viernes, 26 abril 2024
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La ilusión de las elecciones francesas 2017

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La elección del europeista Macron, hijo real del sistema bancario y de las fuerzas de la globalización, a la presidencia de Francia ha impedido, por un lado, la activación automática de los procedimientos de descomposición de una Unión Europea en el control alemán y ha creado, por otra parte, una ilusión increí­ble en los cí­rculos burocráticos de Bruselas en cuanto a las perspectivas de su longevidad.

Sin embargo, una lectura minuciosa de los resultados de las elecciones presidenciales francesas no deja dudas. Un segmento importante – precisamente el 34% – del pueblo francés, que ha sido afectado mucho menos que otros pueblos de la Eurozona y la Unión Europea por las polí­ticas neoliberales extremas de austeridad salvaje, expresó su aversión a la construcción burocrática europea antidemocrática en esta segunda ronda.

Y de hecho, esto sucedió a través de una estructura polí­tica de extrema derecha con un pasado racista estigmatizado que durante años estuvo al margen del sistema polí­tico francés. Si el izquierdista antieuropeo Mélenchón, que no provoca ningún temor al pueblo francés, ha logrado pasar a la segunda ronda, la elección de Macron habrí­a sido insegura, teniendo en cuenta que el 50% del electorado francés votó con euroescepticismo en la primera ronda de las elecciones.

En cualquier caso, la Unión Europea se parece ahora a una mujer que sufre de una enfermedad incurable cuyos médicos le dan cinco años más para vivir, y que la Unión Europea no puede, en ningún caso, existir sin Francia. Es cierto, sin embargo, que las polí­ticas anti-populares neoliberales que Macron aplicará y que serán dictadas por Bruselas, básicamente por Berlí­n, devaluarán los derechos sociales y laborales del pueblo francés y provocarán su ira justificada.

Por lo tanto, en las elecciones presidenciales francesas de 2022, y si la bomba de la economí­a italiana aún no ha explotado – lo cual es bastante improbable – las fuerzas polí­ticas para hacer estallar la Unión Europea, que nunca tendrá una cara social y democrática, sin duda revertirán el resultado de la elección actual y ganarán por una gran mayorí­a.

Los Alemanes, por supuesto, ahora tienen todo el derecho de disfrutar y celebrar la elección de Macron, que preservará, aunque sea temporalmente, la Eurozona y la Unión Europea, de la que han ganado más, mientras que la mayorí­a está perdiendo. Especí­ficamente, el superávit comercial alemán, que es un fenómeno estructural y no sólo una coincidencia, se debe ciertamente a la gran competitividad de la economí­a alemana, pero también es escandalosamente reforzado por el mecanismo de funcionamiento del euro, ya que la moneda común no permite que los paí­ses deficitarios de la zona del´euro a devaluar su moneda, hecho que los condena a un cí­rculo vicioso de baja competitividad y déficits persistentes.

Desde la adopción de la moneda del euro, el superávit comercial de Alemania ha seguido una frenética tendencia al alza. Así­, en 2016, alcanzó un nivel históricamente alto de 252.900 mil millones de euros, según la información oficial de la Oficina Alemana de Estadí­stica, cuando el superávit comercial de toda la Eurozona para el mismo año ascendió a sólo 273.900 mil millones de euros. ¡Esto significa que Alemania produce el 92,33% del superávit comercial total de la zona euro!

Durante el mismo perí­odo de la moneda del euro, y con la excepción de algunos años, el déficit comercial de Francia registró tendencias generalmente en aumento. Así­, en 2016, de acuerdo con un anuncio de la Aduana Francesa, se situó en 48.100 mil millones de euros, y la cuota de mercado de Francia en la zona del euro se redujo significativamente, pasando del 17% en 2000 al 13,6% en 2015 y al 13,4% en 2016. El déficit comercial del año anterior (2015) ascendió a 45.000 mil millones de euros.

Al mismo tiempo, la economí­a francesa se enfrenta a otros problemas graves. Como consecuencia, la deuda pública está en constante expansión y ahora se sitúa en cerca del 100% de su Producto Nacional Bruto. El desempleo, que afecta particularmente a los jóvenes de menos de 25 años, casi uno de cada cuatro está desempleado, representaba el 10% de la fuerza laboral a finales de 2016, reafirmando los esfuerzos fallidos del presidente Hollande para reducirlo. Al mismo tiempo, Alemania goza de tasas de empleo muy elevadas, ya que el desempleo es históricamente bajo, ya que no supera el 3,9% de la mano de obra.

Hace 15 años, Francia y Alemania tení­an un nivel de vida similar. Pero en la actualidad, los alemanes son un quinto más ricos, aunque ambas economí­as acogieron con beneplácito la moneda del euro en 2002 con el desempleo de alrededor del 8% de la mano de obra.

En consecuencia, incluso si Macron iba a sorprender a todos – lo que, por supuesto, no va a suceder – y decidió, sobre la base también del peso especí­fico que Francia tiene desde que el paí­s es la segunda potencia económica en la zona del euro, a impulsar fuertemente un cambio de actitud en la Unión Europea y en la Eurozona, lo que mejorarí­a claramente la economí­a francesa y, además, beneficiarí­a a las economí­as inestables de los otros paí­ses del Sur europeo, se estrellarí­a contra un enorme y poderoso muro que es decir la posición rí­gida y firme de Alemania. Y esto sucede porque los Alemanes – quienquiera que esté al volante de su paí­s – nunca aceptarán el relajamiento de la austeridad y las reglas “sagradas” de la disciplina presupuestaria. Los Alemanes han sido más que obvios de que desean usar la zona del euro para su beneficio y en detrimento de todos los demás, y nunca podrán volver voluntariamente a su moneda nacional, el mark, porque eso llevarí­a al colapso de sus exportaciones. Los Alemanes quieren ganar cada vez más, preservando la zona del euro como es durante por un largo perí­odo de tiempo, y en realidad no les importa si los otros están perdiendo o incluso están siendo destruidos, como es el caso de los Griegos.

Por lo tanto, en esta Unión Europea, dominada y reinante por Alemania, la noción de solidaridad y ayuda mutua no sólo no existe, sino que ha sido tirada como basura en la papelera. Por lo tanto, se está probando sin lugar a dudas que la realidad no es un ensayo pesado, ya que tales ideas han sido registradas en los tratados fundadores de la entonces CEE, pero en su lugar es cruel e inexorable. Por lo tanto, la unión de las economí­as poderosas e impotentes y su estrecho abrazo a través de la moneda del euro ya ha demostrado ser un error criminal.

En conclusión, las elecciones presidenciales francesas no sacudirán a los burócratas ricamente pagados en Bruselas ni a los lí­deres polí­ticos de Berlí­n que, rendidos a su felicidad y vanidad, seguirán imponiendo a los paí­ses de la Unión Europea de polí­ticas extremistas neoliberales de austeridad salvaje que ponen los pueblos en la pobreza y miseria.

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Isidoros Karderinis
Isidoros Karderinis
Nacido en Atenas, Grecia, en 1967. Es novelista, poeta y columnista. Ha estudiado ciencias económicas y ha completado estudios de postgrado en economí­a turística. Sus artí­culos han sido republicados en periódicos, revistas y sitios en todo el mundo. Sus poemas han sido traducidos en Inglés.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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