Imagino a Gutemberg al terminar su invento, la imprenta de tipos móviles, ignorante del revuelo que generaría su invención, pues a partir de ese momento comenzó la producción de los libros, con lo que se iniciaría una difusión de la información como nunca antes se había conocido.
Hoy, 600 años después de ese momento histórico, los libros forman parte cotidiana de nuestras vidas y prácticamente todo el conocimiento de la humanidad ha estado concentrado en ellos. Hasta ahora.
Pareciera que nos acercamos a la finalización de la era de Gutemberg y nos acercamos al inicio de una era digital, en la que los libros serán sustituidos por plataformas electrónicas. Y algo de cierto hay en ello: El siglo XXI ha sido testigo de la revolución digital, en la cual los contenidos informativos (en el amplio sentido de la palabra “informativos”) han sido sustituidos del papel y el libro, a la pantalla y los bits.
La sociedad actual es muy diferente a la de finales del siglo XIX y principios del XX, época de gran influencia de los medios impresos. Y esa diferencia empezó con el aparecimiento del Internet; con la World Wide Web se modificó la difusión del conocimiento, pues nos permitió estar interconectados y acceder a una cantidad ilimitada de información. Esto generó un cambio en el consumo de las industrias culturales y de comunicación, lo que ha ido obligando, poco a poco, a los mass media a modificarse, para estar acorde con los tiempos.
De esta manera, la tecnología exige nuevos soportes para trasmitir la información a la sociedad y estos nuevos soportes están modificando la forma en que consumimos esos datos. Sobre todo ahora, con la irrupción de lo que los científicos sociales han llamado “nativos digitales”. Esa parte de la población que nació a partir de la última década del siglo XX, que ha crecido con las tecnologías digitales y que dominan con solvencia el internet, las computadoras y los videos juegos.
Hoy día los jóvenes ya no leen diarios, ya les es un formato obsoleto. Existe un profundo cambio de hábitos a la hora de consumir información. Es significativo que actualmente el consumo de noticias se haga en internet, a través de computadoras y, más recientemente, de dispositivos móviles como tabletas o teléfonos inteligentes.
El mundo de hoy se está adecuando al futuro, que ya llegó. En la medida que desaparezcan los antiguos lectores de plataformas que usan papel, lo digital irá aumentando ostensiblemente. Los ejemplos abundan: Ahora se leen libros electrónicos en dispositivos como Kindle o Nook, aparatos creados específicamente para leer. Amazon, una de las compañías de comercio electrónico más poderosas del mundo, ha informado de ventas mayores de libros digitales que los de papel. Con las nuevas tabletas, ya podemos subrayar, hacer notas y buscar párrafos que nos interesen. Las librerías ya están presentando en sus catálogos libros en digital, además de en papel, y los digitales resultan tan atractivos, entre otros motivos, por su precio.
Ante la evidencia, ¿podemos preparar el funeral para las plataformas informativas que usan papel? ¿Debemos despedirnos definitivamente del libro de papel, ese invento todopoderoso de más de 600 años de vida? Yo creo que no. Si bien las plataformas digitales están en auge, todavía el viejo libro de papel goza de buena salud. Sobre todo en países como el nuestro, en donde la tecnología no está disponible para toda la población. En El Salvador, las plataformas digitales son lujos de un reducido grupo de habitantes; a penas se está logrando masificar ‒no sin cierta dificultad‒ el uso de computadoras. Así que, mientras lo tecnológico no atraviese todas las esferas de la sociedad, seguiremos consumiendo información en papel. Será necesaria una nueva generación, en la cual sólo haya nativos digitales, para ver realmente la desaparición del libro de papel.
De momento, ustedes me leen desde una pantalla de computadora, celular o tableta. Algo que Gutemberg jamás hubiera imaginado.