En 2016 el partido republicano ganó el poder total en EE.UU. Cámara de Representantes, Senado y Casa Blanca. Esta correlación de fuerzas permitió a grupos conservadores colocar de manera histórica tres magistrados en la Suprema Corte quedando 6 moderados contra 3 liberales en el máximo órgano de justicia estadounidense.
Pero Trump se le apareció una manzana envenenada: para la mitad de su mandato los republicanos perdieron la Cámara de Representantes. En 2020 la Casa Blanca y, si Georgia, define por el lado demócrata los dos senadores que faltan por elegir en enero 2021 el Senado quedará empatado entre ambos partidos y quien tiene el voto de desempate (según la ley) será la vicepresidenta Kamala Harris inclinando así la mayoría a los demócratas. Cuatro años después el partido republicano habrá perdido todo lo ganado y Trump tendrá que enfrentar luego del 20/01/2021 una serie de juicios que pueden dejarlo cuando menos en la quiebra.
La retropía usada por el trumpismo llevó a la categoría de eslogan al MAGA (make América great again). Y funciona porque las personas en siglo XXI ya no creen en la democracia y la libertad como mecanismo de movilidad social ascendente y culpará de eso a todo lo que represente al establishment filibustero (que son los que siempre han sido). Esto las lleva a mejor creer en el nacional-populismo de Donald Trump, Jair Bolsonaro o el chavismo que entender de una buena vez que nadie vendrá a salvarnos y que debemos ser nosotros mismos quienes construyamos el destino nacional. El caso peruano es un buen ejemplo de lo terco y desmemoriado que puede ser un pueblo.
El trumpismo demostró que el discurso y narrativa outsider sirve para ganar elecciones pero no para gobernar. A menos que se pretenda transformar al país, es decir, cambiar el sistema socio-económico lo cual para la cosmovisión estadounidense es igual como dejar que Bernie Sanders implante su socialismo democrático.
II
El caso salvadoreño no se escapa de las similitudes sociológicas y antropológicas del hemisferio. Nuevas Ideas ganará las elecciones del 28F y tendrá mayoría simple en el tradicional de los casos o calificada en un escenario histórico. El pueblo, ha decidido sacar del poder al establishment encarnado en ARENA y FMLN que han llegado al punto de renacer o morir en 2021 y el instrumento es Nuevas Ideas. Pero esta mayoría contundente el votante lo tiene claro no es y no será un cheque en blanco para caer del fuego a las brasas.
Hacer historia también es romper con los beneficios del pasado. Con un control total del Estado sino se transforma el país será un bumerán que lanzado ahora a los mismos de siempre regresará a Nuevas Ideas en 2024. Un error sería que la población perciba que pasamos de dipuratas a dipuborregos. Igual si la fracción mayoritaria y aliados políticos continúan manteniendo los privilegios de siempre: seguros médicos, bonos, gastos administrativos, asesores, cuatro guardaespaldas y la impunidad con la que actúan con la inmunidad, por citar la corrupción legal del sistema. No se puede decir que el 97% del pueblo te apoya y vivir con la opulencia del 0,69% de la población. Si se va a representar mayorías hay que vivir igual a los representados ya que lo contrario es obsceno e inmoral para un país con tanta deuda social acumulada.
La ciber-democracia (periodismo ciudadano y participación web-ciudadana) ha vuelto menos tolerante con la corrupción a los votantes. El caso chileno es paradigmático en tanto cómo se desencadena la muerte política de una clase y de los niveles de intolerancia a los que se encamina la humanidad con sus políticos. Cada vez más en la historia presente el homo-fictus (políticos creadores de ficciones), la pos verdad, plus mentira y la infodemia perderán terreno frente a la experiencia cotidiana y claridad.
Corolario:
Las manzanas son una metáfora interesante para los antropólogos. Hay manzana del pecado bíblico (el fruto prohibido del jardín del Edén). La manzana de la discordia entre Atenea, Hera y Afrodita. Igual la manzana cayendo sobre la cabeza de Isaac Newton que nunca sucedió. La manzana envenenada de Blancanieves que aplica a nuestra realidad política. Todas sirven para predecir y contar una historia. Todas terminan mal siempre o cuando menos cayendo.
La mayoría de seguidores (los más fieles) de Trump lo siguen y le creen porque dice las cosas sin mayores reparos, decoro y directas. Mientras que la clase política tradicional suele (cuando no bombardea países) ser más políticamente correcta. Ese es el encanto de Trump. Pero se le terminó porque ni era un empresario exitoso, no pagaba impuestos y visto las cifras económicas y el coronavirus nunca tuvo un plan de cómo hacer MAGA en EE.UU.
Todos pensaron que Trump que había ganado la presidencia con un discurso electoral outsider una vez sentado en la oficina oval Washington lo cambiaría. En realidad Washington se tuvo que acostumbrar a su temperamento y personalidad pero no aguantó para más de cuatro años. La manzana envenenada del poder total –al igual que Trump- le ha sido dejada en la puerta a Nuevas Ideas.
¿La morderán?