jueves, 5 diciembre 2024

Los diputados y sus chanchullos

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La polí­tica es un ejercicio noble que ha sido desfigurada por sus gestores. La cultura polí­tica exige que la sociedad esté cada vez más en el control de los poderes del Estado

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Los diputados en El Salvador, acostumbrados como han estado a que la sociedad haga caso omiso de sus desmanes, creen que tiene la potestad de hacer lo que se les venga en gana. Pero al parecer esos tiempos ya pasaron; quedaron en la Historia. Hoy la sociedad cada vez más les cuenta las costillas y no sólo a los diputados, sino a todos los funcionarios públicos y empresarios corruptos.

Una columnista derechista en el periódico más conservador de El Salvador y de Latinoamérica, como lo es EDH, escribió que la inauguración en esta legislatura del partido ARENA le ha causado una gran decepción porque las promesas de austeridad y transparencia no se han cumplido tal como lo prometieron.

Javier Simán, precandidato perdedor en ARENA, denuncia constantemente que hubo un fraude en su contra en las elecciones para designar al Candidato Presidencial, como ha habido fraudes en la elección de los polí­ticos derechistas (alcaldes y diputados).

Los exdiputados de ARENA Juan Valiente y Johnny Wright Sol, no quisieron reelegirse como legisladores porque no encontraron transparencia entre sus colegas en la pasada legislatura y consideran que hay que luchar por una verdadera transparencia. Wright incluso ya sembró las semillas para crear un nuevo partido que ha catalogado como "ético y moral".

Al partido FMLN se le están también contando las costillas. Incluido el caso de la compra de equipos suntuosos para oficinas de sus directivos; gastos verdaderamente innecesarios, onerosos y lacerantes frente a las necesidades populares. 

GANA ha tenido que hacer devolver fondos a la esposa de su lí­der, Guillermo Gallegos, quien en un inmenso conflicto de intereses le entregó una donación de 350 mil dólares.

La polí­tica es un ejercicio noble que ha sido desfigurada por sus gestores. La cultura polí­tica exige que la sociedad esté cada vez más en el control de los poderes del Estado. La ciudadaní­a debiera asumir una consigna que sea una paráfrasis a la expresión  reciente del Papa Francisco: "¡Nunca más la guerra!". A pues, para los polí­ticos y para los empresarios privados que les encanta "mamar de la teta del Estado" la consigna debe ser: "Nunca más la corrupción".

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