Durante 2018 y 2019, el aumento en las llegadas de inmigrantes y solicitantes de asilo provenientes de Centroamérica en la frontera de México y los Estados Unidos pusieron a prueba la capacidad del sistema migratorio estadounidense. Aunque la atención de los medios y la opinión pública se enfocó en el incremento creciente en el número de familias y niños no acompañados del Triángulo Norte centroamericano, la inmigración de la región hacia los Estados Unidos tiene una historia que abarca décadas.
Casi la mitad de los aproximadamente 3.5 millones de inmigrantes centroamericanos residentes en los Estados Unidos en 2017 arribaron antes del año 2000. Los inmigrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras—países que conforman el Triángulo Norte centroamericano—representaban 86 por ciento de todos los centroamericanos en los Estados Unidos. En 2017, los inmigrantes centroamericanos formaban parte del 8 por ciento del total de los 44.5 millones de inmigrantes en Estados Unidos.
Durante la década de 1980, las guerras civiles en El Salvador, Guatemala y Nicaragua impulsaron un número importante de centroamericanos a emigrar hacia los Estados Unidos. Sucedió una época de desplazamientos, inestabilidad económica e inseguridad y, aunque los conflictos civiles cesaron de manera formal en los tres países después de la firma de acuerdos de paz en la siguiente década, la incertidumbre política y económica continuó azotando la región, al igual que la migración hacia el norte, a donde muchos individuos llegaron de forma ilegal. Entre 1980 y 1990, la población inmigrante centroamericana en los Estados Unidos se triplicó.
Varios desastres naturales, incluyendo el Huracán Mitch en Honduras y Nicaragua en 1998, así como los terremotos de El Salvador a inicios de 2001, llevaron a los Estados Unidos a designar a hondureños, nicaragüenses y salvadoreños elegibles para el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), el cual otorga permisos de trabajo y protección temporal de deportación a ciudadanos de ciertos países que ya sean residentes en los Estados Unidos. En 2017 y los principios de 2018, la administración del presidente Trump anunció que no renovaría las designaciones TPS para los tres países. Sin embargo, dichas acciones fueron desafiadas por la justicia federal y, al momento en que este texto era escrito, el estatuto todavía incluía a los tres países.
Al día de hoy, muchos centroamericanos continúan huyendo de la inseguridad y pobreza exacerbadas por sequías y malas cosechas. Los países del Triángulo Norte son especialmente afectados por un alto índice de homicidios (aunque éstos han disminuido en años recientes), actividad pandillera, extorsiones e instituciones públicas corruptas.
Desde el año fiscal 2011, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) aprehendió a un alto número de niños no acompañados y familias inmigrantes.
Durante el año fiscal 2018, CBP arrestó a más de 38,000 niños no acompañados y casi 104,000 individuos provenientes de El Salvador, Guatemala y Honduras que viajaban como parte de una familia en la frontera de México y los Estados Unidos.
En el año fiscal 2018, 58 por ciento de los menores no acompañados y 49 por ciento de aquellos inmigrantes que formaban parte de una familia provenientes del Triángulo Norte eran guatemaltecos. Hasta junio de 2019, CBP había arrestado a más de 363,000 inmigrantes de familias provenientes de los tres países durante los primeros nueve meses del año fiscal, cifra que triplicaba el total de arrestos del año fiscal 2018.
Un importante número de familias y niños no acompañados ha solicitado asilo y muchos han sido puestos en libertad en los Estados Unidos después de un proceso de audiencia en la corte migratoria de dicho país.