jueves, 2 mayo 2024

Paternidad y nuevo paradigma

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El ser padre y/o madre forman parte fundamental de la identidad de género, asignada por el patriarcado desde el proceso de socialización, con este la sociedad crea sus propias pautas de conducta e impone a las personas a través de complejos sistemas de pensamiento: lo deseable y lo indeseable, y a su vez desarrolla e impone códigos de comportamientos que se traducen como “valores” los que son considerados reglas y categorí­as de tales comportamientos.

Los valores determinan nuestro modo de ser, de vivir y de sentir. Guí­an nuestras conductas, nuestras decisiones, en definitiva son los parámetros que nos autodefinen  como personas. La sociedad determina los valores dominantes en cada momento histórico y en función del tipo de sistema económico, polí­tico, social, ideológico y religiosa entre otras.

Desde la sociedad actual, la forma de concebir la vida hombres y mujeres  es diferente, partimos de dos subculturas: masculina y femenina, diferenciadas a través del proceso de socialización, lo cual conlleva  valores y roles diferentes, de esta manera se conforma el estereotipo del “Padre” y de la “Madre”, se crea y se mantiene a través de mensajes, valores, iconos y signos que han conformado ese estereotipo de la Mujer=Madre=Proveedora de amor y el Hombre=Padre=Proveedor económico. Las mujeres centran en lo í­ntimo, el mundo privado; los  hombres en lo público, lo externo y al contrario que las mujeres evitan conectarse con sus emociones, exceptuando el enojo. Tienen miedo a la intimidad afectiva.

Desde la primera infancia, a niñas y niños se va inculcado comportamientos deseados, esperados para que en la vida adulta puedan ser “personas de bien”. Una de las primeras formas de aprendizaje es el juego. Con el juego de muñecas en las niñas se les enseña a aprender a ser mamás y a cuidar a los demás. A los niños se les invita a jugar de guerra, con armas, boxeo o de lucha. El aprendizaje de los varones es hacer la guerra y solucionar sus conflictos por medios violentos, mas no a ser padres, aunque si se les enseña a engendrar de manera irresponsable.

Generar una sociedad inclusiva donde efectivamente exista igualdad de oportunidades con equidad en donde tanto las niñas como los niños realicen juegos que les permita desarrollar todas aquellas aptitudes para cuidar a sus descendientes con responsabilidad y respeto, capaces de exteriorizar sus afectos y desechar el modelo de padre irresponsable el cual limita su paternidad a la parte proveedora económicamente pero se olvida de los afectos tan indispensables para desarrollarse plenamente como personas mentalmente sanas.

Afortunadamente se ha comenzado a percibir cambios de valores y conductas tradicionales relacionados al paradigma “Padre” por algunos hombres, que buscan relacionarse diferente con sus hijas e hijos, han comenzado a involucrarse en el cuido diario de su descendencia, revalorando el significado de la paternidad,  construyendo un nuevo paradigma del ser hombre/padre. Para ellos va en primer lugar mi reconocimiento por su aporte a un mundo mejor para todas y todos en este dí­a del padre.     

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Gilda Parducci
Gilda Parducci
Columnista Contrapunto
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