Esta semana conocíamos la noticia de la anulación del POUM por parte del Tribunal Supremo. Una noticia que genera muchas opiniones distintas, incluso para uno mismo. Pero primero, para entender cómo hemos llegado hasta aquí es necesario contextualizar.
¿Cómo llegó el POUM a Tarragona?
Hace unos años, con Joan Miquel Nadal como alcalde, Tarragona empezó a trabajar en dos planes estratégicos. Uno, el cual tuve el placer de presidir, se centraba en Medio Ambiente y Sostenibilidad. Hicimos un gran esfuerzo contactando con todo el tejido social, y demostramos una gran madurez llegando a un consenso de ciudad.
Con estos planes, los cuales eran totalmente democráticos y que habían hecho partícipe a la ciudadanía, se estableció la dirección que la gente de Tarragona quería para su ciudad. Y este era el camino a seguir. La investigación, la negociación y el trabajo de despachos ya estaban hechos. Sólo hacía falta aplicarlo al exterior.
Pero el año 2007 todo eso se guardó en un cajón, cómo tantos y tantos proyectos de esta ciudad. El Grupo Municipal del PSC de Tarragona, con Josep Fèlix Ballesteros, ganó las elecciones de Tarragona, apoyando las reivindicaciones de las luchas vecinales, las cuales, por supuesto, tenían mucho a decir.
El PSC quiso poner en marcha otro plan estratégico, pero “parcial”, ya que era exclusivo y no contaba con la representación social y vecinal suficiente para denominarlo un consenso total.
Con el POUM, el Partido Socialista, terminó consiguiendo un acuerdo real. Era un plan envuelto de polémica desde sus inicios, pero era consensuado. Este POUM debía sentar el plan urbanístico de Tarragona, es decir, determinaba que debía ser Tarragona. Y, de repente, esta semana nos enteramos de que se para.
El POUM perjudicaba los intereses de una empresa de gas, que ya todos conocemos y por eso decidió llevarlo ante los tribunales. Es realmente inquietante cómo han podido frenar 20 años de consenso.
Seguimos sin transparencia
Yo, y seguramente gran parte de los tarraconenses, no sabíamos que el POUM aún estaba en el Supremo, con un recurso de la Generalitat y el Ayuntamiento. A mí, y a muchos, nos ha pillado totalmente por sorpresa.
Esto demuestra que la transparencia sigue siendo una asignatura pendiente. Ahora ya lo sabemos, pero ¿tan difícil era mantenernos informados? Así ya se podría haber empezado a preparar una respuesta y una reacción.
No podemos permitir que una esfera de gas siga en pleno centro de la ciudad, en una ubicación de gran valor económico. Y que, encima, frene nuestros proyectos por sus intereses. Por eso quiero iniciar una recogida de firmas, para que CLH abandone su ubicación y que, el Ayuntamiento, sea el primero en firmar.
No sé si nuestra Tarragona está maldita. Soy más de los que piensan que toda acción humana tiene sus efectos, y queda claro que la mano humana está convirtiendo a Tarragona en una ciudad paralizada.
Necesitamos un nuevo consenso, que se centre en la sostenibilidad
Ahora es necesario aplicar la acción y reacción. ¿Nos hemos quedado sin POUM? Sí, pero no podemos paralizar más la ciudad. Así que toca trabajar, y mucho, y aprovechar esta oportunidad para idear un modelo urbanístico de ciudad adaptado a la actualidad y que sea realmente verde.
Debemos tener en cuenta que los dos partidos mayoritarios de Tarragona gobiernan en la Generalitat y en el Gobierno de España. Esto debe abrir vías para elaborar un nuevo POUM mejorado rápidamente.
Espero que, frente a esta situación, todos los partidos y agentes políticos de esta ciudad, usen el sentido común y dejen de un lado los intereses partidistas. ¿Seremos suficientemente maduros para crear un consenso total?
Tarragona debe coger esta oportunidad para dejar de ser la ciudad inacabada. Debemos unirnos para terminar estos proyectos. Debemos unirnos para resucitar nuestra ciudad. Debemos unirnos por Tarragona.
Y recordad, que nadie os robe vuestra sonrisa.
(*) Autor es presidente de la Red Internacional de Escritores por la Tierra (RIET)