La pandemia del Covid-19 es uno de los desafíos más peligrosos que el mundo ha enfrentado en nuestra vida. Es sobre todo una crisis humana con graves consecuencias sanitarias y socioeconómicas.
La Organización Mundial de la Salud, con sus miles de funcionarios, está en primera línea, apoyando a los Estados Miembros y a sus sociedades, especialmente a los más vulnerables, con orientación, capacitación, equipo y servicios concretos para salvar vidas en la lucha contra el virus.
Fui testigo de primera mano del valor y la determinación del personal de la OMS cuando visité la República Democrática del Congo el año pasado, donde el personal de la OMS está trabajando en condiciones precarias y en lugares remotos muy peligrosos luchando contra el mortal virus del Ébola. Ha sido un éxito notable para la OMS que no se hayan registrado nuevos casos de Ébola en meses.
Es mi creencia que la Organización Mundial de la Salud debe ser apoyada, ya que es absolutamente fundamental para los esfuerzos del mundo para ganar la guerra contra Covid-19.
Este virus no tiene precedentes en nuestra vida y requiere una respuesta sin precedentes. Obviamente, en estas condiciones, es posible que los mismos hechos hayan tenido lecturas diferentes por entidades diferentes. Una vez que finalmente hayamos pasado la página de esta epidemia, debe haber un momento para mirar hacia atrás y comprender cómo surgió una enfermedad de este tipo y cómo se extendió su devastación tan rápidamente por todo el mundo, y cómo todos los implicados reaccionaron a la crisis. Las lecciones aprendidas serán esenciales para abordar con eficacia los desafíos similares que puedan surgir en el futuro.
Pero ahora no es ese momento. Ahora es el momento de la unidad, de que la comunidad internacional trabaje unida y en solidaridad para detener este virus y sus consecuencias devastadoras.
Autor es Secretario General de la ONU
