Trump perdió por la mentira

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El presidente estadounidense se reelige por tradición por sus logros domésticos y exteriores. Donald Trump no sólo no cumplió con la mayoría de cosas que prometió sino además hizo de la mentira cínica, convenenciera y polarización con el adversario el estilo de su personalidad política. Los votantes urbanos en su mayoría se asustaron de cuatro años más que un circo sustituyera a las desgastadas formas de hacer política en EE.UU. Soltar a un elefante en una cristalería no es la mejor manera de limpiarla. A los votantes estadounidenses les pasó en 2016 lo que a los salvadoreños en 1989 los engañaron haciéndoles creer que el Estado debe manejarse por un empresario exitoso y como una empresa cuando son cosas distintas. Una empresa busca obtener ganancias, el Estado servir.

¿En qué mintió Trump? Prometió que al ser un empresario exitoso, hecho a sí mismo (cualidad que era falsa) haría maravillas con la economía estadounidense. Lo que dicen los números es que la economía no está mejor que hace 4 años. Prometió un crecimiento entre el 4% y 6% anual y sólo logró en sus primeros tres años un 2% de crecimiento económico. Se puede concluir que  la macroeconomía subió pero la microeconomía no. Ofreció recortar impuestos, esto si bien estimuló el crecimiento del empleo, no logró mayores números que en el gobierno Obama igual sucedió con los salarios. Al analizar la brecha de antes y después de Trump no aumentaron significativamente. Visto lo visto, se puede concluir que su gran reforma fiscal no significó una baja de impuestos. Por ejemplo, eliminó la renta mundial y esto beneficio a las corporaciones, es decir a los más ricos. También puede destacarse la eliminación de trabas burocráticas para las empresas tanto grandes como MYPES. Dijo que terminaría con el déficit fiscal pero 2020 (creció) lo terminará con un déficit fiscal del 17% del PIB. Igual ofreció pagar la deuda que oscila en 18 billones. En realidad subió a 26 billones. Argumentó que sanearía las cuentas públicas pero al bajar impuestos aumentó el gasto público 3 veces más de lo que crecía la economía y esto sin contar las ayudas entregadas por el Covid-19. Otro de sus puntos de honor fue mejorar la balanza comercial y allí juega un papel importante su guerra comercial con China, la cual en resumidas cuentas finalmente perdió. Hoy las empresas estadounidenses pagan más aranceles que antes y el déficit comercial es el más grande en 14 años. También entró en conflicto comercial con aliados: México, Canadá, Corea del Sur y Europa. Y ahora ya comenzó otro pleito comercial con Vietnam. La inversión extranjera cayó al nivel más bajo desde 2006 ocasionando que ahora haya menos empleos industriales que cuando él llegó a la presidencia. Todas sus medidas han ocasionado problemas económicos y las ha compensado regalando dinero (16 billones) a los sectores afectados. De todo esto no le gusta hablar a Trump.

En política exterior Trump –hay que reconocérselo- no ha declarado ninguna guerra, y eso, es muy bueno. Igual de notable son los Acuerdos de Abraham. La derrota de ISIS (con la ayuda de Rusia) y finalmente el acuerdo de Paz con los talibanes y la retirada de Afganistán. Pero su estilo populista que socaba la democracia (como vimos con su reacción ante el resultado adverso en las elecciones pasadas) ha impulsado a otros por el mundo dejando claro que saltarse la ley no importa si logras el objetivo político de popularidad entre las masas. Su torpe manejo del conflicto con los iraníes que lo llevó a pasar las líneas rojas con el asesinato de Qasem Soleimani. Igual su fracaso con China (contando la guerra comercial) al venderle armas a Taiwán ha dejado en realidad una China con más influencia en África, Asia y America Latina a la que ahora Joe Biden tendrá que recomenzar acercarse. Con su tonto juego con Corea del Norte la legitimó como una potencia nuclear. Igual con Venezuela no logró nada apoyando a Juan Guaidó. Trump deja un mundo con una nueva guerra fría y se dejó ver como una potencia mundial en decadencia que tendrá que compartir el liderazgo mundial con Rusia en lo militar y con China en lo económico. El balance en el exterior tampoco es positivo.

Corolario: 

Cualquiera podrá decir que el Covid-19 echó al traste los logros económicos y de empleo que según un exagerado marketing político traía de sus primeros tres años (y que no existía) pero lo cierto es que el coronavirus apareció en el último año de su mandato y que haber menospreciado la pandemia fue culpa absoluta de él. Los 235,000 muertos llevan la desidia de Trump frente a la pandemia en sus tumbas y eso es peor dentro de la cosmovisión estadounidense que haber declarado una guerra.

La prevalencia que Trump hizo de la política chusca, tensa, amenazante, confrontativa así como su desprecio por la ciencia en el tema Covid-19 fue lo que hizo que las ciudades que suelen ser las mejor informadas en el 2020 hayan salido de manera histórica a votarle en contra. Se cansaron de las mentiras y del showman que no es poco.  

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Marvin Aguilar
Marvin Aguilar
Analista político, historiador, colaborador y columnista de ContraPunto
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