martes, 16 abril 2024
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No guarden el tren

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En el mundo desarrollado y sostenible el ferrocarril es el medio por excelencia que sirve para transportar la masa poblacional de un lado a otro así­ como mercancí­as a sus diferentes destinos.

Con este tipo de medio de transporte por décadas se han disminuido costos logí­sticos, reducido tiempo y distancias. Paí­ses desarrollados se han propuesto hacerlos más rápidos, implementando tecnologí­as como la levitación magnética, los supertrenes podrí­an alcanzar velocidades que van de los 400 a los 600 Km/h. Uniendo largas distancias en cuestión de segundos como lo hemos visto en Japón, China, Francia y Alemania. El equivalente centroamericano en distancia de ciudad Guatemala a Nicaragua en tan solo 45 minutos.

Revisando la historia del ferrocarril en El Salvador, se introdujo posterior a la independencia a mediados del siglo XIX, se instalaron las ví­as férreas por todo el territorio, con el objetivo de unir: Centros de producción y puertos. Productos resultado de la emergente actividad agrí­cola fueron transportados en el ferrocarril, ejemplo: El plátano, cacao, café, algodón y caña de azúcar. Así­ como para transportar productos importados como: Materiales de construcción, productos comestibles, conservas, telas, instrumentos musicales, materias primas etc.

El ferrocarril suplantó a las bestias de carga como: bueyes, asnos y caballos, aminorando el tiempo en llegar a los puertos como Acajutla, la Unión y la Libertad.

Con el apogeo de la caficultura, el tren fue un gran aliado durante la época de oro de la exportación del grano, cuando El Salvador era una autentica republica cafetalera, los vagones del tren recorrí­an serpenteando la campiña inundando de olor cafeí­nico en los sacos de yute rumbo a Acajutla.

Durante la época moderna de El Salvador, con la evolución de la agroindustria y la introducción de camiones y furgones de carga, el tren tomo otro rol, para movilizar personas y para el turismo. En mi caso personal, mis padres me cuentan de sus aventuras juveniles en el tren en el trayecto de San Salvador- Quezaltepeque, donde disfrutaban de los bonitos paisajes del campo.

Autoridades: ¡No guarden el tren! , no es un medio de transporte obsoleto, no lo repriman en los museos haciendo creer que es algo pasado de moda o histórico, está más que vigente que nunca, sino miren a los paí­ses desarrollados que hasta le apuestan a trenes más rápidos y efectivos.

En nuestro paí­s la lí­nea férrea está viva, solo necesita de visión, recursos y mantenimiento. Una acción sostenible deberí­a involucrar asocios públicos-privados para reactivar este medio de transporte que beneficiarí­a a grandes mayorí­as, principalmente las ciudades populosas que están a su paso: Cojutepeque, Apopa, Delgado, Quezaltepeque, Ciudad Arce, Sonsonate.

¿Qué se ganarí­a con la reactivación del tren? Menor contaminación, orden, descongestionamiento vial, menor demora de un punto a otro.

¿Qué deberí­an hacer las autoridades? Modernizarlo, rediseñar el sistema con ayuda externa, préstamos al BID o el BCIE en el marco del desarrollo sostenible, con dichos fondos adecuar el servicio a un primer nivel.

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Carlos F. Imendia
Carlos F. Imendia
Comunicador, publicista y mercadólogo salvadoreño; columnista y colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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