lunes, 15 abril 2024
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La delincuencia en América Latina

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La tierra fértil para que germine masivamente este fenómeno social es la ausencia de democracia, en la medida en que la institucionalidad es sólida, la delincuencia deja de ser uno de los principales problemas nacionales.

La delincuencia no es la causa, sin embargo, la lógica de atacar el efecto es por falta de voluntad polí­tica de disminuir los í­ndices delictivos, porque constituye negocio, la violencia se ha erigido en industria y es rentable, es saludable para la economí­a de los que se lucran de ella.

Los grupos económicos y elites polí­ticas que se enriquecen con la existencia de la delincuencia, presentarán dos enfoques:

  1. El visible

Están en contra de la delincuencia por la gran cantidad de muertos, extorciones, desapariciones, etc., asimismo en contra de la emigración de las ví­ctimas hacia otros paí­ses en busca de seguridad y fuentes de trabajo, situaciones que les servirá para justificar tomar medidas represivas y coercitivas dentro de un ordenamiento jurí­dico que lo diseñaran justo a la medida del “problema”. Se presentarán las medidas como un show de entretenimiento mediático que generará falsas expectativas y explotará el morbo público.

  1. El invisible

Están a favor de la inseguridad ciudadana, porque les genera la venta de servicios y mercancí­as de seguridad en la mayor parte del proceso productivo en las esferas públicas y privadas, que va desde la siembra, cultivo, cosecha, recolección y distribución de los productos y bienes, asimismo en los inmuebles donde se procesan, distribuyen o venden. La emigración hacia Estados Unidos o paí­ses de Europa genera el ingreso de divisas en los paí­ses expulsores de capital humano que se destinará al consumo de los servicios y mercaderí­as que ofrecen las grandes empresas criollas y transnacionales, asimismo el sistema financiero nacional. Nos referimos a miles de millones de dólares estadounidenses.

No obstante, existe una tercera:

  1. Resolver el problema

Si la delincuencia es estructural, se atacarán las causas que le dieron origen, por ejemplo, reforma tributaria y educativa; depuración de la policí­a, fuerza armada, fiscalí­a, sistema penitenciario y poder judicial; modernización de la ley de partidos polí­ticos, códigos de trabajo, electoral y agrario; destinar el ocho por ciento del Producto Interno Bruto a financiar el sistema educativo nacional; aumento del salario mí­nimo de acuerdo con el costo de la canasta básica; descentralización del Estado y desarrollo local; participación de la población en asuntos del Estado de forma directa a través de asambleas comunales, cabildos abiertos, referéndums, plebiscitos, iniciativas de ley ciudadana, y revocatorias del mandato de funcionarios públicos elegidos por sufragio universal, etc., el poder es del soberano.

En algunos paí­ses de América Latina, la delincuencia ha alcanzado niveles e í­ndices elevados, a tal grado que el crimen organizado ha permeado las instituciones del Estado, y ha logrado cierto control territorial, social, cultural, económico y hasta polí­tico.

En las ciencias sociales el lumpen era considerado como la descomposición de una clase y en particular se referí­a al proletariado, y constituí­an un pequeño grupo marginal, sin embargo, en el siglo XXI en ciertos paí­ses de América Latina los lumpen: proletarios, clases medias, burguesí­a y oligarquí­a llegan incluso a constituir una tercera o dos terceras partes de la población total del paí­s.

El crimen organizado tiene la capacidad de aplicar “impuestos” a nivel nacional a los empresarios, estudiantes, trabajadores y funcionarios, incluso ostentan el poder para determinar quién será el próximo presidente de la república, por la ví­a de dos formas, una mediante el financiamiento de la campaña electoral, la otra, al ordenar a sus miembros y familias ir a emitir el sufragio por determinado partido polí­tico.

En este contexto, los principales dirigentes criminales, parte de la población los percibe como héroes populares y son hasta admirados, a tal grado que les componen canciones, escriben libros, producen pelí­culas y telenovelas, en donde dan a conocer las fechorí­as, con un enfoque de heroí­smo y valentí­a.

El concepto Estado-nación adquiere una connotación distinta, se observa la coexistencia de dos Estados, el formal, y el el informal constituido por la delincuencia.

En algunos paí­ses con gobiernos aparentemente democráticos, la población aprueba el crimen organizado como una forma popular de enfrentar a la institucionalidad estatal corrupta.

Los poderes polí­ticos de algunos paí­ses de América Latina que cogobiernan con el crimen organizado, es una situación que favorece a los paí­ses imperialistas, empresas transnacionales, organismos financieros internacionales, porque se les facilita saquear los recursos naturales y económicos de estos paí­ses en complacencia con los gobiernos de turno, mediante el soborno.

* Lic. Relaciones Internacionales en Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA), Costa Rica.

M.A. en Ciencia Polí­tica en Université du Québec í  Montréal (UQAM), Canadá.

Doctorando en Ciencias Sociales Universidad de El Salvador, El Salvador

[email protected]

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Oscar A. Martínez Peñate
Oscar A. Martínez Peñate
Escritor, politólogo y analista de la realidad nacional salvadoreña y centroamericana.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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