El tiempo parece agotarse cada día más para nuestros compatriotas amparados en territorio estadounidense bajo la figura del TPS que como sus siglas lo indican es un estatus “temporal” de protección, durante años nuestros gobiernos y el estado salvadoreño han asumido un papel cómodo y considerando hasta una obligación del gobierno de los Estados Unidos que continúen “renovando” cada dieciocho meses dicha condición.
Durante años cuando se aproxima el fatídico vencimiento de cada plazo comienzan los viajes, acercamientos, el trabajo de los denominados “lobbistas”, campañas mediáticas y las más famosa de las frases: “estamos trabajando ya con los equipos en una reforma profunda integral para nuestros hermanos salvadoreños” y así se han terminado los periodos presidenciales en ambos países y la anhelada reforma integral nunca ha llegado. La pregunta es: ¿algún día nuestros compatriotas han tenido una verdadera opción de que su situación migratoria temporal tenga la estabilidad y permanencia que requieren? La respuesta es no.
Cada uno de nuestros gobiernos han considerado un verdadero alivio que los más de 190,000 salvadoreños bajo esta figura de TPS continúen en territorio estadunidense y hay cuando se acerque el vencimiento hay vemos que hacemos, total “siempre lo renuevan” y este grupo como los que no están incluidos, aportan cada año más de cuatro mil millones de dólares en remesas que sostienen la economía del país y este año se pueden superar las cifras.
Las condiciones que generaron o motivaron al gobierno de los Estados Unidos ayudarnos como país debieron ser temporales producto de fenómenos naturales que generan calamidad en países en desarrollo como los ubicados en el denominado “triángulo norte” donde estamos expuestos a tormentas, huracanes, terremotos, sequías, entre otros y muchas situaciones vulnerables y de riesgo.
Pero sumado a estas condiciones de riesgo existen otras condiciones conocidas como factores criminógenos que generan el crimen y delito, las cuales son clasificadas como endógenas y exógenas y que sumadas con la falta de tejido social y ausencia del estado en el territorio han favorecido el incremento de la inseguridad y violencia así como el empoderamiento del crimen organizado y de las pandillas teniendo presencia activa en más del ochenta por ciento de los municipios del país pero concentrando sus operaciones en aproximadamente el veinte por ciento del total de los municipios, dichos factores continúan sin ser erradicados.
El Salvador, Honduras y Guatemala han aportado una cantidad de inmigrantes ya que huyen de sus países por inseguridad, caos económico, desempleo, guerras, desplazamientos forzados internos, amenazas a muerte, reclutamiento de hijos por parte de pandillas, pobreza, extorsión y el crimen organizado transnacional entre los principales. Buscando su denominado “sueño” encontrando una verdadera pesadilla, desde la misma salida por nuestras fronteras occidentales, muchos morirán y sufrirán todo tipo de maltratos en México y otros encontrarán la muerte misma.
El Plan Alianza para la Prosperidad para el triángulo norte es un excelente oportunidad en donde observo que se pretenden lograr al igual que en Colombia: recuperar el control del territorio, poner fin de una vez por todas al ciclo de violencia, combatir la impunidad que es la que genera más corrupción, generar confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros para generar trabajo y condiciones para un crecimiento económico que sea inclusivo pero sostenible. Para lograrlo es vital la unidad de todos los sectores, evidenciar una voluntad política de cada uno de los actores de la sociedad. Tener la capacidad de escuchar y permitir la participación de la sociedad civil, esto puede generar un círculo virtuoso de inversión en nuestro país, mejorar las condiciones de los ciudadanos en sus comunidades que produce oportunidades para que los salvadoreños progresemos y seamos bendecidos en nuestra tierra y cumplamos nuestros sueños en El Salvador. El eje transversal es la seguridad y no nos equivoquemos este Plan Alianza para la Prosperidad no es para los estadounidenses es una oportunidad para nosotros. Pero la responsabilidad principal es del estado salvadoreño. Por cierto en Honduras y Guatemala este proceso está muy avanzado por el aporte y la participación protagonista de la empresa privada donde los gobiernos les han aceptado la ayuda, asesoría, recomendaciones y facilitado las condiciones de seguridad jurídica y pública