spot_img
spot_img

¿Quihubo?

¡Sigue nuestras redes sociales!

spot_img

Por Benjamín Cuéllar Martínez

Tener y mantener memoria individual y colectiva es esencial para el desarrollo de los conglomerados humanos. Memoria social, memoria política y memoria cultural… Las tres están relacionadas y en estos días, en el marco de la visita oficial de Andrés Manuel López Obrador al país y del régimen de excepción vigente desde finales de marzo, se me zangolotearon dentro de mí; se me alborotaron recuerdos dolorosos y graciosos. Entre estos últimos destacan las tantas carcajadas que me arrancaron Los Polivoces, aquel inigualable dueto de cómicos e imitadores surgido en la década de 1960 y considerado –según el periodista Sergio Hidalgo– “parte de la cultura general de México”; específicamente, reviví dos de sus personajes: Chano y Chon.

Con estas figuras estelares, la referida “mancuerna” cerraba los programas transmitidos durante la última etapa de su existencia como tal: de 1973 a 1976. Lastimosamente, se separaron. Un sketch brillante, como casi todos, es este. Con la singular entrada musical, aparecían sentados en el suelo con sus grandes charras y sus coloridos zarapes diciendo: “¿Quihubo Chano? ¿Quihubo Chon? ¡Ay! No te vayas a espantar, eh… ¿Por qué tú, por qué tú? Ahí traes un alacrán en la espalda. ¡Quítamelo tarugo! Te quitaré nomás el alacrán… ¡Uhhh, Uhhh!“.

En relación con la memoria social y política nacionales, estas sí son dolorosas. Tuvo que venir el presidente mexicano a pegarle una pequeña pero vergonzosa refrescada al respecto a su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, para exhibirlo como alguien que o no conoce nuestra historia o pretende distorsionarla en función de sus intereses.

De sobra es conocida su descalificación de los acuerdos mediante los cuales finalizó una guerra despiadada entre los ejércitos insurgente y gubernamental que, por once años y días, asoló nuestro territorio. López Obrador le dejó ir con todo, cara a cara al comparecer ante la prensa, el protagonismo mexicano en el reconocimiento –junto con Francia– de la beligerancia del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en agosto de 1981; también evocó el rol desempeñado en el impulso del proceso de Contadora. Asimismo, externó su orgullo por haberse negociado y firmado en su país esos acuerdos, tanto en abril de 1991 como en enero de 1992; en el primero se establecieron importantes reformas constitucionales aprobadas después y en el segundo los compromisos a cumplir tras cesar los combates.

Afirmó que “la paz es fruto de la justicia y que un Estado que no garantiza los derechos básicos de su población deriva a la ingobernabilidad”. “La pobreza, la desigualdad, el autoritarismo y la falta de democracia –aseguró– fueron los principales combustibles de la tragedia y de la trágica guerra” en El Salvador. Hoy esos males continúan presentes acá y Bukele está siendo, ni más ni menos, un gasolinero irresponsable. Expresó, además, su dolor y el de su pueblo por cada una de las muertes ocurridas en aquel entonces. Referencia especial hizo al “cobarde asesinato de monseñor Óscar Arnulfo Romero, un santo de verdad”. A este aún no lo ha ninguneado de palabra Bukele; por eso quizás, adelantándose a que pueda ocurrir, López Obrador dijo esto acerca de nuestro buen pastor.

Además de lo relacionado con la fugaz visita de este, mencioné al inicio lo del régimen de excepción debido a que el segundo funcionario principal del Órgano Ejecutivo –Félix Ulloa– circuló un tuit de su autoría señalando que al Estado le “asiste” el just ad bellum para “defender al pueblo de la violencia criminal de las pandillas”. Y agregó que este “es la rama del derecho humanitario que define las legítimas razones que un Estado tiene para hacer la guerra de manera legítima y justa”.

Cabe advertir que junto con el derecho de los derechos humanos, el derecho humanitario es –según el Comité Internacional de la Cruz Roja– “parte del derecho internacional público. Ambos tienen la finalidad de proteger la vida, la salud y la dignidad de las personas, aunque en circunstancias diferentes”. En el derecho humanitario se incluyen los Convenios de Ginebra, cuyo artículo 3 común regula lo relativo a los conflictos internos. Entonces, ¿se aplicarán acá este y el Estatuto de Roma? ¿Consideraran a las maras fuerza beligerante? Sus integrantes bajo arresto, ¿serán prisioneros de guerra? ¿Cómo se justifica capturar personas que “nada deben” y las muertes de otras detenidas? Finalmente, ¿cómo se pasó del “exitoso” Plan Control Territorial al estallido de esta “nueva confrontación armada”?

Así las cosas, ojalá se entienda porqué rescaté de mi memoria el episodio de Chano y Chon. Pero a estos les sobraba gracia; el otro par nos está conduciendo a una mayor desgracia. ¿Quihubo?…

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

Benjamín Cuéllar Martínez
Benjamín Cuéllar Martínez
Salvadoreño. Fundador del Laboratorio de Investigación y Acción Social contra la Impunidad, así como de Víctimas Demandantes (VIDAS). Columnista de ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

spot_img

También te puede interesar

spot_img

Últimas noticias