viernes, 6 diciembre 2024
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Primer llanto por el Palacio Nacional

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"El centro capitalino ha sido por siglos un inmenso papel donde se escribe la historia y luego se borra, o se corrigen los errores de los siglos": Carlos Imendia.

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Por Carlos F. Imendia.

Connotados historiadores, escritores y la nata de la intelectualidad salvadoreña ante los últimos sucesos preparatorios y la adecuación del Palacio Nacional, la remoción del piso hidráulico, la tala de las araucarias, el embellecimiento y la modernización de la joya arquitectónica de San Salvador para el próximo magno evento, ante las lamentaciones y decisiones de priorizar dicha remodelación antes que la configurada reglamentación sobre el respeto al patrimonio cultural de la capital, el centro capitalino ha sido por siglos un inmenso papel donde se escribe la historia y luego se borra, o se corrigen los errores de los siglos.

La primera ocasión que la memoria histórica derramó gruesas lágrimas fue en 1889, un noviembre donde un voraz incendio consumió al primer palacio nacional, acabó con la infraestructura, y lo más lamentable con el preciado archivo colonial. El historiador don Pedro Escalante Arce lo comenta en su libro Los Tlaxcaltecas en Centroamérica: “Debido a que buena parte a que el archivo colonial salvadoreño desapareció, casi íntegramente con el incendio del primer palacio nacional de San Salvador, el 19 de noviembre de 1889 cuando se consumió la mayor parte del archivo General de la Nación”.

El primer palacio nacional fue la visión del General Gerardo Barrios de querer concentrar en un punto todo el Estado Salvadoreño (Órgano Ejecutivo, Legislativo y Judicial) , esto a mediados del S. XIX, se buscó salirse del perímetro de la gran plaza de Armas (Parque Libertad) buscando más al poniente, el convento de Santo Domingo ( Actual Catedral de San Salvador) y la plaza Santo Domingo (Hoy parque y plaza Gerardo Barrios), fue el Dr. Francisco Dueñas, conservador y enemigo de Barrios el que terminó por inaugurar con bombos y platillos el primer palacio nacional. Y fue durante la administración de Francisco Menéndez, el año en que se quemó en su totalidad, debió ser alarmante las llamaradas y el humo del primer palacio nacional de madrugada, intentándolo apagar a cántaros de barro, de agua traída de fuentes y del mismo Acelhuate. Con solo imaginar las lamentaciones, las narices goteantes, los pañuelos empapados de lágrimas por la pérdida de la identidad histórica de San Salvador. No solo las catástrofes de origen natural como potentes sismos, incluso el fatídico terremoto San Jose, que se llevó a la bolsa varios monumentos e infraestructura colonial, la ciudad cuenta con poca referencia y archivos, más que el que cuenta Guatemala y otros países de la región que han sido rescatados por acuciosos historiadores nacionales como: Escalante Arce, Larde y Larin, Aguilar Aviles, Cañas Dinarte Herquicia y Castellón.

¿Pero qué archivos se quemaron?

Archivos de justicia, Hacienda, registros de propiedad, Archivo federal, El archivo colonial de la Alcaldía mayor de San Salvador y de la intendencia de San Salvador.

Suficiente para que buena parte del pasado fuera borrado, sin poder hacer mayor cosa ante la desintegración en las llamas, y la impotencia de todo San Salvador de hacer algo por el inclemente incendio.

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Carlos F. Imendia
Carlos F. Imendia
Comunicador, publicista y mercadólogo salvadoreño; columnista y colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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