lunes, 2 diciembre 2024

Monseñor Romero jamás dijo: ‘Resucitaré en el pueblo’

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Esta entrevista con el biógrafo del ahora santo Óscar Arnulfo Romero, fue publicada hace más de tres años, cuando Romero aún no habí­a sido beatificado. Su biógrafo Morozzo da pautas en su estudio de la grandeza del santo sin necesidad de inventarle frases que nunca dijo

“Como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Esa frase, usada tantas veces para presentar a Óscar Arnulfo Romero como un lí­der populista y mesiánico, es apócrifa. Fue inventada por un periodista. Pero sirvió para alimentar un mito polí­tico, que costó muchos años desarmar. En entrevista con el Vatican Insider Roberto Morozzo della Rocca, biógrafo del arzobispo de San Salvador, aclara varios lugares comunes sobre el inminente beato.

Se ha dicho que al Vaticano llegaron “kilos de papel” que buscaban desprestigiar a Romero. ¿Cómo se pudo dar una versión correcta de su figura?

Reconstruimos una explicación histórica para entender qué habí­a detrás de estos kilos de papel. Por ejemplo si llegaba una carta de un obispo del Salvador contraria a Romero, entonces se tení­a que entender por qué ese obispo pensaba así­ y muchas veces se veí­a que no eran motivos ideales sino celos personales, porque los sacerdotes de este obispo seguí­an a Romero y lo preferí­an a él, que entonces se poní­a celoso. Esto se entiende viendo lo que escribí­an los sacerdotes de la diócesis. Somos humanos y muchas cosas debí­an ser explicadas.

¿El contexto ideológico polarizado condicionó la opinión que habí­a sobre Romero?

Sí­, era el tiempo de la Guerra Frí­a. El Salvador, Nicaragua y Guatemala eran paí­ses al centro en este periodo. Entonces hablar de justicia social, de reformas, de democracia no le gustaba a todos, ni a la derecha que querí­a mantener el control militar y polí­tico del paí­s. Pero tampoco le gustaba a la izquierda castrista que querí­a la revolución directamente. Romero hablaba pero sólo algunos lo escuchaban. Muchos estaban en su contra, de las dos partes.

¿Roma se contagió de este contexto polarizado?

En Occidente habí­a miedo al comunismo y Roma no conocí­a a Romero. Pablo VI lo conocí­a y lo estimaba, pero en general el Vaticano dependí­a de las informaciones que vení­an de El Salvador: Del nuncio que no estaba contento con él, de otros obispos, del gobierno que mandaba reportes negativos, los embajadores salvadoreños aquí­ se quejaban e influí­an.

Entonces ¿Romero tení­a enemigos en la izquierda también?

Romero fue tomado como bandera por la izquierda, mientras él no se sentí­a ni de derecha ni de izquierda. Él estaba por la justicia. Su figura fue instrumentalizada de todas las partes, fue interpretado mal y presentado mal también.

Si la izquierda lo tomó como bandera fue por varias frases famosas de él, como “si me matan, resucitaré en el pueblo”.

Descubrimos que esa frase es apócrifa, por varias razones. Ante todo porque apareció después de su muerte. Un periodista guatemalteco, muerto en 1994, escribió esa y otras. Romero no podí­a desmentir el haber hablado con él porque ya estaba muerto, pero su entrevista tiene errores muy evidentes. Por ejemplo tení­a fechas erradas. Personalmente realicé la investigación en el diario Excélsior de México, donde la entrevista fue publicada. Ninguno de los colegas que escribí­an para ese periódico y solí­an ser los enviados a El Salvador eran esta persona que firmó la supuesta entrevista. El periodista tení­a ya varios precedentes de cosas inventadas sobre Guatemala y no tení­a una buena fama. Además, dos años antes, habí­a escrito un texto simulando su muerte con palabras casi iguales a las que atribuyó a Romero.

¿La frase coincidí­a con el pensamiento de Romero?

Si uno toma escritos de los ejercicios espirituales de Romero, en todo momento se expresa en manera totalmente opuesta a lo que el periodista dice. He buscado todas las citas del obispo antes de su muerte y jamás habla en estos términos mesiánicos con seguridad. Él siempre habló con mucha angustia de la muerte. Además el periodista escribió que la entrevista fue por teléfono, ¿cómo era posible creer en una llamada realizada así­, sin más, en medio de la noche?

¿Cómo se llegó a sacar a la luz el verdadero rostro del arzobispo?

Debimos  explicar el sentimiento religioso de Romero, hacer entender por qué él hablaba tanto en público. Consultamos el archivo personal de él, hablamos con muchos testigos, hicimos numerosos viajes a El Salvador. Varias entrevistas habí­an sido realizadas antes en el proceso de beatificación ahí­, en la diócesis.

¿Cómo veí­a su muerte?

Con  gran miedo, sufrí­a. El dí­a antes de su asesinato se puso a llorar en casa de unos amigos. Su humor cambiaba continuamente. Si usted sintiese que lo van a matar, ¿cómo vivirí­a? Con un gran problema interior. Él habí­a recibido muchas amenazas, era muy consciente que tení­a los dí­as contados.

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Fuente: Vatican Insider

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