“Soñando estaba, que estaban tocando una marimba y cuando dejaron de tocar un músico me conoció. Me saludaron y pregunte: “˜¿cómo se llaman esa pieza?”™, “˜la Tacuazina”™, me dijeron. Me desperté. Puse la grabadora y mi instinto musical me mandó esa melodía”.
Así comenta el maestro Néstor Edilberto Estupinian Díaz, conocido como Tito Díaz, el origen de una pieza musical con marimba, instrumento que además construye y busca evitar que desaparezca.
En la ciudad de Chalchuapa, departamento de Santa Ana, existe una familia que se niega a que la música de los instrumentos de madera desaparezca, ya que son considerados los últimos descendientes de la marimba. Su grupo, “Marimba Paraíso Musical”, busca que la tradición no termine en el olvido.
Tito Díaz teme que su familia sea la última en tocar este instrumento que por sus tonadas es considerado único en países como Guatemala y Colombia.
“Desde los cuatro años ya tocaba la marimba. El 15 de marzo cumplo 82 años, pero no quiero que mi familia sea la última en conocer de la marimba. Hay falta de conocimiento y no le dan el mérito que merece”, dice Díaz.
El maestro de la marimba, además de ser constructor y músico de este instrumento, también es compositor de tonadas únicas, piezas inspiradas en sueños del compositor, como “La Tacuazina” y “La India del Tazumal”.
El hijo de Tito, Pedro Estupinian Díaz, también posee el talento de su padre y acompaña a su maestro en la creación de música de tenores, requintos y marimba, y agradece que dicho talento haya llegado hasta sus hijos, quienes siguen la tradición familiar.
Tito Díaz, esperar que sus hijos y sus nietos continúen con este arte que parece desaparecer con el pasar del tiempo.
La familia de músicos manifestó que existe un descuido por parte del Ministerio de Educación (MINED) y a la Secretaria de Cultura (Secultura) que no han buscado formas para recuperar uno de los “mejores sonidos instrumentales en el país”.
Hicieron el llamado a que las autoridades correspondientes encaminen a los jóvenes en las enseñanza de la marimba para evitar que su familia sea la última en “hacer cantar los sonidos de las teclas de madera” que por años han ido rescatando en su círculo familiar.