Por Padre Antonio Molina
En las vísperas de la Fiesta de nuestro Patrono, el Divino Salvador, recordando la “bajada” y con ella las necesidades, dolores, angustias, alegrías de mi gente, escribo estas líneas.
Sabe Dios que muchos de ustedes se vinieron conmigo a Las Canarias, todos los días en mis Oraciones están presentes, no hay forma de olvidarlos.
No quiero alargarme. Por eso tomo prestadas los últimos versos del Poema de Amor de Roque Dalton. Nadie como él describió el sufrimiento de la mayoría de salvadoreños, sufrimientos que al día de hoy no han cambiado para nada: “eternos indocumentados, los hacetodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo”. Y termina con cuatro palabras que sacan lágrimas al que conoce y ama a los pobres de nuestra tierra: “mis compatriotas, mis hermanos”.
Antes el poeta describe las penas del salvadoreño viviendo fuera del territorio y sólo a él le permitimos llamarnos como nos llama: “guanacos hijos de,…” Porque Roque también es un salvadoreño, aunque su padre fuera gringo.
Con el mismo amor de Roque por sus hermanos y compatriotas les saludo y recuerdo todos los días.
Dios quiera que la Patria encuentre caminos de paz y prosperidad, que nadie tenga que migrar por falta de empleo o seguridad, que podamos vivir como hermanos y se nos permita disentir de lo que no nos parece sin peligro de terminar en Mariona.
Un fuerte abrazo, les quiero mucho: P. José Antonio Joan Molina