En el mundo desarrollado y sostenible el ferrocarril es el medio por excelencia que sirve para transportar la masa poblacional de un lado a otro así como mercancías a sus diferentes destinos.
Con este tipo de medio de transporte por décadas se han disminuido costos logísticos, reducido tiempo y distancias. Países desarrollados se han propuesto hacerlos más rápidos, implementando tecnologías como la levitación magnética, los supertrenes podrían alcanzar velocidades que van de los 400 a los 600 Km/h. Uniendo largas distancias en cuestión de segundos como lo hemos visto en Japón, China, Francia y Alemania. El equivalente centroamericano en distancia de ciudad Guatemala a Nicaragua en tan solo 45 minutos.
Revisando la historia del ferrocarril en El Salvador, se introdujo posterior a la independencia a mediados del siglo XIX, se instalaron las vías férreas por todo el territorio, con el objetivo de unir: Centros de producción y puertos. Productos resultado de la emergente actividad agrícola fueron transportados en el ferrocarril, ejemplo: El plátano, cacao, café, algodón y caña de azúcar. Así como para transportar productos importados como: Materiales de construcción, productos comestibles, conservas, telas, instrumentos musicales, materias primas etc.
El ferrocarril suplantó a las bestias de carga como: bueyes, asnos y caballos, aminorando el tiempo en llegar a los puertos como Acajutla, la Unión y la Libertad.
Con el apogeo de la caficultura, el tren fue un gran aliado durante la época de oro de la exportación del grano, cuando El Salvador era una autentica republica cafetalera, los vagones del tren recorrían serpenteando la campiña inundando de olor cafeínico en los sacos de yute rumbo a Acajutla.
Durante la época moderna de El Salvador, con la evolución de la agroindustria y la introducción de camiones y furgones de carga, el tren tomo otro rol, para movilizar personas y para el turismo. En mi caso personal, mis padres me cuentan de sus aventuras juveniles en el tren en el trayecto de San Salvador- Quezaltepeque, donde disfrutaban de los bonitos paisajes del campo.
Autoridades: ¡No guarden el tren! , no es un medio de transporte obsoleto, no lo repriman en los museos haciendo creer que es algo pasado de moda o histórico, está más que vigente que nunca, sino miren a los países desarrollados que hasta le apuestan a trenes más rápidos y efectivos.
En nuestro país la línea férrea está viva, solo necesita de visión, recursos y mantenimiento. Una acción sostenible debería involucrar asocios públicos-privados para reactivar este medio de transporte que beneficiaría a grandes mayorías, principalmente las ciudades populosas que están a su paso: Cojutepeque, Apopa, Delgado, Quezaltepeque, Ciudad Arce, Sonsonate.
¿Qué se ganaría con la reactivación del tren? Menor contaminación, orden, descongestionamiento vial, menor demora de un punto a otro.
¿Qué deberían hacer las autoridades? Modernizarlo, rediseñar el sistema con ayuda externa, préstamos al BID o el BCIE en el marco del desarrollo sostenible, con dichos fondos adecuar el servicio a un primer nivel.