“El que no las hace, las ve hacer”, reza el viejo refrán futbolero que hoy vivió en carne propia el Real Madrid. Los blancos perdonaron y el Barca hizo gala de la efectividad de Luis Suárez para darse un festín en el Bernabéu y sellar su pase a la final de la Copa del Rey.
Desde los primeros compases del duelo, el Madrid dejó claro su planteamiento, tapar los ejes de creación de juego del Barcelona y apostar por la velocidad de Vinícius por banda izquierda que fue una auténtica pesadilla para la defensa blaugrana durante los noventa minutos, a ello se sumó la gran actuación del lateral zurdo Reguilón.
El joven extremo brasileño fue por mucho el mejor de los merengues sobre el campo. De hecho, estuvo cerca en dos ocasiones de abrir el marcador, primero logró pescar un balón dividido sobre punto penal, el balón tomó dirección a portería pero no pudo superar le achique de Ter Stegen. La segunda llegó con un gran desborde de Reguilón, siempre por la banda izquierda que acabó en un centro razo, Vinícius remató, pero el esférico se fue por encima del larguero y el choque se iría al descanso con el 0-0, pero con un Madrid optimista y un Barcelona deslucido en ataque.
Al volver del descanso, los pupilos de Solari intentaron mantener el ritmo, mientras que los soldados de Valverde nunca se desesperaron y siguieron a lo suyo, sabían que solo necesitaban una buena para poner la balanza a su favor y esa chance llegó sobre el minuto 50, Dembélé evadió la marca de Carvajal y mandó un servicio retrasado hacia Luis Suárez, que con un toque del borde interno de su bota derecha mandó un remate seco a la base del poste izquierdo de Keylor Navas para el 1-0 que supuso un baldazo de agua fría para los de Chamartín.
Aún con la desventaja en el marcador, Vinícius siguió haciendo de las suyas y tomó el balón desde el centro del campo, dejó atrás la marca de Busquets, Semedo y Piqué, pero la visión se le nubló nuevamente al momento de plantarse frente a los tres palos y su disparo se marchó por un costado.
Parecía que los merengues lograrían darle la vuelta, Reguilón tuvo una nueva oportunidad de oro con un remate de cabeza que obligó a Ter Stegen a estirarse al máximo para bloquear el balón, pero cuando se cumplió la hora de partido los catalanes volvieron a demostrar que sólo había pólvora en su cañón y tenía el nombre de Dembélé marcado, el francés se tiró hacia la banda derecha para ganarle las espaldas de nuevo a la zaga blanca y enviar otro centro, Suárez se lanzó en búsqueda de la redonda, pero fue Varane quien acabó por hundirla en su propia portería.
Para ese entonces, el juego ya estaba decidido, pero Suárez no estaba conforme y siguió insistiendo hasta que encontró la pierna de Casemiro, el juez José Sánchez marcó el punto de penalti y el charrúa silenció al Bernabéu con un cobro a lo Panenka.