En la “sección del ping-pong” de la entrevista que tres periodistas de derecha le hicieron a Thelma Cabrera en un canal de televisión la semana pasada, ella reaccionó a las palabras y expresiones sueltas de los entrevistadores como sigue:
Cuando se le mencionó “izquierda en Guatemala”, ella apuntó: “Sólo ha contribuido para apoyar al mismo sistema para perseguir a defensores y defensoras [de la tierra y los territorios]”. Con lo cual tomó posición ante la izquierda tradicional ―autollamada histórica― que, luego de una extraña cuanto lamentable conducción de la guerra popular, entró en una aún peor lucha política legal en la que llegó a aliarse de diversas maneras con su enemigo estratégico, pasando de ser roja a ser rosada y situándose con ello en el borde mismo de su desaparición. Con esto, Thelma dejaba claro que cuando el MLP se niega a hacer alianzas con “la izquierda”, en realidad se está negando a hacer alianzas con la derecha.
Por esto mismo, cuando a Thelma se le espetó “acuerdos de paz”, ella definió: “Estrategia para implementar la privatización”. Pues la firma de esos acuerdos fueron la condición sin la cual habría sido imposible el ingreso al país del capital transnacional por la vía de la privatización de activos del Estado, y de la cooperación internacional como injerencia foránea en asuntos internos para corromper aún más a la sociedad política y a la sociedad civil.
Muy ligada a esta toma de distancia respecto de la izquierda tradicional está su reacción ante el nombre “Rigoberta Menchú”, pues dijo: “En su debido momento era la imagen [de los pueblos indígenas] pero, de allí, se quedó en el camino”. Se refería a lo mismo que Evo le expresó (palabras más, palabras menos) a Menchú cuando él recibió el Doctorado Honoris Causa de la USAC: “Prometimos que pasaríamos de la resistencia al poder, y en Bolivia podemos decir ‘misión cumplida´, hermana Rigoberta”. Esto, porque en Guatemala la izquierda tradicional no lo hizo, y menos lo hará el culturalismo esencialista ligado a la cooperación internacional y a esta izquierda, de todo lo cual Menchú es añejo emblema.
Si todo esto le disgusta a la izquierda tradicional, menos le gusta a la derecha (fascista o “moderada”, es lo mismo) que a la expresión “empresa privada” Thelma haya apuntado: “Violadores de derechos de los pueblos”, y que a “inversiones extranjeras” haya añadido: “Explotadores con mano de obra barata”. Pues con ello tomó radical distancia del neoliberalismo en todas sus expresiones, tanto en lo local como en lo geopolítico.
Estos firmes criterios de Thelma ratifican al MLP como un partido autónomo que representa a todos los pueblos de Guatemala, y también definen en parte a esa OTRA política que el MLP reclama para sí. Por eso decimos: ¡Hasta la victoria, Thelma!