Por Carlos Francisco Imendia
Cuesta hoy más que nunca creerles a los políticos, ya que las técnicas del marketing político han avanzado y han hecho de muchos personajes auténticos actores, que se esmeran por saber cautivar a las masas y al electorado. Eso es un proceso muy importante, y para comenzar hay que saber deslindarse todo tipo malas crianzas, mal aspecto, y ponerse a leer un poco, para fomentar la cultura general. Aunque el tema académico y del conocimiento de la cultura general no sea de tanta prioridad, sí es más importante la imagen y la forma de cautivar a las masas.
Así como cualquier macho, cautiva a la hembra en el reino animal, ya sea ave, reptil, insecto o mamífero, el cortejo, los colores, los bailes, etc. son importantes para cautivar. El pavo real, es el ejemplo más claro, cuando expande sus alas, que forman un inmenso abanico, tornasol de cientos de puntos de plumas que parecen ojos hipnotizando, etc. El reino animal siempre provee a la humanidad de claves y estrategias muy importantes para ponerlas en práctica.
Si bien en la política la oralidad es clave y fundamental para sus personajes, también lo es la teatralidad, hoy más que nunca, cuando se pueden idear escenarios, recrear motivos e intenciones, la teatralidad es importante y válida.
Aunque no tan genuina, porque de eso se trata, hacer parecer que existe un interés de…
Y en realidad no existe, simple y sencillamente es parte de esa imagen que busca como imán atraer votos o fidelizar proyectos políticos. La teatralidad es usada por casi todos los políticos y es muy efectiva, Hugo Chávez era muy teatral, su tono de voz, como militar, enérgico y después declamador de poemas como niño de escuelita provincial, y después tocando la guitarra como llanero raso, la estrategia cautivaba a las masas, pero solo era parte de su libreto para mantener ese entretenimiento político.
La teatralidad de Maduro, a veces expuesto a estupideces y exabruptos de ignorancia ante las cámaras, que a muchos sacan grandes carcajadas o a otros el repudio ante la ofensa de la inteligencia, en sí también es teatralidad, presentarse como un ignorante puede traer la lástima de la masa. Aún el fenómeno Maduro es sujeto de análisis.
Bolsonaro (para que no digan que solo con la izquierda) es otro teatral y populista, desde su apuñalamiento en campaña, pasando por sus peleas con ticktockers y youtubers en plena calle, hasta “chinear” a un niño que al final resultó ser un enano, es realmente grotesco, humorístico, pero es al final teatralidad cuya finalidad son los votos.
Recientemente, y pese a que la justicia argentina pide 12 años de prisión para Cristina Fernández de Kirchner, por varios delitos y corrupción durante su mandato, en acto multitudinario de apoyo, un sujeto le apunta a la cabeza con una pistola, y el arma se encasquilla (gracias a Dios), ante el suceso, el repudio del entorno político y la incredulidad de sus detractores. ¿Teatralidad?