Este mes se cumple en El Salvador un año del inicio de la Pandemia de la Covid-19. Un año en que este virus detestable ha puesto de rodillas a toda la humanidad. Qué irreal parece aquella fecha de diciembre del 2019, cuando las noticias nos informaban de una “extraña neumonía” que estaba afectando a los ciudadanos de Wuhan, China. Aún en esos días, veíamos eso como “algo lejano”, que no nos iba a afectar; pero una serie de errores, comenzando en la propia China y luego en los demás países, permitieron que el virus se diseminara a nivel global.
Según un informe del Panel Independiente de Preparación y Repuesta a la Pandemia, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), «las autoridades sanitarias locales y nacionales de China pudieron haber aplicado medidas de salud pública más contundentes en enero y no lo hicieron, así como los demás países que detectaron casos probables a comienzos de 2020». La falta de acciones rápidas para contener la propagación del SARS-CoV-2, permitió que este se saliera de control. No hubo manera de “cercarlo” en China y en un mundo cada vez más interconectado ‒con vuelos internacionales, y viajes diarios‒, en cuestión de meses todo el planeta se vio afectado.
Le realidad nos mostró, de manera desoladora, que el mundo no estaba preparado para enfrentar una pandemia. Una situación así no se vivía en el planeta desde la gripe española de 1918. Un siglo después, la humanidad atravesaba nuevamente por una situación similar y lastimosamente no se supo qué hacer.
Aquí, en el país, el gobierno decretó suspensión de clases y ordenó el cierre del aeropuerto y las fronteras. La siguiente medida fue la cuarentena obligatoria para todo el país. En pocos días nos vimos en un encierro total que duraría cinco meses. Las empresas, restaurantes, oficinas de gobierno estaban cerradas. Solo los servicios esenciales: supermercados, farmacias y restaurantes con servicio para llevar siguieron funcionando.
En el año 2020 cambió nuestra vida como la conocíamos hasta entonces. A partir de la emergencia sanitaria conocimos el teletrabajo; nos vimos aprendiendo a usar nuevas herramientas tecnológicas como Teams, Zoom y demás, haciendo de las videoconferencias el formato de trabajo de millones de empleados alrededor del mundo. Incluimos en nuestro vocabulario palabras nuevas o no tan usadas como “Covid-19”, “distanciamiento social”, “pandemia”, “confinamiento”, “asintomáticos”, “coronavirus”, entre tantas otras. De igual manera, el lavado prolijo de manos, el uso de mascarillas, el alcohol gel y pantallas se volvió parte de nuestra vida cotidiana.
A un año del inicio de la pandemia se han perdido muchas vidas. Amigos, parientes, conocidos, todos hemos perdido o hemos sabido de alguien que perdió un ser querido por este virus. A día de hoy, se contabilizan un total de 2.6 millones de muertos a nivel mundial, siendo los Estados Unidos y Brasil los países que tienen más fallecidos por causa de la Covid-19. Distintas olas de la enfermedad han recorrido lo ancho y largo del planeta, dejando una estela de muerte, pesar y dolor.
Sin embargo, un año después, hay motivos para tener esperanza. Hoy en día ya conocemos más sobre este virus. Tenemos más información sobre qué hacer para evitar su contagio. Sabemos que las restricciones dan resultado. Sabemos, además, que la detección temprana de casos, el rastreo y el aislamiento de los contactos, funciona. Y también sabemos que la imposición de limitaciones a los viajes y a las reuniones de personas, el distanciamiento social, el lavado minucioso de manos y el uso de mascarillas son eficaces. En este sentido, es clave que no relajemos todas estas medidas, pues, en tanto las mantengamos, tendremos mejores posibilidades de superar más pronto que tarde esta pandemia.
Por otro lado, otro motivo esperanzador es el aparecimiento de las vacunas. Luego de crear las vacunas en tiempo récord, se ha iniciado una campaña global de vacunación que permitirá combatir de mejor manera el virus. Según investigadores, en la medida que avance el proceso de vacunación a nivel mundial, el coronavirus podría llegar a ser “endémico”, esto es que solo se propagará a nivel local, en ciertos lugares del mundo y esto se logrará debido a la alta inmunización que generarán las vacunas.
Un año después no ha habido esfera de la vida de nuestras sociedades que no se haya visto afectada por la pandemia de la Covid-19. A un año de haber iniciado esta nueva etapa en la historia de la humanidad hay costumbres, actividades y hábitos que han venido para quedarse o pasarán muchos años para perderlos. Creo que se mantendrá el lavado de manos, el evitar las aglomeraciones, el uso de mascarillas cuando haya mucha gente y el buscar espacios de socialización abiertos y ventilados.
Si bien esta pandemia ha causado estragos en la humanidad, también ha generado cambios positivos en la ciencia, en la concientización social y en los hábitos de higiene de las personas, por poner tres ejemplos. Un año después hay que seguir resistiendo y mantener las limitaciones, pero también debemos ver con optimismo el horizonte. Un horizonte en que se ve el principio del fin de esta crisis sanitaria global.