000 muertos y una cúpula corrupta en el poder. No podemos seguir por esos caminos; no condujeron a nada. Así que, Juan José contá conmigo para motivar la discusión. Urge una reingeniería de la izquierda.