No un partido financiado como una oenegé.
La pugna intraoligárquica entre la facción liberal-mercantilista que apoya la “lucha contra la corrupción” porque pagando impuestos atrasados y multas para cofinanciar el plan geopolítico regional llamado “de la prosperidad” compra su impunidad ante la CICIG (Cacifundesa et al), y la libertaria-fascista (Liga Pro-Patria et al) que se opone a esta lucha y defiende a Jimmy en nombre de “la institucionalidad” (como si ésta fuera proba y funcional) porque fue discriminada del usufructo de ese plan geopolítico continúa, pero sus facciones han logrado limar asperezas a tal grado que Cacifundesa no apoyó el más reciente “paro” (por lo que éste se rebajó a “marcha pacífica”) aunque sí cofinanció buena parte de la movilización.
Además ―ya con mayor unidad de acción y bajo la iniciativa de la facción libertaria― la oligarquía logró, mediante su lobbying en EEUU, que a Jimmy se le diera permiso de envalentonarse en la ONU, que Robinson se despidiera el mismo día del “paro”, que los netcenters de la geopolítica y los rosa-lilas bajaran la convocatoria para que la manifestación del sábado pasado fuera mínima; que la “lucha contra la corrupción” se volviera una pugna legalista en la que llueven antejuicios y amparos sobre los “corruptos” y los “incorruptos”. Y que el triste desenlace del “paro” haya sido que no renunciaran los diputados ni Jimmy, y que la derecha saliera proponiendo “diálogos”.
Otro resultado de este aparente caos es que la falsa pugna Iván-Jimmy fue sustituida en el imaginario progre por otra, idéntica, dicotomía bipolar: la de corruptos-incorruptos, es decir, malos contra buenos. Ambas escamotean el hecho de que la coyuntura actual está signada por la férrea voluntad geopolítica de implementar el Plan para la Prosperidad del Triángulo Norte ―que no es sino la manera concreta en que se hará realidad la restauración del modelo económico oligárquico extractivista y el control regional por EEUU―, para lo cual el capital transnacional necesita un gobierno disciplinada y obedientemente plegado al designio geopolítico-oligárquico pero con fachada progre, tarea para la cual ha designado a los oenegeros rosa-lilas y a sus organizaciones izquierdoderechistas, algunos de cuyos miembros más perversos son los que (sabiendo que se trata de una manipulación mediática) inflan “la plaza” llamándola “revolución ciudadana”, “reserva moral”, “voz del pueblo” y de otros modos tanto más delirantes cuanto más afloran los torvos financiamientos de sus oenegés, medios de comunicación y alianzas con los neoliberales y el capital financiero de Soros y sus pares.
Nos urge un instrumento político convergente que renegocie el Plan para la Prosperidad convirtiéndose en interlocutor alternativo a la oligarquía frente a EEUU, Rusia y China, liderado por las organizaciones campesinas en alianza con pequeños empresarios (gran parte de los cuales son indígenas) que desmonopolicen la producción, el comercio y las finanzas; por las capas medias en busca de buenos salarios, y por los proletariados de la productividad en condiciones precarias. A una fuerza así ―que instaure una Asamblea Constituyente Plurinacional y Popular ¡sin financiamientos externos ni oligárquicos!― deben adherir los estudiantados y las progresías. No a revolucioncitas de color cuyos bien pagados gestores rosa-lilas manipulan el sincero civismo de mucha gente sólo para servir a la geopolítica y a la restauración oligárquica.