Por Carlos F. Imendia.
Hace unos años se puso de moda –y marcó también a una generación– la película Coco (2017) de Disney Pixar , que llevaba a la pantalla grande por medio de animación digital la tradición mexicana del Día de Muertos qué es una tradición mesoamericana de recordar a los muertos, Y se menciona en crónicas y estudios que por ejemplo los ahogados, iban al lugar denominado Tlaolocan del dios Tláloc. Y la Leyenda del Mictlán toma fuerza, el Mictlán es el lugar Eterno (que para el cristiano sería el cielo que anhelan todos los creyentes donde nos reencontraremos con Dios) del reposo de los muertos, pero en la cosmogonía nahua existen varios cielos con diferentes colores. En el Mictlán vive Mictlántecuhtli señor de los muertos, parte de la leyenda dice que: “Las almas llegaban a un rio donde solo se podía cruzar con la ayuda de un perro pardo e ingresar”.
Y que estos regresan del inframundo con sus perros guías, pasando por un inmenso camino de Cempasuchil, a regresar a comer sus delicias y a beber los fermentos de las frutas, pulque, chicha, xocolatl, etc. , y a departir por tan solo un día, con sus seres queridos qué construyen altares y recuerdos, en torno a un escenario de candelas, sahumerios y vigilias en los cementerios locales.
Por las migraciones qué se dieron desde el centro de México y partieron al sur a fundar la gran patria de Quezalcuat, los antiguos yaquis – pipiles trajeron consigo la tradición de rendir homenaje a los seres queridos que partieron de este mundo, casi con las mismas tradiciones de los mismos nahuas de México, en los cuales se llevaban a cabo romerías y la espera del ansiado día de muertos y el reencuentro con esos seres invisibles.
Con la llegada de los peninsulares, y la fusión de las tradiciones españolas, al día de muertos se le agregaró más gastronomía como las hojuelas y el fiambre en el occidente del país, las misas solemnes por la celebración litúrgica del Día de todos los Santos. Pero siempre manteniendo la tradición del atol, el maíz, el ayote, y los sahumerios. El chucho o el Xolotescuintli, el guía de las almas qué cruzaban el río del inframundo, es una insignia de ese día y que se plasmó bien en la película.
Aunque en la realidad nacional, desde el conflicto armado hasta la violencia reciente, hay almas qué no regresan a departir con los suyos porque nunca aparecieron, un listado interminable de desaparecidos qué piden justicia, de madres que siguen pegando fotos de sus hijos en los postes y que con el inmenso amor e instinto siguen con la esperanza que sus hijos regresarán.
El Huizil ,qué es el colibrí qué regresa al mundo de los vivos, a aletear en los jardines y a alegrar las almas de los vivos, así una madre de los desaparecidos esperan en algún momento ese aleteo de colibrí en su corazón, que lleve consuelo.