domingo, 14 abril 2024
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“Si me matan”

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Oscar Arnulfo Romero y Galdámez fue de las personas más optimistas en medio de la guerra. Creí­a que en el nombre de Dios el gobierno cesarí­a la represión y pensaba que si lo mataban él se mantendrí­a vivo. Al final, la segunda fue cierta y me lleva a un punto importante.

La palabra santo tiene que ver con “distinguido”, ser distinguido es resaltar entre la multitud de personas, por eso Romero es santo. Una cosa es decirle al gobierno que está haciendo las cosas mal y explicar justamente por qué y otra es insultar al gobierno.

Una de las cosas que debe ser reconocida a Romero es que él velaba por las personas más necesitadas, Además, hací­a todo lo posible por las personas. Galdámez ha dejado un legado en el pueblo salvadoreño y nos da una serie de lecciones de vida: [1] Hablar la verdad; [2] Ayudar a los demás; [3] Ser humilde; y [4] Mantener la paz con los demás.

Una de las cosas más difí­ciles es hablar con la verdad. Decir lo que la oposición no quiere oí­r implica tener un rango social muy alto y eso es lo que hizo Romero. Romero sabí­a que lo iban a matar y era por simple inspección, no porque fuese profeta. En pocas palabras, era el “precio a pagar” por decir algo ofensivo para las personas que mantení­an la guerra para su beneficio.

Pero si decir la verdad es un problema, es peor ayudar a las demás personas. Con un grupo de personas que buscaban su beneficio gobernando El Salvador e impidiendo la llegada del socialismo “por ser tóxico”, era lógico que el mayor socialista salvadoreño de la época fuera considerado como la solución del paí­s, aquí­ hubo un problema.

La gente miraba a Arnulfo como la solución, pero él no se veí­a así­. Considero que veí­a más un discurso basado en Isaí­as 61: “El espí­ritu del Señor Dios me acompaña, pues el propio Señor me ha ungido, me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones destrozados, a proclamar la libertad a los cautivos, a gritar la liberación a los prisioneros, a proclamar un año de gracia del Señor y un dí­a de venganza de parte de nuestro Dios; a dar consuelo a los que están de luto, a cubrirlos de honor en lugar de polvo, de perfume de fiesta en lugar de penas, de traje festivo en lugar de abatimiento”, es decir un conector, no una solución.

Por más amenazas, él trataba de mantener la paz. ¿Cuál era la ganancia para la Iglesia al mantener un ambiente hostil en el paí­s? Realmente, ninguna. Romero ha dejado un legado en la Iglesia, él daba su opinión sobre la situación y lo hací­a para acabar un problema. Actualmente, Dios es la principal atracción del circo y hay que hacer las cosas porque un ser humano dice que un Ser Supremo se lo “reveló”.

El puesto de la Iglesia es ser la que brinda un consuelo a la población. Contradiciendo mis propias ideas, la Iglesia debe aportar a la población y no unirse a la manada de idiotas que dicen al Gobierno qué debe hacer y qué no. Es la Iglesia no una casa consultora de la opinión de la población; de lo contrario, no se llamen Iglesia, adquieran el nombre de periódico para aterrorizar a la población.

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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