Por Alessia Genoves
48 años han transcurrido desde que un tanque de guerra colisionó contra estudiantes de la Universidad de El Salvador (UES) y manifestantes, provocando 12 muertes y otros heridos. El 30 de julio de 1975 es recordado por su clima de convulsión social, ante la ausencia de condiciones democráticas, la militarización del Campus de la Universidad y la neutralización de activistas por sus ideas políticas. Decenas de estudiantes, ciudadanos y manifestantes conmemoraron la escena de sangre que tuvo lugar en sobre la 25ª avenida Norte, sobre la altura del paso desnivel frente la Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS).
“Vivimos en el país de la sonrisa” reza la consigna de una piñata, que teatraliza el tanque de guerra con la que se asesinó a estudiantes universitarios y a manifestantes y el eslogan para el Miss Universo El Salvador de 1975. Otra de las consignas reza “puedes ser lo que quieras ser, menos un dictador”, un juego de palabras que asocia el eslogan publicitario de la nueva “Película de Barbie” con una advertencia al presidente en funciones, Nayib Armando Bukele, de no repetir el rol político de su predecesor, Arturo Armando Molina (1972-1977).
ContraPunto acompañó a los manifestantes, quienes compartieron opiniones variopintas; siendo, por una parte, a favor de las condiciones de seguridad se que hacen palpables con la contracción del 80% de homicidios con el Régimen de Excepción de Garantías Constitucionales, de acuerdo con las cifras oficiales de homicidios intencionados de la Policía Nacional Civil (PNC). Otras opiniones fueron desfavorables, pues reiteran, entre otras cosas, el escenario en el que más de 6,000 personas fueron liberadas de las 71,479 personas detenidas, en el contexto de la política de seguridad. Éste último escenario, por otra parte, no sería ajeno al escenario de convulsión social que motivó las protestas.
48 años de dolor
“¡Que vivan los mártires del 30 de julio!”, expresaron los marchantes, al referirse a las personas fallecidas. Entre las víctimas, la UES llegó a identificar, en su momento, a otras 20 personas que resultaron lesionadas; más otras 40 que resultaron detenidas. La tarde de éste domingo, los marchistas rememoraron aquel “fatídico hecho de sangre” de 1975, tal y como lo calificó el rector de la universidad, Roger Arias. Las víctimas habrían perecido a un operativo militar, perpetrado por las Fuerzas Armadas de El Salvador (FAES), para reprimir la protesta social.
“Justicia, reparación y garantías de no repetición” fueron otras de las consignas planteadas en el evento conmemorativo, que responde a las demandas sociales con las que sobrevivientes y familiares de las víctimas apelan al derecho humano internacional. Según lo detalló a ContraPunto uno de los marchistas y representante de estudiantil por la Comisión Organizadora de la Asamblea General
Universitaria y el consejo Superior Universitario (cuyo nombre nos reservamos por su seguridad), “en ésta ocasión ha habido un incremento en la afluencia de visitantes, más que todo en las actividades principales; por ejemplo, en el cineforum; y en la marcha que he tenido la oportunidad de asistir a las marchas del 2021 y 2022, y he observado un aumento de las personas que han querido ser parte de la conmemoración”.
Tanques de guerra arrollaron a varios de los estudiantes, los instrumentos bélicos que se utilizaron para reprimir la manifestación pacífica, en el plano civil. El evento conmemorativo, que se celebró a lo largo de la semana, convocó a varios de los sobrevivientes para reconstruir los hechos. Los marchantes de aquella época expusieron que los agentes policiales y el personal de ejercito emplearon, además, fuciles para intimidar o matar a varios de los participantes, en la protesta.
“Llegué a lo que ahora se conoce como Paso a Desnivel –frente al Hospital General del ISSS-. Yo recuerdo que los soldados con los que yo quedo en frente tenían el arma no apuntando a las personas, sino apuntando al cielo. Pero, de repente, sonó un disparo coctel molotov. Y ahí empezó los gases lacrimógenos, la humazón, etc. Y empezó el tiroteo. Y, a medida en que disparaban, los soldados iban bajando el punto de mira. Cada tiro, era para abajo”, compartió su opinión a el testigo y sobreviviente a la Televisión Universitaria, Evaristo Hernández.
“Recordar, siempre, que en algún momento la historia se puede repetir, porque con la conmemoración se busca rescatar la memoria histórica, con el fin de saber el papel que a desarrollado la Universidad de El Salvador en la sociedad salvadoreña”, añade el representante estudiantil de la UES. Para el evento, la SECUES propuso hasta $16,669.71 USD, para sufragar los gastos de las actividades; pero, según nos lo asegura el representante estudiantil, el gasto fue menor:
“El presupuesto es una propuesta que se ha hecho por parte de la Comisión Conmemorativa; y, pues, es por medio del CSUES que se trasladó a Vice-rectoría Administrativa. Ésto con el fin de que hicieran las solicitudes específicas, con los montos específicos, para las diferentes actividades, ya que recordamos que para el proyecto son algunas de las actividades estimadas o aproximadas. Entonces, con el pasar del tiempo, la Comisión formalizó, detalladamente, las solicitudes más realistas posibles”, indicó a ContraPunto.
Estigmatizados por ser de la UES
Las protestas del 30 de julio pueden responder al estigma que perseguía, en aquel tiempo, a los estudiantes de la UES; así como textos oficiales que vincularían al centro de Estudios con un “campo de adoctrinamiento marxista”, según lo expresó, en su momento, el ex-presidente salvadoreño, Fidel Sánchez Hernández. La administración de éste último, por otra parte, llevó a la intervención del Alma Máter, y a la suspensión de la currícula educativa.
Yolocamba Ita recuerda a los mártires con “Un Poema de Amor”, del poeta salvadoreño Roque Dalton García. El grupo de músicos, interpretado por Franklin Quezada, René Muñoz y por Franklin Lozano, llevó a Dalton a la vigilia, refiriéndose a los salvadoreños en condiciones de explotación que vivían en el extranjero, en condiciones infrahumanas, añadiendo el verso del “agravante de ser estudiantes de la UES”. Pero dicha interpretación no es tan sólo antojadiza, ya que el desdén y la persecución de los estudiantes quedaría patente desde la intervención militar de la UES.
En aquel momento, la intervención fue militar se justificó tras la aprobación del Decreto Legislativo N.º 41, que establecía facultades al órgano ejecutivo de emplear la el uso de la fuerza militar para mitigar expresionesde protesta. En última instancia, la UES ha asociado responsabilidades en contra de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, y a la administración del presidente Sánchez Hernández, al declarar sus intensiones por “tomar el control de la UES”, y la regulación de condiciones para “tener un plan listo para que ésta pueda seguir funcionando”.
Apenas dos años después a la re-apertura de la UES, los manifestantes se tomaron las calles. De aquel fatídico hecho, es posible enumerar que algunas de las afectaciones de gravedad repercutieron sobre las familias de Reynaldo Hasbún Jimenez, estudiante de ingeniería; Carlos Hernández, estudiante de Artes; José Domingo Aldana, estudiante de Economía y Napoleón Orlando Calderón. Al registro de víctimas se añaden los nombres de Sergio Antonio Cabrera, estudiante de Medicina; Carlos Portillo, estudiante de Sociología; y Ever Gómez, estudiante de Sociología, de acuerdo a las actas del Instituto Salvadoreño de Medicina Legal (IML).
48 años de impunidad
“Impunidad” es como califican a la falta de respuestas en el sistema judicial, los familiares y denunciantes de las víctimas de la Masacre de Estudiantes En respuesta de ello, sin embargo, ha sido la UES la institución que ha creado una Comisión de Investigación y Reparación de Víctimas, que integre los ámbitos de la justicia transicional, ello en respuesta a la ausencia de una respuesta formal por parte de la Fiscalía General de la República (FGR), para llevar a cabo las investigaciones.
Es necesario reiterar que los familiares de las víctimas que integran la Comisión no señalan acusaciones en contra de la UES. Distinta, por tanto, ha sido la respuesta de la UES en acompañar a los sobrevivientes, familiares y denunciantes en vario procesos penales, a través de la FGR, en las afectaciones que responden a más de 60 personas, entre ellas, las asesinadas.
Sin embargo, algunos de los intentos judiciales por obtener la verdad jurídica de los hechos no han obtenido una respuesta favorable. Ésta realidad se vio reflejada hasta el año 2021, la Sala de lo contencioso Administrativo declaró como “ilegal”, el recurso de nulidad interpuesto por el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) por “negar información”. Los requerimientos ciudadanos demandaban, entre otras cosas, la adquisición de la información disponible, respecto al paradero de las víctimas del 30 de julio.