lunes, 15 abril 2024

La religión, Fidel Castro y Frei Betto

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La situación del mundo es hoy muy distinta a la de 1985 y en particular la del socialismo, después de la caída del Muro de Berlín en 1989

En mayo de 1985, han pasado 34 años, Frei Betto (1944), fraile dominico de origen brasileño, entrevistó 23 horas al comandante Fidel Castro (1926-2016). La conversación se centró en la formación religiosa de su infancia y juventud, de su visión sobre la religión y de la relación entre socialismo y cristianismo.

Resultado de esas horas de conversación grabadas fue el libro Fidel Castro y la religión. Conversaciones con Frei Betto (Siglo XXI Editores, 1986).  A su publicación, el texto tuvo un gran impacto a nivel mundial y se vendieron más de un millón de ejemplares. Hubo ediciones en más de 20 lenguas en más de 30 países.

El dominico y Castro se conocieron en julio de 1980 en Managua, con motivo de la celebración del primer año de la Revolución Sandinista. En esa ocasión conversaron de las dos a la seis de la mañana. Frei Betto visitó por primera vez Cuba en 1981 y antes de la entrevista con Castro estuvo en la Isla en una docena de ocasiones.

En 1985 Castro y el dominico se encuentran en La Habana, donde el escritor brasileño asiste como jurado del premio Casa de las Américas, y le plantea al comandante la idea de una entrevista, para hablar del tema de la religión con el propósito de hacer un libro. Éste acepta y se citan para mayo de ese mismo año.

Para la entrevista Frei Betto preparó 64 preguntas. Las primeras dos, que llamaron profundamente la atención de Castro,  fueron: ¿Cómo ha sido su formación religiosa? y ¿Cómo su mamá ha transmitido la fe cristiana a sus hermanos y hermanas?.

En una conferencia en 2015, al celebrarse los 30 años de la edición, el dominico dice que quizá el comandante “esperaba que yo le hiciera preguntas académicas de la dialéctica, la religión, pero yo empecé por la vida, me interesaba una vida que pasa por la experiencia de fe, por la experiencia religiosa, de lo que significó estudiar diez años en un colegio jesuita en aquel tiempo. Y lo más impresionante es que él tenía una visión positiva de su formación”.

En la conversación de Castro y Frei Betto se habla de la religión, de Dios, del papel de las iglesias y los creyentes en Cuba y América Latina, de la Teología de la Liberación, del socialismo y de la relación entre la religión y el proyecto socialista.

Para el dominico, que en 1982 y 2005 ganó el premio Jabuit el más importante reconocimiento literario en Brasil, Castro fue de los pocos líderes del socialismo real que asumió “su formación religiosa como un dato positivo, como un valor”. El libro, continúa, “es un testimonio de vida, no solamente de Fidel, sino de la historia del pueblo de Cuba, que es una historia profundamente espiritual”.

En su momento el libro fue clave, para derribar prejuicios entre creyentes y no creyentes, entre marxistas, socialistas y hombres y mujeres de fe. Armando Hart, que en 1985 hizo la Introducción a la primera edición cubana del libro, plantea que: “El dogma tan predilecto de los reaccionarios sobre la imposibilidad de entendimiento entre cristianos y comunistas se viene al suelo sobre el fundamento de una comprensión profunda de ambas doctrinas”.

Frei Betto en el desarrollo del texto introduce sus puntos de vista, complementa y contextualiza información, ofrece interpretación de pasajes bíblicos y expresa sus diferencias con el comandante Castro. Eso hace al libro más interesante.

En la entrevista el líder cubano acepta que en las primeras décadas la Revolución discriminó a los creyentes e impidió la libertad religiosa, pero que después eso cambió aunque en ese tiempo seguía una discriminación sutil “que no es una cosa superada todavía por nosotros. No es intencionada, no es deliberada, no es programada.”

En 1991, 34 años después del triunfo de la Revolución, el IV Congreso del Partido Comunista de Cuba admitió que los creyentes podían ser parte de esa organización siempre que aceptaran sus Estatutos y Programas. En la entrevista Castro plantea que el socialismo se propone no solo el progreso material de la sociedad y la persona, sino también su crecimiento espiritual.

El comandante dice estar convencido de que el socialismo y el cristianismo coinciden en muchos planteamientos como el amor al prójimo, la solidaridad, la condena a la explotación, al robo, a la corrupción, a la avaricia y a la mentira. Y también dice que “cuando, por ejemplo, la Iglesia desarrolla el espíritu de sacrificio y el espíritu de austeridad, y cuando la Iglesia plantea la humildad, nosotros también plantemos lo mismo cuando decimos que el deber de un revolucionario es la disposición al sacrificio, la vida austera y modesta”.

Castro afirma que: “En mi opinión la religión, desde el punto de vista político, por si misma, no es un opio o un remedio milagroso. Puede ser un opio o un maravilloso remedio en la medida en que se utilice o se aplique para defender a los opresores y explotadores, o a los oprimidos y explotados”.

En su versión los dirigentes históricos del socialismo no predicaron “odio contra los hombres, predicaron el odio contra el sistema. Eso es lo que pueden significar los criterios y los principios de la lucha de clases, y también el llamado odio de clases, que no es odio de unos hombres contra otros, sino odio a un sistema de clases, que no es lo mismo”.

La situación del mundo es hoy muy distinta a la de 1985 y en particular la del socialismo, después de la caída del Muro de Berlín en 1989. El libro sigue siendo interesante y en buena medida lo es porque da cuenta del intercambio abierto e inteligente entre Castro y Frei Betto y también por los temas sobre los que dialogan.

Fidel Castro y la religión

Conversaciones con Frei Betto

Siglo XXI Editores

México, 1986

pp.379

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Rubén Aguilar Valenzuela
Rubén Aguilar Valenzuela
Columnista y analista de ContraPunto. Doctor en Ciencias Sociales, con una Licenciatura y Maestría en Sociología y Estudios de Desarrollo Institucional; exfuncionario del gobierno mexicano.
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